Investigadores chinos aseguran haber encontrado ADN de dinosaurio fosilizado «exquisitamente conservado» tras 125 millones de años
Que la fantasía de ‘Jurassic Park’ se haga realidad de momento es bastante improbable, empezando ya desde la conservación y extracción de material genético utilizable de ámbar, aunque según algunos científicos «la posibilidad de crear dinosaurios ya existe». El caso es que lo complicado es encontrar muestras de ADN válidas (o enteras) para completar la creación de un ser, y en línea con esto ahora unos investigadores afirman haber encontrado núcleos enteros de material genético en restos de dinosaurios.
Eso sí, son restos fosilizados, lo que quizás no da
para tantas películas como las que en un momento se nos podrían haber ocurrido.
El hallazgo ha llamado la atención, y quizás por eso mismo no cuenta con el
apoyo de todos los expertos en la materia.
La conservación de moléculas depende de la propia
estructura y del medio que la haya rodeado, como ocurre con los tejidos. Un
ejemplo es la momificación, que permite que éstos se preserven mucho más, como
vimos con la idea de hacer «hablar» a una momia hace un tiempo.
Aunque la tesis de la novela de Crichton o la
película de Spielberg es la de recuperar el material genético tirando de la
sangre que los insectos atrapados en él pudieron chupar de algún saurio, en la
realidad los intentos de recuperación de ADN suelen abordarse de otros modos.
En este caso, el equipo de investigadores del Instituto de Geología y
Paleontología de la Universidad de Linyi (entre otros centros también de China)
explica en su trabajo (publicado en Nature) que se centraron en los cartílagos
de dinosaurio, por hallazgos previos en los que se sugirió que este tejido es
favorable a la hora de preservar núcleos celulares.
A modo de recordatorio o información muy rápida, una
célula eucariota (las más avanzadas y complejas, las que tenemos los seres
humanos y la mayoría de especies pluricelulares, así como algunos unicelulares)
es un compartimento lleno de elementos, un poco a modo de órganos (orgánulos),
y a su vez tiene un espacio para almacenar el material genético revestido de
una membrana: el núcleo. Según de qué célula se trate, el núcleo podrá ser más
grande o más pequeño y según «la edad» de la célula el material genético estará
más o menos compactado, pero al final hablamos de unos entre 0,5 y 25 µm de
tamaño del núcleo.
La razón evolutiva para que nuestro material
genético esté más protegido dentro de la célula y, a su vez, esté compactado en
muchas ocasiones, es para favorecer su preservación y que no se dañe, dado que
estando libre sería bastante susceptible de verse afectado de algún modo. De
ahí que no sea tan sencillo encontrar un núcleo intacto o la suficiente
cantidad de ADN como para «hacer un Dolly» de un dinosaurio.
En este caso, los investigadores analizaron el
cartílago de un Caudipteryx, un dinosaurio cuyo nombre significa «cola
emplumada» que vivió a principios del Cretácico (hace unos 125 millones de
años). Tras desmineralizar la muestra, la observaron al microscopio recurriendo
a una de las tinciones más habituales en microscopía óptica: hematoxilina e iosina.
Dos colorantes que tiñen de un gradiente entre rosa y azul algunas estructuras,
de modo que el núcleo queda muy oscuro y marcado.
Según explican, en un condrocito (célula del
cartílago) del fósil de dinosaurio vieron núcleos con tiras de cromatina, es
decir, ADN con cierto grado de condensación. El grado de conservación de los
núcleos es bastante sorprendente, por lo que dan fuerza a la hipótesis de que
el cartílago es un tejido candidato a ser de los mejores preservando el
material genético.
Además de la tinción, los investigadores han
recurrido a técnicas de microscopía electrónica y otros análisis para precisar
el grado de preservación de estos núcleos. Además, compararon los resultados
con la tinción de tejido cartilaginoso de un pollo, viendo que había similitudes
en el patrón, lo cual sería otra prueba de lo sorprendentemente bien que se
habrían teñido los núcleos con millones de años de edad.
En cuanto a los motivos de la conservación, el
equipo de científicos apunta que además de las particularidades del tejido (la
presencia de calcio, etc.) también es posible que haya influido la geología del
terreno, con capas de cenizas volcánicas. Se trata de la llamada biota de
Jehol, un nombre que se refiere al conjunto de organismos que habitaron una
región del norte de China muy rica en fósiles de hasta hace 131 millones de
años.
Eso sí, dado que se trataría de un hallazgo muy
notorio y relevante, hay voces posicionadas en contra con el argumento de que
podría tratarse de un caso de contaminación (también prehistórica). Como
recogen en Gizmodo, investigadores como Evan Saitta (del Centro de
Investigación Integrativa del Museo Field de Historia Natural en Chicago) o Nic
Rawlence (director del laboratorio de paleogenética de la Universidad de Otago
en Nueva Zelanda) apuntan a que la tinción podría corresponderse a microbios
instalados en los restos del dinosaurio.
Además, cabe recalcar que en este caso se trata de
un fósil (en piedra), por lo que la estructura del material genético ha de
haber sufrido cierta mineralización. Con ello, no está claro que aunque el
cartílago pueda preservar mejor el ADN, éste se pueda secuenciar, como sí se
consiguió con el de mamut (conservado más bien por congelación).
Los investigadores quieren seguir investigando
cartílagos para tratar de añadir fuerza a la teoría de que el cartílago puede
ser algo así como un santo grial de la conservación de material genético,
aunque también cabe mucha más investigación para aportar veracidad a este
primer hallazgo de ADN de Caudipteryx. La investigación del ADN antiguo, junto
con otros análisis en paralelo, ha demostrado ser muy útil para rellenar huecos
de la historia, por lo que sería muy interesante que efectivamente se pudiesen
encontrar muestras tan antiguas.
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