Tiburones de gran tamaño se cazan unos a otros
Desde hace años, el marcaje de especies marinas
mediante transmisores permite a los científicos hacer un seguimiento de su
migración, comportamiento y estado de conservación.
Un equipo de investigación, liderado por la
Universidad Estatal de Arizona (EE UU), logró de esta forma seguir el rastro de
una hembra de marrajo sardinero en su periplo migratorio. Lo que no esperaban
encontrarse es su fatídico desenlace: terminar devorada por otro tiburón de
mayor tamaño. El acontecimiento ocurrió al suroeste de las islas Bermudas, en
un momento en el que el espécimen, que era una hembra, estaba preñada.
Qué especie la cazó sigue siendo una incógnita,
aunque los científicos barajan la posibilidad de que se tratase de un gran
tiburón blanco. “No es la primera vez que un escualo de gran tamaño es devorado
por otro tiburón aún más grande, pero las observaciones de estos casos de
depredación han sido escasas y aisladas, y ésta es la primera depredación
documentada de un marrajo sardinero.
La depredación es más común en especies de tiburones
más pequeños”, apunta a SINC Brooke Anderson, autor principal del trabajo que
publica la revista Frontiers in Marine Science.
No es la primera vez que un escualo de gran tamaño
es devorado por otro
En el Atlántico noroccidental, los marrajos
sardineros fueron objeto de pesca con fines alimentarios a partir de principios
de la década de 1960. Lamentablemente, la población se desplomó y desde
entonces se han promovido restricciones a su captura. “En la actualidad, se
cazan principalmente de forma accidental, pero los pescadores comerciales y
recreativos de EE UU también pueden matarlos en cantidades limitadas”, apunta
Anderson.
Descubrir los misterios del océano abierto siempre
ha sido un reto. El desarrollo y avance de las tecnologías de marcado por
satélite en las últimas décadas ha permitido rastrear y descubrir
comportamientos novedosos en especies marinas como los tiburones de gran movilidad.
“Es posible que cuantos más de estos grandes tiburones marquemos y rastreemos,
más comportamientos como este se revelen”, asegura el científico.
Estas tecnologías tienen la capacidad de rastrear
los movimientos tridimensionales de las especies marinas y también pueden
incluir datos de variables ambientales en alta resolución. Existen desde hace
varias décadas, pero han ganado popularidad a partir de la década de 2010.
“Estoy impaciente por ver qué nuevos datos ecológicos podemos recopilar en el
futuro”, enfatiza el experto.
Cada marrajo capturado por el grupo de investigación
fue equipado con dos etiquetas satelitales, un transmisor en una aleta y una
etiqueta satelital de archivo (PSAT, por sus siglas en inglés).
Las etiquetas envían la ubicación a los satélites
cuando el animal sube a la superficie. Por su parte, los PSAT miden la
profundidad y la temperatura y almacenan estos datos hasta que la etiqueta se
cae, generalmente después de un período predeterminado. Después de esto se
quedan flotando en la superficie y transmiten sus datos almacenados a los
satélites.
Entre los marrajos marcados había una hembra
embarazada, de 2,2 metros de largo. Su seguimiento era importante para
identificar hábitats de los ejemplares en reproducción y sus crías. Sin
embargo, el PSAT de esta hembra comenzó a transmitirse fuera de las Bermudas 158
días después de su liberación, lo que implicaba que se habría desprendido y
flotaba en la superficie.
Los datos transmitidos al satélite indicaron que la
ejemplar de marrajo sardinero había estado navegando durante cinco meses a una
profundidad entre 100 y 200 metros por la noche y entre 600 y 800 metros
durante el día, en aguas con una temperatura entre 6,4 °C a 23,5 °C. Durante
este tiempo, la etiqueta de montaje de aleta transmitió localización solo una
vez, lo que confirma que permaneció bajo el agua la mayor parte del tiempo.
El equipo maneja dos posibles depredadores
endotérmicos lo suficientemente grandes como para devorar a un marrajo maduro
en la zona y época del suceso: un tiburón blanco Carcharodon carcharias o un
marrajo común Isurus oxyrhinchus.
El 24 de marzo de 2021 y los cuatro días
posteriores, la temperatura medida por el PSAT se mantuvo casi constante en 22
°C, a una profundidad de entre 150 y 600 metros. Los científicos solo le
encontraron una explicación: ese día tuvo que ser devorado por un depredador
más grande y la etiqueta satelital excretada cuatro días después, comenzando a
transmitir.
Los científicos manejan dos posibles candidatos a
depredadores endotérmicos lo suficientemente grandes como para devorar a un
marrajo maduro en la zona y época del suceso: un tiburón blanco Carcharodon
carcharias o un marrajo común Isurus oxyrhinchus.
Este último se alimentan habitualmente de tiburones
pequeños, cetáceos, peces, tortugas y aves marinas. Por su parte, los tiburones
blancos también se alimentan de ballenas, delfines, focas y rayas. De los dos
candidatos, un gran tiburón blanco para el culpable más probable. “El marrajo
suele realizar inmersiones oscilatorias rápidas entre la superficie del mar y
las profundidades durante el día mientras está en mar abierto, un
comportamiento no registrado por el PSAT”, señala la investigación.
En este suceso, el grupo no solo perdió una hembra
reproductora que podría contribuir al crecimiento de la población, sino también
a todas sus crías en desarrollo. “Si la depredación está más extendida de lo
que se pensaba, podría tener repercusiones importantes para la población de
tiburones marrajos sardineros, que ya está sufriendo debido a la sobrepesca
histórica”, dice el científico de la universidad estadounidense.
Los marrajos sardineros son tiburones del Atlántico,
el Pacífico Sur y el Mediterráneo. Son muy activos y de gran tamaño (alcanzan
hasta 3,7 metros de largo y 230 kg de peso) y bastante longevos, ya que viven
de 30 a 65 años.
Las hembras
no se reproducen hasta que tienen unos 13 años, y entonces tienen una media de
cuatro crías cada uno o dos años, tras un periodo de gestación de entre ocho y
nueve meses.
“Entre las medidas que pueden utilizarse para
contribuir a la recuperación de la población de marrajo sardinero figuran la
restricción de capturas, las zonas protegidas y las estrategias de reducción de
las capturas accesorias. Mi investigación se ha centrado en la identificación
de hábitats importantes, como los de gestación y cría, que pueden utilizarse
para ayudar a la conservación y la gestión”, concluye Anderson.
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