Resuelto el misterio de los cometas con la 'cabeza' verde

 

Existen alrededor de 3.700 cometas conocidos en nuestro Sistema Solar. Todos forman parte de una población que se cree mucho más extensa, probablemente de miles de millones de cuerpos, que comparten un núcleo que tiene de media unos 10 kilómetros de ancho, aunque su coma (la 'atmósfera' que lo rodea) puede ser hasta mil veces más grande y su cola sobrepasar en varias veces su longitud. Son hielo, polvo y roca, algo así como 'bolas de nieve' espaciales con restos helados de los orígenes del Sistema Solar hace 4.600 millones de años.

A medida que cruzan el espacio y se acercan al Sol, en muchas ocasiones sus cabezas se vuelven de un color verde brillante que, sin embargo,

 nunca llega a sus colas. A pesar de su aparente simplicidad, este fenómeno lleva desconcertando a los científicos durante casi un siglo: ¿qué mecanismo exacto provoca estas tonalidades turquesas? Ya en la década de 1930 el físico (y también premio Nobel de Química) Gerhard Herzberg propuso que posiblemente este brillo estaba producido porque la luz solar destruía el carbono diatómico -también conocido como C₂-, al interaccionar con la materia orgánica en la cabeza del cometa. Sin embargo, el carbono diatómico es un elemento inestable, por lo que esta teoría ha sido difícil de probar. Hasta ahora, que un grupo dirigido por la UNSW Sydney, y publicado en la revista ' Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), ha encontrado una forma de llevarlo a cabo en laboratorio y probar que Herzberg, en efecto, tenía razón / LEER NOTICIA COMPLETA

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