Reconstruyen la dieta de un macaco africano de hace 2,5 millones de años
Un equipo internacional de científicos en el que
colabora el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) ha logrado
reconstruir por primera vez la dieta y el hábitat de un macaco que vivió en el
norte de África hace 2,5 millones de años, en el Plio-Pleistoceno. Esta
información de la ecología alimentaria del género Macaca ayuda a entender la
paleoecología de los homininos (especies de homínidos que ya caminaban erguidos
y que son evolutivamente más próximos al ser humano que a los chimpancés). En
concreto, estudiar la ecología de estos primates contribuye a dilucidar cuáles
eran sus capacidades adaptativas en los entornos cambiantes que se sucedieron
durante este período en África.
El estudio permite inferir cuáles eran las
condiciones ecológicas de otras especies más cercanas evolutivamente al H.
sapiens
La muestra estudiada corresponde a cuatro dientes de
macaco cuya morfología permite asignarlos al género Macaca, perteneciente a la
familia de los cercopitécidos de la que también forman parte los babuinos o los
mandriles. El equipo de investigadores ha analizado la los isótopos estables y
el desgaste de los dientes a escala microscópica, recuperados en el yacimiento
de Guefaït (Marruecos), y han podido constatar como los miembros del género
Macaca de esta localidad explotaban distintos hábitats con el fin de conseguir
los recursos necesarios para su supervivencia.
A partir del tamaño de los dientes, se ha estimado
que tenían un peso que rondaba los 12 kilos y que, tanto el tamaño como la
morfología de los restos, son compatibles con los de la especie de macaco que
actualmente vive en el norte de África, Macaca sylvanus. “Los datos extraídos
de la paleodieta del Macaca cf. sylvanus de Guefaït son muy importantes para
poder inferir cuáles eran las condiciones ecológicas en las que vivían los
homininos del Plio-Pleistoceno en el norte de África", explica la
investigadora de la Universidad de Barcelona, Laura Martínez.
La dieta de toda
una vida
Estos datos se han obtenido aplicando técnicas
complementarias. Por un lado, se ha realizado un estudio isotópico de los
dientes, analizando la señal isotópica de la bioapatita del esmalte dental.
Este tipo de análisis proporciona información relacionada con el origen de los
alimentos ingeridos, especialmente en los primeros años de vida del animal. Por
otro lado, se ha realizado dos análisis del microdesgaste dental, en concreto,
se ha estudiado la microtextura del lado bucal de los dientes, que proporciona
información de una etapa relativamente larga de su vida, y del microdesgaste de
las superficies oclusales, que proporciona información de la dieta a más corto
plazo, es decir, de semanas o días antes de la muerte del individuo.
La dieta muestra la capacidad de adaptación de la
especie ante el entorno cambiante que se daba en el norte de África
Según el investigador del IPHES-CERCA, Iván
Ramírez-Pedraza: “La novedad de nuestro trabajo es que, gracias a la riqueza y
buena conservación de los restos dentales, hemos podido utilizar las tres
técnicas en el mismo individuo, algo hasta ahora nunca aplicado en este tipo de
primates. Además, hemos realizado un estudio muy exhaustivo que ha permitido
extraer información tanto de la dieta como de las condiciones paleoecológicas
de este primate desde los primeros años de su vida hasta los últimos meses
antes de su muerte”.
En este trabajo también se presenta una nueva
colección de referencia del microdesgaste de los primates de la familia de los
cercopitécidos actuales. La combinación de estos estudios ha permitido al
equipo investigador extraer datos tanto de la dieta como del entorno
paleoecológico en el que se desarrolló la vida de Macaca durante el
Plio-Pleistoceno.
Este análisis demuestra que el Macaca cf. sylvanus
de Guefaït se alimentaba principalmente de fruta, semillas y hojas, pero
también habría incorporado otros alimentos abrasivos como las hierbas y
gramíneas. "Esta diversidad dietética nos demuestra la capacidad y
flexibilidad de los macacos fósiles a la hora de consumir alimentos
diferentes", afirma Ramírez-Pedraza. “Además nos da información de la
riqueza de recursos y probablemente de microhábitats en la zona de Guefaït
durante el Plio-Pleistoceno”, concluye.
Implicaciones
para la evolución humana
La evidencia de los primeros homininos en el norte
de África está datada en torno al límite Plio-Pleistoceno (cerca de los 2,4
millones de años) en el yacimiento de Ain Boucherit en Argelia. El contexto
ecológico de esta primera población en el norte de África de nuestro linaje es
una cuestión clave para entender las dispersiones de nuestros ancestros y de
otros mamíferos en estos territorios. “Si tenemos en cuenta la proximidad de
Guefaït con Ain Boucherit, el conocimiento de la ecología alimentaria de Macaca
cf. sylvanus puede proporcionar pistas sobre algunos de los recursos ecológicos
podrían haber tenido estos primeros homininos”, explica la Dra. M. Gema Chacón,
investigadora del IPHES-CERCA y codirectora del proyecto junto con el Dr. Robert
Sala Ramos, profesor de la URV.
Un proyecto internacional
hispano-marroquí
Gracias a la colaboración hispano-marroquí, además
de los restos de macaco en el yacimiento Guefaït (Marruecos) se han recuperado
más de 3.200 fragmentos de vertebrados (anfibios, reptiles, y pequeños y
grandes mamíferos, incluyendo elefantes, rinocerontes e hipopótamos, entre
otros, identificados por el investigador del MNCN Jan van der Made) del
Pleistoceno inferior. Desde el año 2006, la Cuenca de Aïn Beni Mathar-Guefaït
es objeto de un proyecto de investigación que dirige Robert Sala Ramos y M.
Gema Chacón, del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social de
Tarragona (IPHES-CERCA) y Hassan Aouraghe de la Facultad de Sciences de la
Université Mohamed Premier d’Oujda (Marruecos). El objetivo principal de este
proyecto es investigar los orígenes del poblamiento humano en el norte de
África.
Este es un trabajo liderado por Iván
Ramírez-Pedraza, investigador FI Agaur Grant en el IPHES-CERCA y por la Dra.
Laura Martínez, investigadora de la Universidad de Barcelona, en el que han
participado también personal investigador de la Faculté de Sciences de la
Université Mohammed 1º de Oujda (FSO, UMP), de la Universitat Rovira i Virgili
(URV), la Universitat de Barcelona (UB), la Universitat Autònoma de Barcelona (
UAB), del Instituto de Evolución en África, del Institut National des Sciences
de l'Archéologie et du Patrimoine (INSAP) de Rabat y del Instituto Milán y Fontanals y el Museo
Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), ambos del CSIC.
El proyecto de investigación en Marruecos es posible
gracias a la colaboración del gobierno de Jerada y de las autoridades locales
de Aïn Beni Mathar i Guefaït y l' Université Mohammed Premier d'Oujda (Facultad
de Sciences), le Ministère de la Jeunesse, de la Culture et de la Communication
del Reino de Marruecos y el Institut National des Sciences de l'Archéologie et
du Patrimoine. La investigación se ha llevado a cabo con la financiación de la
Agencia Estatal de Investigación (Ministerio de Ciencia, Innovación y
Universidades), del Programa CERCA (Generalitat de Catalunya), de la Fundación
Palarq, el Ministerio de Cultura y Deporte, el Ministerio de Ciencia,
Innovación y Universidades, el programa María de Maeztu, (CEX2019-000945-M), y
el apoyo de las actividades de los Grups de Recerca (SGR) de la Generalitat de
Catalunya, entre otros.
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