Descubren dos nuevas especies de dinosaurios herbívoros
Un equipo de paleontólogos liderados por Martín Hechenleitner, investigador del CONICET en Argentina, descubrió dos nuevas especies de dinosaurios titanosaurios en la Quebrada de Santo Domingo, una zona de la precordillera ubicada en La Rioja (Argentina).
Estos titanosaurios
–dinosaurios herbívoros de gran tamaño, cuadrúpedos, de cuello y cola larga y
cabeza proporcionalmente pequeña–, habrían vivido hace más de 70 millones de
años, en el período conocido como Cretácico, previo a la extinción de los dinosaurios.
Si bien se conocía que en la Patagonia fueron muy abundantes, no se hallaban
especies nuevas de este grupo de dinosaurios en el noroeste argentino desde
hace cuarenta años. La novedad acaba de publicarse en la revista
'Communications Biology'.
La primera de estas dos nuevas especies descubiertas
–que presentan diferencias anatómicas que los distinguen del resto de los
saurópodos conocidos hasta ahora- habría alcanzado unos 20 metros de largo y
fue bautizado Punatitan, que significa “gigante de La Puna”, justamente por su
gran tamaño. El segundo, del que se presume que sea uno de los titanosaurios
más pequeños de Sudamérica, habría rondado las tres toneladas de peso y los
siete metros de largo: fue bautizado como Bravasaurus, en referencia a la Reserva
Provincial Laguna Brava.
“Este
hallazgo nos da un panorama mucho más amplio de lo que habría sido la
diversidad de esos dinosaurios en el Noroeste de Argentina”, comenta
Hechenleitner, que trabaja en el Centro Regional de Investigaciones Científicas
y Transferencia Tecnológica de La Rioja (CRILAR, La Rioja – SEGEMAR – CONICET–
UNLAR – UNCA). “A pesar de que estos dinosaurios fueron extremadamente
abundantes en el continente sudamericano, la mayoría del registro viene de la
Patagonia y de algunos lugares del sur de Brasil, pero se sabía muy poco de qué
pasó en el resto del continente. Tampoco sabíamos, hasta ahora, cuál era la
conexión que había entre Brasil y la Patagonia hacia fines del Cretácico. Lo
que nos muestran estos fósiles es que tenían un parentesco cercano con
dinosaurios de ambas regiones”.
La dificultad en el acceso fue una de las
principales razones por las que las excavaciones en la zona de la Cordillera de
Los Andes en La Rioja no eran tan comunes hasta ahora, como sí sucede en otros
sitios de Argentina. “Lo poco que se conocía del Cretácico del noroeste
pertenecía a Salta, y hace poco más de 10 años se está empezando a conocer qué
pasó en La Rioja”, asegura Hechenleitner.
Para completar este hallazgo, de hecho, el equipo de
científicos tuvo que superar varios obstáculos logísticos. En la primera
expedición que realizaron, en 2015, se dirigieron a la Quebrada de Santo Domingo,
una localidad recóndita ubicada a 3200 metros de altura, porque tenían el dato
de que allí, en la década de los noventa, unos geólogos australianos habían
encontrado un puñado de fragmentos de huesos de dinosaurios. Pero no tenían
algo básico: la ubicación exacta del hallazgo. “El problema fue que cuando
llegamos al lugar, las rocas que están en ese valle, que podrían haber
contenido los huesos, afloran en un área de 15 kilómetros de largo, por 4 de
ancho. Había para caminar un año entero. Una coordenada de GPS nos permite ir
al lugar exacto, ahorrándonos mucho tiempo. En este caso no la teníamos. Fuimos
a buscar casi a ciegas”, recuerda el paleontólogo.
Durante los diez días que duró aquella primera
campaña no encontraron ningún hueso, pero la adversidad no los doblegó:
regresaron al sitio una vez pasada la temporada de nieve, seis meses después.
En esa segunda campaña, después de veinte días de caminatas por el valle,
apareció el primer indicio de que estaban en la senda correcta: una cantidad
copiosa de huevos de dinosaurios. Al año siguiente, una vez terminada la
temporada de lluvia en la zona, volvieron al lugar y ahí sí, al fin, dieron con
los ansiados huesos. Un año después, en la última de las campañas, regresaron a
las coordenadas exactas de ese hallazgo, para terminar con las excavaciones.
“Además de los restos de estos dos nuevos saurópodos hemos encontrado más
huesos, que están en estudio”, adelanta Hechenleitner.
“Gracias a estos hallazgos empezamos a hacernos una
idea de cómo era el panorama de los ecosistemas de esta región –continúa–.
Durante muchos años nos quedamos con la idea de cómo serían los ambientes en
los que vivían los dinosaurios en La Patagonia: pero acá nos encontramos con
que los ambientes no eran exactamente iguales, y los dinosaurios también eran
distintos. Eso lo estamos empezando a entender ahora”.
En cuanto a los huevos de dinosaurios que
encontraron en la zona –numerosas acumulaciones de huevos, y miles de cáscaras
diseminadas por el valle–, los científicos conocían hasta ahora otros dos
sitios de La Rioja en los que los saurópodos habían nidificado. El hallazgo de
estos huevos en la Quebrada de Santo Domingo significa un nuevo lugar de nidificación
con particularidades que lo hacen único, es decir, más información nueva para
interpretar. “Podemos decir que los dinosaurios que nidificaron en este lugar
lo hacían de una manera completamente distinta a la de los otros sitios de La
Rioja, con lo cual nos da una idea de la diversidad en los comportamientos de
nidificación de estos dinosaurios, con adaptaciones específicas a los distintos
ambientes”, explica el científico.
Y aclara: “Hay un lugar de La Rioja donde estos
dinosaurios nidificaban en un ambiente hidrotermal, con pequeñas piletas de
barro con agua caliente, y aprovechaban el calor para incubar los huevos. En
otra región, ponían los huevos en un lugar arenoso, en un ambiente semiárido, y
aparentemente usaban el calor del sol para la incubación. Acá en Santo Domingo
los huevos no están ni en un ambiente hidrotermal ni en uno árido, sino en una
planicie asociada a un río. Posiblemente fue un lugar con bastante vegetación,
lo que puede suponer que ponían los huevos en montículos de vegetación y
tierra, barro, como hacen los cocodrilos actuales. Todavía lo estamos
estudiando”.
Hechenleitner confía en que “estas nuevas especies
se transformen en una referencia de consulta frecuente para los especialistas.
La importancia de este trabajo radica, en parte, en lo geográfico: de la
Patagonia conocemos mucho, pero termina siendo parcial. Para un estudio general
a escala continental, otras regiones cobran relevancia. En este contexto los
fósiles de La Rioja son una pieza clave para entender la complejidad de los
ecosistemas del Cretácico de Sudamérica”, concluye el investigador. (Fuente:
CONICET / DICYT)
.-
Comentarios
Publicar un comentario