El Mediterráneo español, uno de los tres puntos del planeta con más ‘super rayos’
Los ‘super rayos’ no son un elemento de películas
fantásticas, sino que existen y, además, cerca de nosotros, pues el Mediterráneo
es uno de los tres puntos del planeta donde se producen con más frecuencia. Son
poco habituales, pero peligrosos. Cuando la zona de carga de una tormenta se
encuentra cerca de la superficie de la tierra, se generan ‘super rayos’ que
pueden ser 1.000 veces más intensos de lo normal.
Esta es la conclusión alcanzada por una
investigación sobre los denominados ‘superbolts’ (super rayos, en inglés), que
representan apenas un 1 por ciento del total de rayos registrados, pero que son
capaces de dañar infraestructuras e incluso barcos.
“Los superbolts, aunque representan sólo un
porcentaje muy pequeño de todos los rayos, son un fenómeno magnífico”, dijo en
un comunicado Avichay Efraim, físico de la Universidad Hebrea de Jerusalén
(Israel) y autor principal de este estudio.
Un informe de 2019 descubrió que los ‘super rayos’
tienden a agruparse sobre el Océano Atlántico nororiental, el Mar Mediterráneo
y el Altiplano en Perú y Bolivia, que es una de las mesetas más altas de la
Tierra. “Queríamos saber qué hace que estos poderosos fenómenos sean más
proclives a formarse en algunos lugares que en otros”, dijo Efraim.
El nuevo estudio proporciona la primera explicación
para la formación y distribución de ‘super rayos’ sobre tierra firme y mar en
todo el mundo. La investigación fue publicada en el Journal of Geophysical
Research: Atmospheres.
Las nubes de tormenta suelen alcanzar de 12 a 18
kilómetros de altura y abarcan una amplia gama de temperaturas. Pero para que
se forme un rayo, una nube debe cruzar la línea donde la temperatura del aire
alcanza los 0 grados Celsius. Por encima de la línea de congelación, en los
tramos superiores de la nube, se produce la electrificación y genera la “zona
de carga” del rayo.
Efraim se preguntaba si los cambios en la altitud de
la línea de congelación y, posteriormente, en la altura de la zona de carga,
podrían influir en la capacidad de una tormenta para formar super rayos. Y es
que los estudios anteriores se habían centrado en explorar si la fuerza de
estos fenómenos podría verse afectada por el aerosol del mar, las emisiones de
las rutas marítimas, la salinidad del océano o incluso el polvo del desierto,
pero esos estudios se limitaron a cuerpos de agua regionales y pudieron
explicar, como mucho, solo una parte de la distribución regional de los super
rayos. Una explicación global de los puntos críticos de estos fenómenos seguía
estando pendiente.
Para averiguar qué provoca que los ‘super rayos’ se
agrupen en ciertas áreas, Efraim y sus coautores necesitaban saber el tiempo,
la ubicación y la energía de determinados relámpagos, que obtuvieron a través
de un conjunto de detectores de ondas de radio.
Utilizaron estos datos de rayos para extraer
propiedades clave de los entornos de las tormentas, incluida la altura de la
superficie terrestre y del agua, la altura de la zona de carga, las
temperaturas de la base y la cima de las nubes y las concentraciones de
aerosoles. Luego buscaron correlaciones entre cada uno de estos factores y la
fuerza del super rayo, obteniendo información sobre qué causa rayos más
fuertes.
Los investigadores descubrieron que, a diferencia de
estudios anteriores, los aerosoles no tenían un efecto significativo sobre la
fuerza de los ‘super rayos’. En cambio, una distancia más pequeña entre la zona
de carga y la superficie terrestre o acuática provoca rayos significativamente
más energéticos.
Las tormentas cercanas a la superficie permiten que
se formen rayos de mayor energía porque, generalmente, una distancia más corta
significa menos resistencia eléctrica y, por lo tanto, una corriente más alta.
Y una corriente más alta significa rayos más fuertes.
Las tres regiones que experimentan la mayor cantidad
de super rayos (el Océano Atlántico nororiental, el Mar Mediterráneo y el
Altiplano) tienen una cosa en común: espacios cortos entre las zonas y
superficies de carga de rayos.
Saber que una distancia corta entre una superficie y
la zona de carga de una nube genera más super relámpagos ayudará a los
científicos a determinar cómo los cambios en el clima podrían afectar la
aparición de estos relámpagos gigantes en el futuro. Las temperaturas más
cálidas podrían provocar un aumento de los rayos más débiles, pero una mayor
humedad en la atmósfera podría contrarrestar eso, aventuró Efraim, si bien
aclaró que aún no hay una respuesta definitiva.
En el futuro, el equipo planea explorar otros
factores que podrían contribuir a la formación de super rayos, como el campo
magnético o los cambios en el ciclo solar.
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