Las actividades humanas hieren o matan a 100 millones de aves al año en España

 

Entre 25 y 100 millones de aves resultan heridas o muertas cada año por actividades humanas. Es el principal resultado del primer estudio realizado en España sobre las causas del daño y la mortalidad no natural de aves. Con 272.655 registros analizados, el informe concluye que el ser humano está detrás del 59,5% de las heridas o muertes de aves.

La autora del estudio, la ONG conservacionista SEO/BirdLife, ha analizado los registros de los centros de recuperación de fauna (CRF) de todas las comunidades autónomas entre 2000 y 2018. Ha concluido que la principal causa de muerte no natural, casi un 40% del total, son las colisiones con tendidos eléctricos.

En segundo lugar se sitúa la captura ilegal de ejemplares para su cría en cautividad, que suma más de un 20% de los casos. Las electrocuciones, los atropellos, el envenenamiento, la colisión en aerogeneradores y el furtivismo completan la lista.

La información, que hasta el momento no había sido recopilada en una única base de datos, ha sido recabada por SEO/BirdLife en el marco del proyecto LIFE ‘Guardianes de la Naturaleza’.

Los datos que se registran en los CRF responden a las aves muertas o heridas que encuentran particulares o autoridades. Así que reflejan una parte pequeña del impacto real, pero permiten, aplicando una modelización matemática, realizar una estima realista.

El modelo ofrece una horquilla amplia: entre los 25 millones y 100 millones de ejemplares al año. "Incluso tomando como referencia la cuota baja de la horquilla, la cifra impresiona: cada año, las infraestructuras que instalamos en el medio natural y las actividades que desarrollamos en el campo, algunas de ellas prohibidas por la ley, están detrás de las heridas o muerte de al menos 25 millones de aves", señala la directora ejecutiva de SEO/BirdLife, Asunción Ruiz.

Cuestiones subsanables

"Lo cierto es que, en muchos casos, se trata de cuestiones subsanables, como es el caso de las colisiones o la electrocución en tendidos eléctricos. Este informe muestra, una vez más, que mejorar la protección de la biodiversidad está al alcance de nuestra mano: de las administraciones, de las empresas y sectores y de todos nosotros, cuando salimos al campo o aprovechamos los recursos naturales", añade Ruiz.

SEO/BirdLife ha tenido en cuenta para realizar los cálculos, entre otras variables, "las tasas de desaparición de cadáveres en el medio natural y las tasas de detección de los individuos", apunta uno de los autores del informe y responsable de Especies en la ONG, Nicolás López-Jiménez.

El colectivo conservacionista alerta de que son precisamente las especies protegidas y amenazadas las que mayoritariamente ingresan en los CRF. El 22,66% de los registros, 77 especies, son especies que están incluidas dentro de las categorías de mayor riesgo de extinción en el ‘Libro Rojo de las Aves de España’.

Atendiendo a la protección legal, las especies afectadas también son mayoría: el 64,82% de los registros corresponden a taxones que están incluidos en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE) y un 6,78% a especies que las administraciones públicas consideran oficialmente amenazadas y, por tanto, incluidas en el Catálogo Español de Especies Amenazadas (CEEA).

Entre las especies amenazadas que más registros acumulan figura el ‘Ave del Año 2023’, el aguilucho cenizo. Si atendemos al grado de amenaza según el Libro Rojo, destacan las cifras de cernícalo vulgar (‘En Peligro’), que presenta una tasa de más de 1.000 registros al año, lo que, en parte, podría ayudar a "entender el grave declive sufrido por esta especie durante los últimos años", indica SEO/BirdLife.

El jilguero, líder en número de ingresos

Por encima de diez registros al año aparecen otras dos especies ‘En Peligro’ (pardela cenicienta mediterránea y milano real) y cuatro ‘Vulnerables’. Entre diez y cien registros al año figuran una especie ‘En Peligro Crítico’ (arao común), siete ‘En Peligro’ (águila imperial ibérica, martín pescador común, alcotán europeo, grajilla occidental, codorniz común, petrel de Bulwer y aguilucho pálido) y diez ‘Vulnerable’.

Son 348 las especies que han ingresado en 10 años en los CRF por causas humanas. Por especies, la lista está encabezada por el jilguero europeo (11.732 registros), seguido del cernícalo vulgar (10.167), el busardo ratonero (8.608), el buitre leonado (7.426), gaviota patiamarilla (7.196), el vencejo común (6.266) y el búho real (6.215).

Para 34 de las especies con más registros la principal causa de ingreso en CRF son las lesiones compatibles con una colisión contra una línea eléctrica. Entre ellas, resaltan el cernícalo vulgar, el vencejo común, el búho real, la gaviota patiamarilla o la cigüeña blanca.

Para otras ocho el principal factor es la captura ilegal: jilguero europeo, verderón común, pardillo común, pinzón vulgar, cuervo grande, serín verdecillo, zorzal común y petirrojo europeo.

Las electrocuciones afectan especialmente al búho real, culebrera europea y águila real. Para el milano real y la gaviota reidora, la principal causa es el envenenamiento o la intoxicación.

Los aerogeneradores son el principal peligro para los buitres leonados, y los atropellos, principalmente con maquinaria agrícola, representan la principal causa para el aguilucho cenizo. Hay un factor añadido: la contaminación lumínica, que es la principal causa de muerte no natural de la pardela cenicienta mediterránea.

Según David de la Bodega, responsable del Programa Legal de SEO/BirdLife, el estudio muestra "la esencial labor que, junto con las diversas policías ambientales, cumplen los CRF españoles en el cuidado y seguimiento de la fauna silvestre".

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