El Abismo de Challenger, el punto más profundo de los océanos de la Tierra

 

En el Océano Pacífico occidental, en una zona equidistante del arco que forman las islas de Japón, las Filipinas y la isla de Nueva Guinea, se encuentra el área más profunda de los océanos, la conocida como Fosa de las Marianas por su proximidad a las islas del mismo nombre (a unos 200 kilómetros al este).

La fosa se extiende a lo largo de unos 2.550 kilómetros con una anchura de 69 en forma aproximada de media luna, y presenta valles y elevaciones con diferentes profundidades. En el extremo sur de uno de estos valles se encuentra la máxima profundidad de la fosa y por tanto también de los océanos del planeta.

Este punto, cuyas coordenadas son 11°22′N, 142°36′E y al que se conoce con el nombre de Abismo de Challenger, alcanza los 10.994 metros de profundidad (o lo que es lo mismo, casi 11 kilómetros) y la tierra más cercana es la isla Fais.

Si la montaña a mayor altitud de la Tierra, el Everest, tuviera su base en este punto su cima todavía estaría sumergida a más de 2.000 metros de profundidad. Si fuera el volcán Mauna Kea, una montaña semisumergida que tiene mayor altura (no altitud) que el Everest, la superficie quedaría todavía a 790 metros.

Se le llama Abismo de Challenger en reconocimiento a los buques oceanográficos de la Royal Navy HMS Challenger (quinto de su nombre), que participó en el descubrimiento de la fosa entre 1872 y 1875, y a otro HMS Challenger (séptimo de su nombre) que exploraría toda la fosa por completo en 1951. Fue éste el que hizo la medición más precisa del Abismo, en unas 5.960 brazas (10.900 metros).

Sin embargo, no es el punto del lecho marino más cercano al centro de la Tierra, ya que al no ser ésta una esfera perfecta sino achatada en los polos, su radio es 25 kilómetros menor en los océanos Ártico y Antártico. Por ello algunas zonas del lecho marino del océano Ártico están unos 13 kilómetros más cerca del centro de la Tierra que el Abismo de Challenger.

En el fondo del Abismo de Challenger el agua ejerce una presión de 1.086 bar (15.750 psi), más de mil veces la presión normal al nivel del mar, lo que hace que la densidad del agua se incremente en un 4,96%. La temperatura en el fondo oscila entre 1 y 4 grados centígrados.

Durante la década de 1950 se pensó utilizar la fosa y el abismo como vertedero de residuos nucleares.

Sin embargo, cuando el 23 de enero de 1960 el batiscafo Trieste descendió hasta el fondo con el teniente Don Walsh y Jacques Piccard (creador del batiscafo con su padre Auguste), observaron especies animales desconocidas hasta el momento y un suelo compuesto por tierra de diatomeas, en un lugar donde se pensaba que la vida era imposible. Por tanto, la idea fue abandonada por completo.

El 26 de marzo de 2012 el famoso director de cine James Cameron (Abyss, Titanic, Avatar) se convirtió en la primera persona en alcanzar en solitario el fondo del Abismo, pilotando el Deepsea Challenger, un sumergible diseñado específicamente para el descenso en la fosa de las Marianas.

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