El fósil de un chile olvidado en un museo cambia la historia de los tomates
Rocío Deanna estudiaba fósiles de semillas en
distintos museos europeos buscando información sobre la historia evolutiva de
las solanáceas, una familia de plantas con casi 3,000 especies que incluye
tomates, chiles, papas y tabaco. Un día, sin embargo, algo cambió su
investigación. En ese entonces trabajaba al interior de la Universidad de
Colorado analizando los datos que recolectó en Europa, pero pausó para mostrar
la colección del Museo de Historia Natural de Boulder, Colorado, al estudiante
Abel Campos. “No esperábamos encontrar un fósil ahí, para nada, era solo una
práctica”. Ese encuentro fortuito podría reescribir la historia de las
solanáceas.
El hallazgo fue posible porque la científica es
experta en evolución de plantas y le ha dedicado mucho tiempo a las solanáceas.
Vio en el fósil, que resultó pariente de los pimientos, algo que para una
experta en su campo es evidente: unos pétalos entre el tallo y el fruto en
forma de dientes, bajo el cáliz, los cuales son representativos del grupo de
los ajís o chiles.
Le sorprendió mucho el descubrimiento porque no hay
muchos registros fósiles de estas plantas, y los pocos que hay, suelen ser
semillas y estar en Europa. También porque se creía que la especie encontrada
evolucionó en América del Sur hace 15 millones de años, pero el nuevo fósil
mostró que fue hace 50 millones de años y que en ese momento, la familia estaba
distribuida en toda América, no únicamente en el sur.
Deanna sabía que el fósil provenía de la formación
Green River de Colorado, Estados Unidos, la cual se formó durante el Eoceno,
entre 52 y 48 millones de años atrás, y se extiende por Wyoming, Colorado y
Utah. Entonces decidió revisar, con un par de colegas más y el estudiante, los
museos que tenían fósiles de ese sitio. Así dieron con registros de la especie
que Deanna, junto a investigadores del Instituto Multidisciplinario de Biología
Vegetal y de la Universidad de Colorado Boulder, describen en un artículo
publicado en la revista New Phytologist.
La otra especie que incluyen en su estudio, también
es de las solanáceas y tiene cáliz, pero lo tiene inflado. De hecho, su nombre
científico es Eophysaloides inflata. Este fósil se encontró en la formación
Esmeraldas que tiene 130 millones de años, está en Colombia, y sí, de ahí se
extraen preciosas gemas verdes.
El fósil colombiano se agrupó con la subtribu del
tomatillo. El de Colorado con la tribu del chile. Con los nuevos
descubrimientos, indica el artículo, se establece que las dos especies son de
tres a cuatro veces más antiguas de lo que antes se estimó y que las solanáceas
estaban más extendidas de lo que se solía pensar .
Rocío es tan experta en este grupo de plantas, que
un par de años atrás, en 2017, el paleontólogo Peter Wilf dio con el fósil más
antiguo, de 52 millones de años, de frutos farolillos de Argentina, y al verlo
le dijo "encontré este fósil con tu rasgo”. Se refería al cáliz inflado y
es que, en ese momento, ella estudiaba la evolución del inflado del cáliz del
tomatillo mediante análisis moleculares. Tres años después, ambos informaron de
otra especie que provenía del sitio donde alguna vez estuvo la laguna del
Hunco, en Chubut, Argentina.
De las casi 3,000 especies de solanáceas, 64% son
nativas de América del Sur. Muchas especies están en gran parte del planeta
Tierra, excepto en la Antártida, pero no se sabe mucho sobre cómo se
diversificaron por todos lados, pues a pesar de que muchas solanáceas son
importantes económicamente, su información fósil bien conservada es escasa
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