El hielo antiguo de Groenlandia revela una misteriosa tormenta solar hace 9.200 años
A través de análisis de núcleos de hielo de Groenlandia y la Antártida, investigadores liderados por la Universidad de Lund han hallado evidencia de una tormenta solar extrema hace unos 9 mil 200 años.
Lo
que desconcierta a los investigadores es que la tormenta tuvo lugar durante una
de las fases más tranquilas del sol, durante la cual generalmente se cree que
nuestro planeta está menos expuesto a este tipo de eventos.
El
Sol es un requisito previo para toda la vida en la Tierra. Pero también puede
causar problemas. Cuando hay una fuerte actividad en la superficie del sol, se
libera más energía, algo que puede dar lugar a tormentas geomagnéticas. Esto a
su vez puede causar cortes de energía y problemas de comunicación.
Predecir
tormentas solares es difícil. Actualmente se cree que son más probables durante
una fase activa del sol, o máximo solar, durante el llamado ciclo de manchas
solares. Sin embargo, el nuevo estudio publicado en Nature Communications muestra
que este puede no ser siempre el caso de las tormentas muy grandes.
"Hemos
estudiado núcleos de perforación de Groenlandia y la Antártida, y descubrimos
rastros de una tormenta solar masiva que golpeó la Tierra durante una de las
fases pasivas del sol hace unos 9.200 años", dice Raimund Muscheler,
investigador de geología de la Universidad de Lund.
Los
investigadores rastrearon los núcleos de perforación en busca de picos de los
isótopos radiactivos berilio-10 y cloro-36. Estos son producidos por partículas
cósmicas de alta energía que llegan a la Tierra y pueden conservarse en hielo y
sedimentos.
"Este
es un trabajo analítico costoso y que requiere mucho tiempo. Por lo tanto, nos
sorprendió gratamente encontrar un pico de este tipo, que indica una tormenta
solar gigante hasta ahora desconocida en relación con una baja actividad
solar", dice Raimund Muscheler.
Si
hoy se produjera una tormenta solar similar, podría tener consecuencias
devastadoras. Además de los cortes de energía y los daños por radiación a los
satélites, podría representar un peligro para el tráfico aéreo y los
astronautas, así como el colapso de varios sistemas de comunicación.
"Estas
enormes tormentas actualmente no están suficientemente incluidas en las
evaluaciones de riesgo. Es de suma importancia analizar qué podrían significar
estos eventos para la tecnología actual y cómo podemos protegernos",
concluye Raimund Muscheler.
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