“Los datos que llegan de Venus solo se explican por la presencia de vida microbiana”
Dos nuevas investigaciones han detectado por separado evidencia de fosfina y amoníaco, posibles biomarcadores en las nubes de Venus. Los signos de estos dos gases en la espesa capa global de nubes de Venus podrían indicar la presencia de alguna forma de vida microbiana, en un planeta cuya superficie alcanza una temperatura de 450°C.
Las recientes presentaciones de dos equipos
científicos en la Reunión Nacional de Astronomía en la Universidad de Hull, en
Reino Unido, renuevan la discusión en torno a la existencia de alguna forma de
vida microbiana en Venus, el “gemelo maldito” de nuestro planeta. Un grupo de
investigadores liderado por el Dr. Dave Clements, del Imperial College de
Londres, indicó haber descubierto evidencias de la presencia de fosfina en las
nubes de Venus, mientras que el equipo conducido por la profesora Jane Greaves,
de la Universidad de Cardiff, detectó fuertes indicios de amoníaco.
La fosfina ya se había identificado previamente en
Venus en 2020, y aunque en principio el hallazgo parecía tener destino de
certeza, posteriormente fue puesto en duda por otras investigaciones. Ahora,
los datos obtenidos por Clements vuelven a darle fuerza a esta posibilidad, que
podría indicar además la existencia de vida microbiana en las nubes del
“planeta infernal”.
La superficie de Venus alcanza una temperatura de
450°C, suficiente como para fundir plomo y zinc, en tanto que la presión
atmosférica es 90 veces mayor que aquella que se experimenta en la superficie
terrestre. También existen nubes de ácido sulfúrico, completando un escenario
nada propicio para la vida. Sin embargo, a unos 50 kilómetros sobre la
superficie, la temperatura y la presión son más similares a las condiciones que
pueden hallarse en la Tierra. Potencialmente, microbios muy resistentes podrían
desarrollarse en ese contexto.
Como en la Tierra el gas fosfina es producido por
microbios en ambientes privados de oxígeno y otras fuentes como la actividad
volcánica tienden a ser muy ineficientes, en los planetas rocosos la presencia
de este gas se considera un marcador de vida. A pesar de esto, su presencia no
puede considerarse una prueba irrefutable de vida hasta tanto no se descarten
las fuentes no biológicas.
Las últimas observaciones de Clements y sus colegas
con el telescopio James Clerk Maxwell (JCMT) permitieron rastrear la firma de
fosfina a lo largo del tiempo: los científicos lograron fortalecer la evidencia
de la presencia del gas y descubrieron además que su detección parecía seguir
el ciclo día-noche del planeta.
"Si Venus pasó por una fase cálida y húmeda en
el pasado, cuando el calentamiento global descontrolado entró en vigor y generó
las condiciones actuales, es posible que la vida haya evolucionado para
sobrevivir en el único nicho que le quedaba: las nubes", indicó Clements
según un artículo de The Guardian.
Por otra parte, el equipo liderado por Jane Greaves
encontró fuertes indicios de amoníaco en las nubes de Venus. Este gas también
está asociado con la vida en la Tierra, ya que es producido por bacterias que
metabolizan el nitrógeno. Al mismo tiempo, está vinculado a múltiples procesos
industriales.
Según un artículo publicado en Interesting
Engineering, Greaves y Clements coincidieron en que se necesitan observaciones
de seguimiento para la confirmación de ambos hallazgos. Y aunque la
identificación de estos biomarcadores no puede considerarse aún una prueba de
vida, los especialistas sugieren que es muy difícil explicar la presencia de
estos gases en las nubes de Venus por procesos geológicos o atmosféricos.
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