Salvar objetos que dejan al descubierto los glaciares, nuevo reto para los arqueólogos
El rápido retroceso de los glaciares en los Alpes
supone un nuevo desafío para los arqueólogos, el de salvar de la desintegración
los objetos que el hielo y las masas de nieve han conservado intactos durante
muchos años, incluso siglos, y ahora están quedando a la intemperie.
Un ejemplo es el glaciar Taschachferner, en el valle
tirolés del Pitztal (en oeste de Austria), que ha retrocedido cientos de metros
entre 1970 y 1987.
En agosto, arqueólogos de la Universidad de
Innsbruck realizaron la primera inspección del lugar del glacial donde se
estrelló un bombardero estadounidense B-17 en 1944, tras un ataque a la fábrica
de Skoda, en la actual República Checa.
Este avión, que se precipitó a 2.500 metros de
altura, estuvo enterrado bajo el hielo durante décadas, pero ahora sus restos
empiezan a salir a la luz.
No es el único hallazgo significativo en esta
región. En 2016, los arqueólogos encontraron en el cercano pico Seekarjoch, a
casi 3.000 metros de altitud, una trampa de madera de pino para cazar íbices
alpinos o cabras salvajes.
Colocada en el siglo XIV, se ha conservado hasta
nuestros días gracias a las bajas temperaturas y el hielo que la cubría.
Este tipo de artefactos, hechos de materiales
orgánicos, corren el riesgo de desaparecer rápidamente ahora que ya no cuentan
con la protección del hielo.
Reaccionar a tiempo
Ante el rápido deshielo que está causando el
calentamiento del planeta, los arqueólogos temen que muchos objetos de interés
se pierdan si no se toman medidas inmediatas para su conservación, y piden
medidas coordinadas para salvar estos descubrimientos.
«En realidad no existe una estrategia específica
para proteger los hallazgos del glaciar. Los artefactos suelen ser descubiertos
accidentalmente por montañeros. Intentamos reaccionar lo antes posible cuando
nos los notifican», explica a EFE el arqueólogo Johannes Pöll, de la Oficina
federal de protección de monumentos de Austria.
El experto considera muy importante realizar
búsquedas sistemáticas en zonas donde se sospecha la presencia de objetos antiguos,
especialmente en viejos cruces alpinos, pero reconoce que «esto sólo es posible
con mucho gasto de personal y tiempo, y en Austria no hay capacidad para ello».
Destaca que el hallazgo del bombardero B-17 en el
Taschachferner «es una muestra fascinante de la historia bélica del
nacionalsocialismo».
«Suponemos que en el futuro seguirán apareciendo
hallazgos apasionantes en el glaciar», comenta Pöll.
Por su parte, Thomas Bachnetzer, también arqueólogo,
explica que las piezas más pequeñas del bombardero se están dispersando por el
desplazamiento del hielo y los deslizamientos de tierra.
Su equipo ya ha comenzado a clasificar y documentar
los fragmentos para evitar su pérdida.
Bachnetzer señala a EFE las dificultades logísticas
a las que se enfrenta el equipo en las expediciones de alta montaña, donde los
hallazgos suelen estar a alturas de entre 2.500 y 3.000 metros, lejos de
carreteras y accesos fáciles.
Además, las condiciones meteorológicas impredecibles
en la montaña limitan el tiempo de trabajo en los yacimientos.
«La recuperación debe llevarse a cabo con mucho
cuidado, especialmente cuando se trata de materiales orgánicos, que suelen ser
extremadamente frágiles», explica el arqueólogo.
La ayuda de los montañistas
Además de conferencias y publicaciones en los medios
de comunicación para sensibilizar a la población sobre la importancia de estos
hallazgos, los arqueólogos han comenzado a utilizar herramientas digitales para
facilitar la salvación de los objetos.
Un ejemplo es la aplicación ‘IceWatcher’, que
permite a montañistas y excursionistas reportar hallazgos arqueológicos en
tiempo real.
Tanto Pöll como Bachnetzer subrayan la importancia
de reaccionar rápidamente.
«Estamos convencidos de que la aplicación,
desarrollada por nuestros colegas suizos, contribuirá a que en el futuro se
comuniquen más descubrimientos nuevos», afirma Pöll.
«Es imposible para los arqueólogos investigar todas
las zonas glaciares», por lo es clave la colaboración de otros a través de
aplicaciones, dice Bachnetzer.
Con el mismo objetivo se han distribuido folletos
informativos en refugios cercanos a los glaciares. EFE
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