Comienza la búsqueda del eco del Big Bang desde el gran observatorio Simons en Chile
Los primeros telescopios del Observatorio Simons, en
Chile, han comenzado a recopilar datos, marcando así el inicio científico de
este proyecto que se extenderá por 10 años y que tiene como objetivo realizar
la medición más precisa jamás realizada de la radiación de fondo cósmico.
El objetivo es intentar detectar en estos primeros
destellos del cosmos, las diminutas huellas de ondas gravitacionales que habrían
sido generadas por una fase de inflación del universo primigenio. Un proyecto
en el que participan dos laboratorios del IN2P3, APC e IJCLab.
El Observatorio Simons acaba de terminar su fase
principal de construcción en las alturas del desierto de Atacama en Chile y
comenzará a recopilar datos que conducen a las mediciones más precisas jamás
realizadas de la luz más antigua del universo. Esta última, conocida como
radiación de fondo cósmico (Cosmic Microwave Background en inglés), fue emitida
aproximadamente 380,000 años después del Big Bang y contiene los secretos del
nacimiento del cosmos.
De hecho, los científicos predicen que un período de
expansión rápida del universo en sus primeros instantes, llamado inflación,
podría haber generado ondas gravitacionales en la trama del espacio-tiempo.
Estas ondas afectan las propiedades de polarización de la luz de la radiación
de fondo cósmico al imprimirle un patrón particular, que los cosmólogos llaman
"modos B de polarización".
"Su descubrimiento proporcionaría una ventana
sin precedentes sobre cómo nació el universo y ofrecería una confirmación de la
teoría de la inflación", explica Mark Devlin, codirector del observatorio
de la Universidad de Pensilvania. "La amplitud de los modos B primordiales
nos informará sobre el estado del universo en los primeros instantes después de
su nacimiento."
"La cuestión del origen del universo siempre ha
fascinado a los humanos", declara Brian Keating, investigador principal
del observatorio de la Universidad de California en San Diego. "Con el
Observatorio Simons, estamos a punto de descubrir respuestas enraizadas no en
meras especulaciones, sino en los datos más precisos jamás recopilados por los
telescopios más avanzados del mundo."
"Llevamos la investigación sobre el universo
primordial a un nuevo nivel", declara Suzanne Staggs, codirectora del
Observatorio Simons en la Universidad de Princeton. "La sensibilidad de
nuestros instrumentos abre nuevas perspectivas para el campo."
La búsqueda
Uno de los principales objetivos científicos del
Observatorio Simons es ayudar a esclarecer qué sucedió en el primer
decillonésimo de segundo después del Big Bang (es decir, un trillón de un
trillón de un milmillonésimo de segundo). En ese breve instante, los
científicos creen que el universo multiplicó su tamaño por un factor de 100
trillones de trillones. Sería comparable a una bacteria que crece hasta el
tamaño de una galaxia.
Para aprovechar condiciones de observación ideales,
el Observatorio Simons está establecido en el monte Toco a casi 5200 m de
altitud en el desierto de Atacama en Chile. En la imagen aparecen los tres
telescopios de 40 centímetros de apertura (SAT), rodeados por una pantalla que
los protege de las emisiones terrestres, y en primer plano la estructura del
telescopio de 6 metros de apertura (LAT) en proceso de instalación.
Las fluctuaciones cuánticas en el universo
primordial habrían generado las primeras inhomogeneidades en el cosmos que
posteriormente evolucionaron para crear la distribución de materia que
observamos en el universo moderno. Estas mismas fluctuaciones también generaron
ondulaciones en el espacio-tiempo llamadas ondas gravitacionales primordiales.
Aunque este período inflacionario fue un momento
crucial en la historia del universo, no podemos observarlo directamente. El
universo primitivo era entonces demasiado caliente y denso para que la luz
pudiera propagarse libremente. Solo después de 380,000 años de evolución, y el
enfriamiento del plasma que constituye el universo primordial, la luz pudo
comenzar a moverse sin obstáculos. Es la radiación de fondo cósmico que
observamos hoy.
Como la luz que pasa a través de un par de gafas de
sol polarizadas, la luz de la radiación de fondo cósmico puede tener una
orientación preferida, o "polarización". Las ondas gravitacionales de
la inflación habrían dejado patrones sutiles llamados modos-B en la
polarización de la radiación de fondo cósmico. Detectar estos modos-B
proporcionaría información sin precedentes sobre los primeros instantes del
universo.
"Estamos en busca de una señal generada durante
el primer milmillonésimo de un trillón de un trillón de segundo después del Big
Bang", declara Arthur Kosowsky, portavoz de la colaboración del
Observatorio Simons de la Universidad de Pittsburgh. "Nadie sabe si esta
señal es aún lo suficientemente grande como para ser vista hoy. Verla sería
como ganar la lotería de la física: el impacto científico sería inmenso."
Mapear la radiación de fondo cósmico
El Observatorio Simons comprende tres telescopios de
pequeña apertura de 0.4 metros (SAT) y un telescopio de gran apertura de 6
metros (LAT), que juntos alcanzarán una sensibilidad sin precedentes para la
medición de la polarización de la radiación de fondo cósmico. Desde abril de
2024, dos de los SAT han sido calibrados y están ahora en fase de observación;
se espera que el tercer SAT esté operativo en los próximos meses y el LAT a
principios del próximo año.
Imagen del planeta Júpiter con los detectores del
Observatorio Simons. El tamaño aparente del planeta refleja la resolución de
las ópticas del telescopio. Los escaneos de Júpiter están entre las primeras
observaciones y se han utilizado para calibrar los instrumentos del
observatorio.
El tamaño del Observatorio Simons y el uso innovador
de nuevas tecnologías le permiten crear mapas detallados de la radiación de
fondo cósmico a un ritmo varias veces superior al de la generación anterior de
telescopios. Juntos, los cuatro telescopios del observatorio tendrán 60,000
detectores recopilando datos, más que todos los demás proyectos combinados.
Los detectores superconductores del observatorio
funcionan a temperaturas de 0.1 grados por encima del cero absoluto, utilizando
una tecnología de enfriamiento similar a la utilizada para computadoras
cuánticas. "Estoy impresionado de que nuestros instrumentos funcionen tan
bien", declara Jeff McMahon, miembro fundador del Observatorio Simons de
la Universidad de Chicago. "Estoy aún más entusiasmado con los datos
científicos que estos telescopios comienzan a producir."
Los tres SAT estudiarán conjuntamente una zona que
abarca el 20 % del cielo del hemisferio sur, mientras que el LAT mapeará el 40
% del cielo con una resolución más fina. Al combinar la sensibilidad de los
telescopios con técnicas innovadoras de análisis de datos, el equipo del
Observatorio Simons maximiza sus posibilidades de detectar los modos-B
buscados.
El futuro del observatorio
Después de aproximadamente cuatro años de
funcionamiento, el observatorio se beneficiará de la adición de 30,000
detectores adicionales gracias a una subvención otorgada por la National
Science Foundation (Estados Unidos). El período total de observación de los
telescopios será de aproximadamente 10 años.
"Diez años pueden parecer largos, pero si usas
las capacidades de los telescopios actuales, tomaría 60 años alcanzar nuestra
sensibilidad", explica Mark Devlin. Se espera que telescopios adicionales
financiados por Japón y el Reino Unido entren en servicio en 2026, duplicando
el número de SAT.
Una participación francesa en el observatorio
Los equipos del IN2P3 participan en el proyecto
Simons, con la participación de los laboratorios APC e IJCLab.
"Detectar los modos B de polarización es como
encontrar una aguja en un pajar", precisa Josquin Errard, laureado con una
beca europea sobre el tema (ERC) y co-responsable de la medición de los modos B
primordiales dentro de la colaboración. "Las observaciones de la radiación
de fondo cósmico están efectivamente afectadas por todo tipo de emisiones de
origen astrofísico y ambiental que contaminan la señal, en particular las
emisiones provenientes de nuestra propia galaxia: la Vía Láctea. Estamos
trabajando en el desarrollo de nuevos métodos de análisis de datos que
permitirán separar las diferentes contribuciones."
En paralelo, se está discutiendo una posible
contribución instrumental francesa al observatorio, pilotada por el LPSC, en
asociación con CNRS Physique y CNRS Terre & Univers. El objetivo es la
adición de un nuevo SAT centrado en la caracterización y sustracción de las emisiones
de polvo galáctico que contaminan la señal cósmica, este nuevo telescopio
permitiría aprovechar al máximo la sensibilidad del observatorio a las ondas
gravitacionales primordiales.
"Con el éxito de la misión del satélite Planck,
Francia se ha posicionado como un líder en la ciencia del universo primordial.
Una participación reforzada de nuestra comunidad en el observatorio permitiría
valorar todas nuestras competencias, ya sean instrumentales o en análisis de
datos", añade Thibaut Louis, investigador del IJCLab y responsable del
proyecto "Simons Observatory" en el IN2P3.
Sobre el Observatorio Simons
El equipo científico del Observatorio Simons
proviene de la unión de dos colaboraciones: el Atacama Cosmology Telescope y el
Simons Array. En 2014, el matemático y cofundador de la Simons Foundation, Jim
Simons, propuso financiar esta nueva colaboración.
Las extensiones al proyecto inicial han sido
financiadas por la National Science Foundation (Estados Unidos), y por fondos
de investigación e innovación en el Reino Unido y Japón. El proyecto también ha
obtenido apoyo financiero de las universidades fundadoras: las universidades de
Princeton, Berkeley, San Diego, Chicago y Pensilvania. En total, la
colaboración reúne a más de 350 investigadores de más de 35 instituciones.
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