El niño de Lapedo, mitad Sapiens mitad Neandertal, vivió hace 28.000 años
Un nuevo análisis del esqueleto hallado en Portugal confirma que se trata de la primera evidencia del cruce entre neandertales y sapiens, arrojando más detalles sobre su enterramiento
El
niño de Lapedo, hallado en 1998 en el abrigo rocoso de Lagar
Velho, en Portugal, ha sido objeto de un nuevo estudio que
confirma que su muerte ocurrió hace entre 27.780
y 28.550 años. Este esqueleto, descubierto en un enterramiento
gravetiense, supuso la primera prueba del cruce entre neandertales
y Homo sapiens, al presentar una combinación de rasgos de ambas
especies.
El arqueólogo João Zilhão,
quien lideró el primer estudio del hallazgo, ha vuelto a analizar los restos
utilizando un método avanzado de datación por radiocarbono basado en la hidroxiprolina, un aminoácido exclusivo del
colágeno óseo. Este procedimiento ha permitido establecer una fecha precisa
para el esqueleto, confirmando su importancia en el estudio de la evolución
humana.
Un entierro con rituales funerarios
El esqueleto pertenecía a un niño
de cuatro o cinco años, cuyos huesos estaban teñidos
de ocre y envueltos en conchas
marinas, lo que indica la existencia de rituales funerarios en
su comunidad. Cerca del cuerpo, se han identificado restos de un gazapo, probablemente depositado como ofrenda, así como huesos de ciervo utilizados para
sostener el cadáver en su posición.
Este enterramiento es el único hallado del Paleolítico Superior en la Península Ibérica
y uno de los pocos casos documentados de sepultura
infantil en este periodo. Su estudio ha aportado información
clave sobre el papel de los niños en las comunidades prehistóricas.
Un descubrimiento que cambió la historia
El análisis inicial de los restos
ya reveló un "mosaico" de rasgos
anatómicos: aunque la cara del niño era propia de un Homo
sapiens, su cuerpo era robusto, con piernas cortas, características típicas de
los neandertales. Este hallazgo fue determinante para
demostrar que ambas especies se hibridaron
y que los neandertales forman parte del linaje de los humanos modernos.
Desde
su descubrimiento, el niño de Lapedo ha sido una pieza clave en la comprensión
de la evolución humana. Ahora, este nuevo estudio no solo ratifica su
importancia, sino que también pone de relieve la utilidad de las técnicas
modernas de datación en el análisis de restos paleontológicos en mal estado de conservación.
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