Júpiter tiene anillos
Uno de los hechos más llamativos –al menos visualmente-
de los gigantes gaseosos de nuestro Sistema Solar es que el sistema de anillos
de Júpiter es mucho más tenue de lo que cabría esperar, especialmente si lo
comparamos con los majestuosos anillos de Saturno. Tanto es así que fue el
tercer sistema de anillos descubierto en nuestro Sistema Solar, concretamente
después de los de Saturno y Urano, gracias a las observaciones realizadas por
la sonda Voyager 1 en 1979 durante su visita al sistema joviano y el único que
ha necesitado de una sonda espacial para su descubrimiento.
Es también destacable que, al menos en nuestro
sistema planetario, todos los gigantes gaseosos tengan anillos, como si de
alguna forma fuese una característica común a este tipo de planetas, algo que
podremos verificar en el futuro observando los planetas extrasolares y
comprobando si efectivamente se cumple esta regla.
Incluso es posible que en los últimos días hayas
visto por primera vez los anillos de Júpiter gracias a las imágenes del
telescopio espacial James Webb, que durante su etapa de calibración apuntó al
planeta tomando un espectacular retrato en infrarrojo en el que estos son
visibles, algo que llama poderosamente la atención, especialmente si comparamos
esta imagen con otras similares tomadas por el Hubble, aunque en luz visible,
en las que no hay rastro del anillo.
Pero vayamos al grano del asunto: ¿Por qué los
anillos de Júpiter son tan diferentes a los de Saturno? Tenemos que ser
conscientes que los mecanismos de formación de los anillos, así como los
mecanismos que afectan a su longevidad -desconocemos con certeza si en todos
los casos los sistemas de anillos son más o menos permanentes o si tienen una
duración determinada por distintos factores- no se comprenden del todo y hay
diferentes teorías que podrían explicarlos.
El caso es que nuevo artículo apunta a que, muy
probablemente, los responsables de la escasa densidad de los anillos de Júpiter
han sido sus satélites. Los científicos han realizado simulaciones físicas en
las cuales la existencia de grandes satélites dificultaba la capacidad del
planeta para mantener un gran sistema de anillos.
Esto nos hace pensar que Júpiter tuvo en el pasado
unos anillos más densos, aunque quizás no en el sentido que lo son los de
Saturno, pero la presencia de los satélites galileanos fue barriendo de sus
órbitas las partículas de hielo y polvo que conformaban este sistema, ya fuese
dándoles más velocidad y acabando por ser expulsadas del sistema joviano o
atrayéndolas hacia los satélites, acabando sobre la superficie de estos.
Saturno también tiene satélites, pero el papel de
los satélites en su sistema de anillos es diferente por diversos factores: el
primero, la masa de los satélites en el entorno e interior del sistema de
anillos es mucho menor que en el sistema joviano, que tiene muy cerca de los
anillos a los satélites galileanos, y, por otro, los pequeños satélites que hay
dentro de los anillos de Saturno ayudan por el efecto de la gravedad que
ejercen sobre las partículas del anillo, a mantenerlos estables.
Además, estos satélites incluso pueden contribuir a
mantener la densidad de partículas de los anillos, ya que los impactos que
sufren estas lunas pueden lanzar partículas a la órbita de Saturno y que acaben
formando parte de estos.
¿Por qué son tan interesantes los anillos desde el
punto de vista de la geología? Puesto que es muy difícil conocer el interior de
los gigantes gaseosos debido a sus tremendas condiciones de presión,
temperatura, vientos y gravedad, la oscilación de las partículas de los anillos
nos puede ayudar a descubrir la distribución de las masas en el interior de los
planetas.
Pero también pueden ser un reservorio de partículas
primigenias de la formación de nuestro Sistema Solar, especialmente en algunas
regiones que pueden haber sufrido menos perturbaciones gravitatorias por parte
de los distintos satélites, y que nos servirían para muestrear su composición.
Incluso podrían servirnos para desentrañar la
historia de la evolución dinámica de los mini sistemas “planetarios” que
tienen, por norma general, a su alrededor los gigantes gaseosos, abriéndonos
también una ventana a estudiar las causas de la actividad interna de algunos de
estos satélites.
Así que tenemos que ver los anillos como algo más
que un bonito adorno planetario y maravillarnos no solo con el reflejo de su
luz y sus discontinuidades, sino como una verdadera fuente de información de la
que podremos aprender detalles
.-
Comentarios
Publicar un comentario