Agujeros negros anteriores al Big Bang podrían estar alterando la órbita de la Tierra
Un estudio sugiere que los agujeros negros
primordiales, que provienen del amanecer de los tiempos, pueden hacer que los
planetas y lunas cercanos a la Tierra se tambaleen, modificando nuestra propia
órbita. Si se lograra medir experimentalmente esta influencia, se estaría
obteniendo la primera prueba concreta de la existencia de estos pequeños
agujeros negros.
Un grupo de científicos del Centro de Física Teórica
del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, postula
en una nueva investigación publicada en arXiv que parte de los agujeros negros
más antiguos del cosmos, conocidos como agujeros negros primordiales, podrían
afectar sutilmente a los objetos en el Sistema Solar y generar modificaciones
en las distancias de los planetas al Sol, incluyendo cambios en la órbita de la
Tierra.
Según un artículo publicado en Live Science, si se
lograran medir las modificaciones producidas por los agujeros negros
primordiales con un método confiable, se concretaría la primera comprobación de
su existencia real. Como se cree que están conformados por materia oscura,
también sería un importante avance en la identificación de esta enigmática
forma de materia, que aunque no es visible dominaría la mayor parte del
Universo que conocemos.
Los agujeros negros son regiones de inmensa
gravedad, que incluso pueden atrapar la luz: nada puede salir de ellos una vez
que fue deglutido por estas estructuras, que a pesar de una enorme cantidad de
teorías al respecto y de décadas de investigación aún siguen siendo objetos
extraños e indescifrables.
Sin embargo, los agujeros negros primordiales (PBH)
son quizás los más enigmáticos y complejos. Los astrónomos han planteado la
hipótesis de que los PBH se formaron cuando regiones densas y calientes del
espacio colapsaron, en el marco del segundo período inmediatamente posterior al
Big Bang o estallido inicial.
En este intervalo de aproximadamente un segundo, los
agujeros negros primordiales surgieron con diferentes características. Algunos
de ellos poseen masas ínfimas, que equivalen a la cienmilésima parte de la masa
de un clip, mientras que otros alcanzan la masa de 100.000 soles. Existe un
grupo de PBH que, a pesar de contar con una masa similar a la de un asteroide,
alcanzan un tamaño que oscila entre las dimensiones de una molécula de
hidrógeno y una bacteria promedio.
Ese grupo sería precisamente el que atraviesa el
Sistema Solar aproximadamente una vez cada 10 años, modificando la ubicación de
los planetas en nuestro vecindario cósmico. Según indican los científicos en el
nuevo estudio, si un PBH se encontrara con la Tierra no destruiría al planeta:
al pasar cerca haría que se tambalee o se balancee ligeramente con respecto a
la trayectoria que estaba tomando antes del sobrevuelo.
Utilizando datos sobre las posiciones de planetas y
ciertas lunas, los investigadores realizaron simulaciones para calcular cómo
cambiarían las trayectorias de los planetas o lunas, suponiendo que un PBH con
la masa de un asteroide se acercara a 2 Unidades Astronómicas (AU) del Sol.
Durante un período de algunos años, las órbitas de los planetas y las lunas
oscilarían entre una pulgada y varios metros.
A pesar de esto, no es tan sencillo obtener
mediciones precisas y datos experimentales que permitan confirmar que estos
cambios y oscilaciones son causados por agujeros negros primordiales,
verificando así su existencia y avanzando en la comprensión de la materia
oscura. Los investigadores creen que esto podrá lograrse cuando obtengamos
simulaciones más precisas y observaciones de mayor calidad en torno a los
cambios en las posiciones de los planetas.
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