Descifran el crecimiento de un mamífero que habitó Chile hace 11 millones de años
La investigación estuvo a cargo del Dra. Karen
Moreno, académica de la Maestría en Paleontología de la Universidad Austral de
Chile (única en el país) como parte de un proyecto FONDECYT y contó con la
participación de Jorge Campos, profesional quien investigó el tema como parte
de su tesis para obtener el grado de Máster en Paleontologíaquien actualmente
es investigador asociado del Laboratorio de Paleobiología del Centro de
Estudios de Zonas Áridas (CEAZA) y paleontólogo de THERIUM Ltda.
“Los mamíferos fósiles que encontramos en Chile son
muy interesantes, ya que América del Sur estuvo aislada de los demás
continentes durante mucho tiempo, luego de que se extinguieron los
dinosaurios”, dijo Campos.
También explicó que durante este aislamiento los
animales evolucionaron y dieron paso a una gran diversidad de formas y tamaños,
entre los que encontramos a los Notoungulata, quizás el grupo más diverso y
abundante. “Además, hace 11 millones de años la Cordillera de los Andes estaba
en pleno ascenso, lo que pudo haber afectado a los organismos que allí
habitaban, debido al cambio climático asociado a este proceso”, agregó la
investigadora.
El proyecto FONDECYT se llevó a cabo de 2015 a 2018
y fue codirigido por un especialista en microestructura ósea Dr. Germán
Montoya-Sanhuezade la Universidad de Bohemia del Sur en la República Checa;
Enrique Bostelmann, estudiante de doctorado de la UACh, asociado al Museo
Regional de Aysén; y el geólogo Dr. Marcelo García de la U. de Chile.
Los investigadores, a través de la paleohistología -rama de la paleontología que se ocupa del estudio de la estructura microscópica de los tejidos fósiles-, analizaron los restos de Caraguatyupotherium munozi encontrado cerca del pueblo de Tignámar, en la Región de Arica y Parinacota.
“La paleohistología nos permite comprender la
dinámica interna de los animales extintos, como su crecimiento y las
condiciones ambientales que lo influyen, para comprender mejor cómo
respondieron a su entorno y al cambio. Entender cómo ocurrieron estos procesos
en el pasado puede ser clave para entender hacia dónde nos llevan los cambios
actuales”, enfatizó Jorge Campos.
A través de secciones histológicas de los fósiles, el equipo observó la anatomía microscópica de los huesos del brazo y la pierna de varios especímenes, detectando patrones variables en la forma en que se desarrollaron estos animales, que se correlacionan con las condiciones ambientales en el pasado. .
Al igual que los anillos de los troncos de los
árboles, los huesos crecen a través de la deposición en capas sucesivas. A
partir de ahí, se identificó una amplia variedad de tipos y regímenes de
deposición ósea, lo que reveló que estos animales crecían estacionalmente.
“Podría deberse a la disponibilidad de recursos en
el ambiente y cambios en las condiciones de humedad. Estos resultados indican
que probablemente hace 11 millones de años estos animales enfrentaron un clima
variable, marcado por períodos de escasez y otros en los que podían alimentarse
y crecer”, explicó la Dra. Karen Moreno.
Finalmente, el Dr. Moreno agregó que, como equipo de
trabajo, los esfuerzos se han centrado en realizar estudios detallados de estos
animales fósiles y el lugar donde fueron encontrados, para comprender
globalmente los enormes cambios que se experimentaron hacia el final. Mioceno
en el norte de nuestro país.
“En esa época hubo grandes pulsos de levantamiento
en el altiplano que generaron hiperaridez y cambios marcados en la distribución
y composición de la fauna. Es un ejemplo de los procesos de cambio climático y
el nacimiento de barreras geográficas que nos han caracterizado como país
andino”, concluyó.
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