Una estructura desconocida bajo Yellowstone evita que el supervolcán entre en erupción
Científicos estadounidenses identifican una estructura porosa bajo la caldera que permite liberar presión y evita una erupción catastrófica
El
supervolcán de Yellowstone, ubicado en el Parque Nacional del mismo nombre al
norte de Estados Unidos, es uno de los más vigilados del planeta debido a su
potencial destructivo. Sin embargo, un reciente estudio publicado en Nature ha revelado que una capa de magma porosa
situada a unos 3.800 metros de profundidad podría ser la clave para mantener
inactivo este gigantesco sistema geológico.
La estructura
identificada actúa como una especie de “tapa respirable” que permite liberar lentamente
los gases que se acumulan bajo la caldera. Esta liberación evita un aumento
crítico de presión que podría desencadenar una erupción masiva. El hallazgo ha
sido posible gracias al uso de tecnología sísmica desarrollada para exploración
petrolera, mediante la cual se generaron ondas con un camión de casi 24
toneladas que ayudaron a visualizar las capas internas del subsuelo con una
precisión sin precedentes.
Imágenes con precisión sin igual
El equipo de
investigación, formado por expertos de las universidades de Rice, Nuevo México,
Utah y Texas, logró detectar un reflector sísmico intenso que sugiere la
presencia de una zona físicamente distinta al resto del terreno: una
acumulación de silicato fundido, agua y gas atrapados entre rocas porosas. Esta
formación actuaría como un sistema de descompresión natural.
“Es como si
el volcán pudiera respirar”, explican los autores. Este mecanismo sería
coherente con las emisiones de gases magmáticos detectadas en las fuentes
termales del parque, una señal de que el sistema volcánico, aunque activo, no
está próximo a una erupción.
Un gigante dormido, pero en movimiento
Aunque
Yellowstone permanece estable, no está completamente inactivo. Cada año se
registran entre 1.000 y 3.000 pequeños terremotos relacionados con su actividad
subterránea. A lo largo de su historia, el supervolcán ha registrado tres
grandes erupciones, la última hace 640.000 años. Según los expertos, el
hallazgo de esta capa de magma porosa permite entender mejor su comportamiento
y mejora los modelos de predicción en caso de futuros episodios.
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