Revelan que los trilobites llegaron a “saltar” a tierra firme
Los trilobites son un grupo fósil emblemático de los ecosistemas de la Era Paleozoica que habitaron los mares hace unos 522 millones de años y hasta hace alrededor de 252 millones de años.
Estos artrópodos fueron
especialmente exitosos al final del período Cámbrico y a comienzos el
Ordovícico (entre unos 500 y unos 470 millones atrás), cuando adquirieron su
mayor diversidad taxonómica y morfológica. Igualmente características son sus
huellas o trazas fósiles, que ofrecen a los especialistas evidencias de su
comportamiento e interacción con el medio.
Hasta ahora, los trilobites siempre fueron
considerados animales exclusivamente marinos, incapaces de tolerar variaciones
de salinidad. Sin embargo, el reciente hallazgo de restos y huellas de estos
artrópodos en la cordillera Oriental de Jujuy, en lo que fueron estuarios
(ambientes caracterizados por la mezcla de aguas marinas y fluviales) de los
primeros períodos del Paleozoico, cuestiona esta arraigada premisa paleontológica.
Una investigación multidisciplinaria, publicada
recientemente en la revista Proceedings of the Royal Society B y realizada por
científicos del CONICET el Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra
(CICTERRA, CONICET-UNC), junto a colegas argentinos de la Universidad de
Saskatchewan (Canadá), permitió documentar que algunas especies de trilobites
incursionaron en ambientes de aguas salobres (aquellas que tienen más sales
disueltas que el agua dulce, pero menos que el agua de mar), así como también
que podían tolerar las fluctuaciones de salinidad propias de diferentes
sectores de los estuarios, incluidos aquellos en que las descargas de agua
dulce, provenientes de los ríos, tenían mayor incidencia.
“El descubrimiento fue posible gracias a un trabajo
que integró el análisis paleobiológico de cuerpos y trazas fósiles con un
exhaustivo estudio paleoambiental”, señala Beatriz Waisfeld, investigadora del
CONICET en el CICTERRA, especialista en trilobites y reconstrucción de
ecosistemas paleozoicos, y una de las autoras del trabajo.
Los estuarios son ambientes inestables donde tienen
lugar complejos procesos inducidos por el oleaje, las mareas y los ríos. La
identificación de estos ambientes en el registro geológico no es sencilla y
requiere detallados análisis de los depósitos sedimentarios
“En las sucesiones sedimentarias de la cordillera
Oriental de Jujuy reconocimos el desarrollo de dos estuarios clave para nuestra
investigación. En el más antiguo -correspondiente al Cámbrico Superior, de
aproximadamente unos 486 millones de años-, denominado Miembro Pico de Halcón,
se hallaron, en la porción más cercana al mar, restos del trilobite
Neoparabolina frequens argentina y la traza fósil Cruziana semiplicata. En el
estuario más joven –de unos 467 millones de años antigüedad (Ordovícico Medio)-
conocido como la Formación Alto del Cóndor, están presentes, a través de todo
el estuario, la especie Ogyginus sp. y la traza fósil Cruziana rugosa”, afirma
la primera autora del trabajo, Gabriela Mángano, investigadora del Departamento
de Ciencias Geológicas de la Universidad de Saskatchewan, quien entre 1998 y
2007 formó parte de la Carrera del Investigador Científico y Tecnológico (CIC)
del CONICET.
De acuerdo con Waisfeld, estos distintos
descubrimientos constituyen evidencias de que los trilobites tenían la
capacidad de incursionar en ambientes no marinos y de tolerar condiciones de
agua salobre, así como de que estas posibilidades se dieron de manera
independiente en grupos que no tenían una relación de parentesco cercana entre
sí.
El desafío de
abandonar la zona de confort
“Las causas por la que algunos trilobites se
aventuraron fuera del mar son todavía enigmáticas. Evaluamos tanto la
posibilidad de que habitaran ambientes de agua salobre en forma permanente como
que migraran periódicamente para beneficiarse de las oportunidades ecológicas
que ofrecían otros biomas. En este último caso podrían haber aprovechado las
cuñas salinas que se desarrollan por la diferencia de densidad entre el agua
salada y dulce y que se desplazan en dirección al continente, tal como ocurre
en estuarios actuales como el del Río de la Plata”, explica Mángano.
Sin embargo, los trilobites que lograron internarse
prácticamente hasta las cabeceras del estuario (áreas cercanas a los ríos)
habrían tenido que enfrentar condiciones de notable estrés fisiológico
relacionado a la disminución de la salinidad y a sus frecuentes fluctuaciones.
“Posiblemente, hayan hecho un uso exploratorio u ocasional de estos ambientes.
La estrecha asociación de los restos de Ogyginus con la alta densidad de trazas
de Cruziana sugiere que estas incursiones podrían haber sido hechas con fines
de alimentación. También es probable que estos grupos de trilobites hayan
desarrollado un comportamiento migratorio asociado a alguna etapa de su ciclo
de vida, como podrían ser la reproducción, el crecimiento o la búsqueda de
alimento o refugio”, señala Waisfeld.
Las científicas consideran que es posible que la
visión tradicional de que los trilobites son animales exclusivamente marinos
haya conducido a interpretar depósitos de ambientes someros del Paleozoico
inferior como marinos, debido a la simple presencia del grupo. En este sentido,
esperan que este nuevo aporte estimule investigaciones más profundas de la
fisiología y flexibilidad ecológica de este grupo extinto, al tiempo que
promueva un análisis crítico de los depósitos portadores desde el punto de
vista paleoambiental, no sólo en Argentina, sino también en otras regiones del
mundo.
Referencia
bibliográfica
Mángano MG, Buatois LA, Waisfeld BG, Muñoz DF,
Vaccari NE, Astini RA. 2021 Were all trilobites fully marine? Trilobite
expansion into brackish water during the Early Palaeozoic. Proceedings of the
Royal Society B.
https://doi.org/10.1098/rspb.2020.2263
Referencia
bibliográfica
Mángano MG, Buatois LA, Waisfeld BG, Muñoz DF,
Vaccari NE, Astini RA. 2021 Were all trilobites fully marine? Trilobite
expansion into brackish water during the Early Palaeozoic. Proceedings of the
Royal Society B. https://doi.org/10.1098/rspb.2020.2263
Sobre
investigación:
Gabriela Mángano. University of Saskatchewan
(Canadá).
Luis. A. Buatois. University of Saskatchewan
(Canadá),
Beatriz G. Waisfeld. Investigadora principal.
CICTERRA:
Diego F. Muñoz. Investigador asistente. CICTERRA.
Emilio Vaccari. Investigador independiente. CICTERRA
y Universidad Nacional de La Rioja.
Ricardo A. Astini. Investigador superior. CICTERRA.
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