Las ranas de Puerto Rico son más pequeñas y croan más agudo por el calentamiento global
Como todo el mundo sabe, "cucú cantaba la
rana" debajo del agua mientras pasaban un caballero y una señora finamente
vestidos. Sin embargo, ahora algunos anfibios de Puerto Rico han alterado su
manera de croar a causa del calentamiento global y lo hacen de manera más
aguda.
Se trata de las ranas coquí, cuyo nombre obedece a
las dos notas que caracterizan su canto, que se escucha a lo largo de la isla
cada noche cuando los machos lo entonan para marcar su territorio y alertar a
sus rivales. Además de croar de forma más aguda, estos animales han
experimentado una reducción de su tamaño debido al alza de las temperaturas.
Así lo ha explicado el profesor de la Universidad de
California, Los Angeles, (UCLA) Peter Narins en un congreso de la Sociedad
Acústica de Estados Unidos (ASA, por sus siglas en inglés) este lunes y lo
recoge el diario británico The Guardian. Tras 23 años estudiando y grabando a
estas ranas en la montaña puertorriqueña de El Yunque, el investigador y su
equipo han podido constatar estos cambios.
Según la lista, prácticamente uno de cada dos
anfibios se encuentra actualmente en peligro de extinción en el mundo, lo que
quiere decir que el 41% de estos animales pueden desaparecer de la faz del
planeta.
Científicos descubren en Nueva Guinea una rana
parecida a un excremento de pájaro
Los anfibios son muy sensibles a los cambios de
temperatura, y el hecho de vivir en una u otra zona de la montaña condicionaba
su canto y su tamaño. Así, las ranas que poblaban las faldas -más cálidas- eran
más pequeñas y tenían un croar más agudo, mientras que las que habitaban en la
cima -más fresca- eran más grandes y su voz era más grave.
"Las ranas coquí que producían llamadas cortas
y agudas a ritmos elevados vivían cerca de la base de la montaña, mientras que
las llamadas de los animales que residían cerca de la cima eran más largas,
graves y se repetían con menos frecuencia", ha detallado el experto.
Dos décadas después de la primera grabación, Narins
volvió al lugar con su colega Sebastiaan Meenderink y han descubierto que,
independientemente de la zona de la montaña, el croar de las ranas se había
vuelto más agudo.
En este escenario, los científicos temen que las
ranas sigan trepando hacia la cima de la montaña para escapar de las altas
temperaturas del valle y acaben quedándose sin espacio. "Por ahora, las
consecuencias no son graves. Un cambio apenas perceptible en el tamaño corporal
y la llamada de las ranas tiene poco impacto en el medio ambiente", afirma
Meenderink. Sin embargo, alerta de que, si no se le pone freno, el
calentamiento global provocará un colapso en la población de estos anfibios y
será "catastrófico para el ecosistema puertorriqueño".
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