Hallan el fósil de un pez de cuatro patas que volvió al agua
Un nuevo
estudio del laboratorio de Neil Shubin, de la Universidad de Chicago (Estados
Unidos), han encontrado una especie fósil que se asemeja mucho al Tiktaalik, el
icónico pez de cuatro patas que hizo por primera vez la transición del agua a
la tierra hace 375 millones de años, pero que tiene características que lo
hacían más apto para la vida en el agua que su primo aventurero, según publican
en la revista 'Nature'.
Uno de los
parientes cercanos de Tiktaalik optó por volver a vivir en aguas abiertas en
lugar de aventurarse en la tierra. El nuevo estudio del laboratorio del doctor
Neil Shubin, que codescubrió a Tiktaalik en 2004, describe una especie fósil
que se parece mucho a Tiktaalik, pero que tiene características que la hacen
más apta para la vida en el agua que su primo aventurero.
El
Qikiqtania wakei era pequeño --sólo 75 centímetro de largo-- en comparación con
el Tiktaalik, que podía crecer hasta casi 3 metros. El nuevo fósil incluye
mandíbulas superiores e inferiores parciales, partes del cuello y escamas.
Según los
investigadores, lo más importante es que también presenta una aleta pectoral
completa con un hueso húmero distinto que carece de las crestas que indicarían
dónde estarían los músculos y las articulaciones en una extremidad orientada a
caminar en tierra.
En su
lugar, la parte superior del brazo de Qikiqtania era lisa y curvada, más
adecuada para una vida remando bajo el agua. La singularidad de los huesos del
brazo sugiere que volvió a remar en el agua después de que sus antepasados
empezaran a utilizar sus apéndices para caminar.
"Al
principio pensamos que podía ser un Tiktaalik juvenil, porque era más pequeño y
quizá algunos de esos procesos no se habían desarrollado todavía --explica
Shubin--. Pero el húmero es liso y tiene forma de bumerán, y no tiene los
elementos que le permitirían empujar hacia arriba en tierra. Es notablemente
diferente y sugiere algo nuevo", asegura.
Shubin, que
profesor de Biología y Anatomía del Organismo en la Universidad de Chicago,
encontró el fósil días antes de que se descubriera Tiktaalik, en un lugar a una
milla al este del sur de la isla de Ellesmere, en el territorio de Nunavut, en el
norte del Ártico canadiense.
El nombre
Qikiatania procede de la palabra inuktitut Qikiqtaaluk o Qikiqtani, el nombre
tradicional de la región donde se encuentra el yacimiento de fósiles. La
designación de la especie wakei es en memoria del difunto David Wake, un
eminente biólogo evolutivo de la Universidad de California en Berkeley.
Shubin y su
compañero de campo, el doctor Ted Daeschler, de la Academia de Ciencias
Naturales de la Universidad de Drexel, recogieron los especímenes de una
cantera tras divisar unas cuantas rocas de aspecto prometedor con unas escamas
blancas características en la superficie. Pero quedaron almacenadas, en su
mayoría sin examinar, mientras el equipo se centraba en la preparación de
Tiktaalik.
Quince años
más tarde, el descubrimiento de Qikiqtania se convirtió en otra historia
pandémica. Los investigadores postdoctorales Justin Lemberg y Tom Stewart
escanearon uno de los especímenes de roca más grandes en marzo de 2020 y se
dieron cuenta de que contenía una aleta pectoral. Desgraciadamente, estaba
demasiado profunda dentro de la roca para obtener una imagen de alta
resolución, y no pudieron hacer mucho más con ella una vez que la pandemia obligó
a cerrar los laboratorios.
"Estábamos intentando recoger todos los datos de TC que pudiéramos
antes del cierre, y la última pieza que escaneamos era un bloque grande y discreto
con sólo unas pocas escamas visibles en la superficie", recuerda Lemberg,
que ahora está haciendo un trabajo de campo de gestión de recursos culturales
en el sur de California.
"Apenas podíamos creerlo cuando aparecieron las primeras imágenes
granuladas de una aleta pectoral --añade--. Sabíamos que podríamos recoger un
mejor escaneo del bloque si tuviéramos tiempo, pero eso fue el 13 de marzo de
2020, y la Universidad cerró todas las operaciones no esenciales la semana
siguiente".
En el
verano de 2020, cuando se reabrieron las instalaciones del campus, se pusieron
en contacto con el doctor Mark Webster, profesor asociado de Ciencias
Geofísicas, que tenía acceso a una sierra que podía recortar piezas del
espécimen para que un escáner de TC pudiera acercarse y producir una mejor
imagen.
Stewart y
Lemberg marcaron cuidadosamente los límites del bloque y organizaron un
intercambio fuera de su laboratorio en Culver Hall. Las imágenes resultantes
revelaron una aleta pectoral y una extremidad superior casi completas, incluido
el característico hueso del húmero.
"Eso
es lo que nos dejó boquiabiertos --recuerda Shubin--. Al principio no era un
bloque fascinante, pero nos dimos cuenta durante el confinamiento por el COVID,
cuando no pudimos entrar en el laboratorio, de que el escáner original no era
lo suficientemente bueno y que teníamos que recortar el bloque. Y cuando lo
hicimos, mira lo que pasó. Nos dio algo emocionante en lo que trabajar durante
la pandemia. Es una historia fabulosa", subraya.
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