La vida pudo comenzar en el espacio: descubren moléculas clave del metabolismo formadas fuera de la Tierra

Científicos de Hawái logran recrear en laboratorio las condiciones del espacio profundo y sintetizan ácidos fundamentales del ciclo de Krebs, lo que refuerza la teoría de un origen extraterrestre del metabolismo

Durante décadas, una de las preguntas más difíciles de responder en biología ha sido cómo surgió el metabolismo, ese entramado de reacciones químicas que permite a los seres vivos transformar materia en energía. Un nuevo estudio, sin embargo, podría cambiar radicalmente lo que sabíamos hasta ahora: las moléculas esenciales para este proceso no se habrían formado en la Tierra, sino en el espacio profundo, mucho antes de que existiera nuestro planeta.

Investigadores del Departamento de Química de la Universidad de Hawái en Mānoa han conseguido recrear en laboratorio las condiciones extremas del espacio interestelar, simulando el entorno de las densas nubes moleculares que flotan entre las estrellas. Lo hicieron en el Laboratorio de Investigación en Astroquímica WM Keck, donde expusieron gases congelados a radiación cósmica y luego los calentaron gradualmente. El resultado fue sorprendente: sintetizaron todos los ácidos carboxílicos del ciclo de Krebs, un proceso bioquímico fundamental para la vida.

El ciclo de Krebs y el origen universal de la vida

El ciclo de Krebs, también conocido como ciclo del ácido cítrico, es una secuencia esencial de reacciones químicas que todas las células vivas utilizan para obtener energía. Es considerado uno de los mecanismos más antiguos del metabolismo. Su aparición espontánea, sin intervención biológica, abre la puerta a una visión radical: los componentes básicos de la vida podrían haberse originado en el cosmos, viajando en meteoritos o cometas antes de integrarse en la química de la Tierra primitiva.

La idea no es nueva, pero ahora tiene evidencia concreta. Ya se habían detectado moléculas similares en cuerpos celestes como el asteroide Ryugu o el meteorito Murchison. Este estudio, sin embargo, es la primera demostración experimental de que pueden formarse de manera abiótica en condiciones espaciales.

El esqueleto molecular del protometabolismo

Para el geólogo Fernando Gómez, del CICTERRA y la Universidad Nacional de Córdoba, este hallazgo es un hito. Explica que estas moléculas pueden haber representado una red química previa al metabolismo moderno, conocida como protometabolismo, que luego fue adoptada por las primeras formas de vida en la Tierra. En lugar de surgir por evolución biológica, los primeros seres vivos habrían incorporado estos compuestos ya disponibles en su entorno.

Simular el espacio profundo requiere reproducir en cámaras especiales condiciones de vacío, temperaturas cercanas al cero absoluto, presiones extremas y radiación. Según Gómez, esta metodología permite comparar los productos generados con los compuestos encontrados en meteoritos y cometas, piezas del puzle que guardan memoria química del origen del sistema solar.

Vida más allá de la Tierra

Ralf I. Kaiser, profesor en UH Mānoa y coautor del estudio, señala que este trabajo “demuestra que los ingredientes básicos de la química de la vida pueden haberse generado en el espacio, mucho antes de la formación de la Tierra”. El experimento logró sintetizar ácidos monocarboxílicos, dicarboxílicos y tricarboxílicos: exactamente los mismos compuestos que sustentan el metabolismo en todos los organismos actuales.

La implicación más profunda es que la vida, o al menos su química esencial, no es exclusiva de nuestro planeta. Si estas moléculas pueden surgir en cualquier rincón del universo con condiciones similares, las semillas de la vida podrían estar repartidas por miles de planetas aún desconocidos.

Un avance que refuerza la astrobiología

Con misiones recientes que han confirmado la presencia de compuestos orgánicos complejos en cometas, asteroides y discos protoplanetarios, este hallazgo llena una pieza clave que faltaba: comprobar si también estaban presentes las estructuras químicas del metabolismo. Ahora, la respuesta es afirmativa.

Según Mason Mcanally, autor principal del estudio, “esta investigación sitúa a Hawái en la vanguardia de la astrobiología y la química espacial”. Más que ciencia ficción, se trata de un paso decisivo hacia la comprensión del origen de la vida en la Tierra… y quizás en muchos otros mundos.

 

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