La leyenda del Bosque de Bambú

 

“Ser como el bambú: resistente, versátil pero también vacio en su interior, acaso para contenerlo todo”. Así me describió un conocedor de la cultura japonesa la esencia filósofica detrás de este simbolismo nipon para la búsqueda de la fortaleza.

Dicen que Japón es “el pueblo que flota”…

El bambú puebla rituales y festividades. Es vasija de flores, copa de un guerrero, utensilio de magia para expeler el mal, mástil de papeles de colores con poemas en los techos de las casas esa noche dedicada a los amantes de las estrellas. El bambú se entreteje en cortinados o se une en vallas, se hila en canastas o se ofrece en pinches de fruta para los niños, se dibuja en la seda, en el papel y en los escudos.

“Inesperadamente en algún lugar en el bosque de bambú el pájaro llamado iyebato cantó una aguda nota”, escribe cifradamente Lady Murasaki, en su obra maestra La Historia de Genji. El bosque de bambú aparece como el bosque de la vida entonada por pájaros proféticos.

“Un día en el bosque de bambú, mientras estaba ocupado con su hacha, percibió de pronto una luz milagrosa, y al acercarse descubrió en el corazón del cañaveral una pequeña criatura de belleza exquisita”, cuenta la leyenda japonesa del leñador de bambú y la doncella de la luna. El bosque de bambú depara milagros y asombrosamente también tiene corazón.

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