Misterios y rituales en Stonehenge: la magia del solsticio de invierno revive en el megalito sagrado
Bajo un cielo brumoso y cargado de misticismo, miles de personas acudieron al ancestral monumento de Stonehenge, en Inglaterra, para celebrar el solsticio de invierno, el día más corto del año en el hemisferio norte. Entre cánticos, atuendos druidas y símbolos antiguos, el ambiente evocaba rituales que parecen resonar desde lo más profundo del pasado humano.
A medida que el sol despuntaba entre las gigantescas piedras del círculo megalítico, los asistentes rompieron en aplausos y vítores, señalando un momento que, durante milenios, se ha asociado con la renovación, el renacimiento y el eterno ciclo de la naturaleza. Este evento, arraigado en tradiciones paganas, revive cada año con una mezcla de espiritualidad, simbolismo y asombro ante el cosmos.
Un portal entre mundos
Con una precisión arquitectónica que desafía el entendimiento moderno, Stonehenge fue erigido hace más de 4.000 años, alineado cuidadosamente para que sus piedras señalen el amanecer del solsticio. Durante esta celebración, los visitantes tienen el privilegio único de tocar las rocas ancestrales, como si buscaran conectar con los secretos de aquellos que levantaron este enigmático monumento.
Chris Smith, uno de los asistentes, describió la experiencia como una oportunidad para reflexionar y renacer: "Celebramos la renovación y el renacimiento. Este lugar tiene algo más allá de lo físico, una energía que conecta el pasado con el presente, la humanidad con el cosmos."
Ecos de un pasado remoto
Construido entre 3.000 y 2.300 años antes de nuestra era, Stonehenge no es solo un lugar de observación astronómica, sino también un espacio de rituales cargados de simbolismo. Las sombras de las gigantescas piedras parecen susurrar historias de druidas, ceremonias antiguas y conexiones con lo divino. Su misteriosa disposición sigue siendo un enigma para arqueólogos y astrónomos, quienes apenas comienzan a desentrañar los secretos de este colosal legado.
Cada año, el solsticio de invierno y su contraparte, el solsticio de verano, atraen a multitudes que se reúnen para rendir homenaje al sol, el tiempo y los ciclos que marcan la vida en la Tierra. Entre la niebla y la luz del amanecer, Stonehenge se alza como un recordatorio de que, incluso en la era moderna, seguimos buscando respuestas en las piedras y en las estrellas.
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