Prueban que el Universo se está observando a sí mismo
Una nueva investigación ha deducido que los agujeros
negros podrían ser los enormes observadores cósmicos que convierten la
probabilidad del mundo cuántico en la realidad que constituye el universo. Una
propuesta bien fundamentada que no ha dejado indiferente a nadie porque ¿puede
el universo observarse a sí mismo?
Los físico se han metido de nuevo en un gran lío:
mediante un experimento imaginario, han concluido que un agujero negro es como
un gran observador del universo, capaz de crear realidad de la misma forma que
Schrödinger decide si su famoso gato está vivo o muerto.
Este planteamiento, que evoca las ideas del físico
norteamericano John Archibald Wheeler formuladas en los años 70 del siglo
pasado, es una consecuencia directa del desconcierto que ha creado la física
cuántica en el conocimiento humano, debido a las características de las
partículas elementales que estructuran el universo.
Desde hace más de un siglo, la física cuántica está
envuelta en polémicas filosóficas y hay discrepancias respecto al papel que
desempeña el observador (por ejemplo, un aparato de medición) en la creación de
realidad, un proceso conocido en física como colapso de la función de onda.
En el universo cuántico, el colapso de energías
dispersas se produce cuando interviene un observador: al medir lo que pasa, las
ondas se convierten en partículas y forman la realidad que perciben nuestros
sentidos.
El gato del físico y filósofo austriaco Erwin Schrödinger
es un ejemplo claro de esta interpretación: decide si el gato está vivo o
muerto al abrir la caja donde estaba encerrado con la posibilidad de resultar
envenenado.
La dualidad onda-partícula es un concepto de la
mecánica cuántica según el cual no hay diferencias fundamentales entre
partículas elementales y ondas, ya que las partículas pueden comportarse como
ondas y las ondas como partículas.
En el experimento de la doble rendija, una partícula
se encuentra con una pared que no puede atravesar, pero aprovecha que tiene dos
rendijas y entonces se cuela a través de ambas cambiando su naturaleza
corpuscular por otra de onda. Luego recupera su naturaleza original y se
comporta como partícula que incluso deja una huella (patrón de interferencia).
Pero hay una particularidad en este experimento que
otorga al observador un papel crucial: la partícula se comporta de manera
diferente ante la doble rendija, según si está siendo observada o no. Cuando
las ondas atraviesan las rendijas, se “dan cuenta” de que hay un detector y reaccionan
volviéndose partículas.
Los físicos dicen que la información obtenida por el
aparato de detección provoca la decoherencia que convierte las posibilidades
cuánticas en una realidad definida: las propiedades de sensor influyen en el
carácter de onda y partícula de un fotón, comprobó una investigación publicada
en 2021.
Aunque todavía no hemos podido comprender la
verdadera naturaleza de la realidad, un nuevo ejercicio imaginario (como el del
gato de Schrödinger) añade todavía mayor incertidumbre: ha deducido que, si el
experimento de la doble rendija se desarrolla en el entorno de un agujero
negro, este fenómeno cósmico es capaz de desbaratar la dualidad onda-partícula y
de forzar la creación de realidad que saca del limbo a la materia. Se comporta
como Schrödinger o como un instrumento de medición.
El debate que ha suscitado esta propuesta,
desarrollada por un grupo de físicos de la Universidad de Chicago y actualizada
el mes pasado en una reunión de la Sociedad Estadounidense de Física, es
impresionante porque lleva al paroxismo la idea de que, si no hay alguien
mirando, el mundo no existiría. Sería como si el universo tuviera la capacidad
de observarse a sí mismo.
Este planteamiento, ya se trate de un humano como
Schrödinger, o de una caja que mide, implicaría que un agujero negro tiene la
misma capacidad “consciente” de observar la realidad para cambiar su naturaleza
y sacarla de la ambigüedad que representa la dualidad onda-partícula, un
proceso también conocido como decoherencia.
Los autores de esta polémica propuesta, que todos
consideran bien fundamentada, van incluso más allá y sugieren que esa capacidad
de crear realidad no es exclusiva a nivel cósmico de los agujeros negros, sino
que también podría manifestarla cualquier objeto celeste que se acerque a la
velocidad de la luz, capaz hipotéticamente de generar asimismo decoherencia
cuántica.
Estos científicos consideran asimismo que su
experimento mental puede ayudar en el futuro a elaborar una teoría consistente
de la gravedad cuántica (una asignatura todavía pendiente), que podría
demostrar que los agujeros negros se comportan realmente como observadores.
La polémica y la imaginación se ha desatado con esta
posibilidad, sin que nadie se atreva de momento a atribuir una cierta
consciencia a los agujeros negros o al mismo universo.
Toda la especulación gira más bien sobre los estados
cuánticos y lo que representaría en este contexto la gravedad cuántica, ese
obscuro objeto del deseo de la Nueva Física que, según se sospecha, estaría
escondido en el interior de los agujeros negros.
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