Los incendios de Australia hicieron proliferar algas en el océano Antártico
Las nubes de humo y la ceniza de los grandes incendios forestales de Australia en 2019 y 2020 tuvieron como efecto fertilizar el agua, lo que se tradujo en una enorme proliferación de fitoplancton con capacidad de secuestrar carbono a miles kilómetros en el océano Antártico.
Un estudio que publica hoy Nature demuestra que las
diminutas partículas de hierro en aerosol presentes en el humo y las cenizas,
que fueron transportadas por el viento hacia el este, fertilizaron el agua al
caer en ella.
Esta circunstancia proporcionó nutrientes para
alimentar floraciones a “una escala sin precedentes en esa región”, señala la
Universidad de Duke (EE.UU), de las firmantes de la investigación.
El auge del fitoplancton secuestrador de carbono
plantea nuevos interrogantes sobre la captación de ese elemento químico y la
productividad oceánica.
Esta investigación es la primera que vincula de
forma concluyente una respuesta a gran escala en la vida marina a la
fertilización por los aerosoles de hierro pirogénicos -ocasionados por el
fuego- procedentes de un incendio forestal.
“Los incendios forestales pueden fertilizar los
océanos, provocando potencialmente un aumento significativo de la captación de
carbono por parte del fitoplancton”, señala uno de los firmantes, Nicolas
Cassar, de la Universidad de Duke.
El descubrimiento plantea nuevos interrogantes sobre
el papel que pueden desempeñar los fuegos forestales en el fomento del
crecimiento de las algas marinas microscópicas conocidas como fitoplancton.
Estas algas absorben, mediante la fotosíntesis,
grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera terrestre que
calientan el clima y son la base de la red alimentaria oceánica.
Las floraciones de algas provocadas por los fuegos
forestales australianos fueron tan intensas y extensas que “el posterior
aumento de la fotosíntesis puede haber compensado temporalmente una fracción
sustancial de las emisiones de CO2 de los incendios”.
Sin embargo, no está claro qué parte del carbono
absorbido por ese evento, o por las floraciones de algas provocadas por otros
incendios forestales, permanece almacenada de forma segura en el océano y qué
parte se libera de nuevo a la atmósfera, lo que para Cassar es el siguiente
reto a determinar.
Se prevé que los grandes incendios forestales, como
los de Australia, se produzcan cada vez con más frecuencia con el cambio
climático.
Estos incendios representan “un impacto inesperado y
hasta ahora poco documentado del cambio climático en el medio ambiente marino,
con una potencial retroalimentación en nuestro clima global”, según Weiyi Tang,
también de la Universidad de Duke.
Los aerosoles pirogénicos se producen cuando se
queman árboles, matorrales y otras formas de biomasa. Las partículas de aerosol
son lo suficientemente ligeras como para ser transportadas por el humo y las
cenizas de un incendio durante meses, a menudo a grandes distancias.
El estudio se centró en el impacto en el océano
Antártico, pero otras regiones, como el Pacífico Norte y las zonas cercanas al
ecuador, donde las aguas más profundas y frías suben a la superficie, “también
deberían ser sensibles a las adiciones de hierro procedentes de los aerosoles
de los incendios forestales”, según Joan Llort, del Barcelona Supercomputing
Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) de España, que participa
en la investigación.
Los científicos utilizaron observaciones por
satélite, flotadores oceánicos robóticos, modelos de transporte atmosférico y
mediciones de la química atmosférica para rastrear la propagación de los
aerosoles de hierro pirogénicos procedentes de los incendios forestales
australianos y medir su impacto en la productividad marina.
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