El Cámbrico, o cuando la evolución se volvió loca

 

La llamada “explosión Cámbrica” fue un gran evento de diversificación para los seres vivos, una gran explosión de vida, donde aparecen por primera vez en el registro fósil muchos de los grandes grupos de animales que conocemos en la actualidad. Y ello, esta aparición repentina en el registro fósil, es en parte consecuencia de que aparecen las primeras “partes duras” en sus cuerpos: los primeros esqueletos y caparazones facilitaron el proceso de fosilización. La aparición de estos grandes grupos de animales pudo ser rápida en términos geológicos, un proceso que pudo durar unos 10 millones de años.

Pero para saber cómo se produjo tanta revolución, primero debemos remontarnos a unos pocos millones de años atrás, a finales del eón Proterozoico, hace unos 600 millones de años. Hasta este momento, los continentes habían estado agrupados en un supercontinente, una primera Pangea. En este momento empezaron a fragmentarse, aumentó la actividad volcánica, y la atmósfera se enriqueció en gases de origen volcánico, como el dióxido de carbono, lo que pudo llevar a la elevación de las temperaturas.

Se iniciaba así un periodo cálido en la Tierra al arrancar el nuevo eón, el Fanerozoico, cuya primera era geológica es el Paleozoico. Esta era, a su vez, se divide en seis periodos. Y precisamente el primero de ellos es el Cámbrico. De ahí que solemos hablar del Cámbrico como del momento en el que empiezan tantas cosas.

La disgregación de esta primera Pangea dio lugar a cuatro grandes continentes. Al más grande, desplazándose hacia el sur, se le denomina Gondwana. Tres menores se desplazaban hacia el norte, y reciben los nombres de Laurentia, Baltica y Siberia. Además de tratarse de un periodo más cálido, la aparición de más líneas de costa y mares poco profundos entre estos continentes fueron idóneos para que la vida, y la evolución, se abrieran camino.

La primera explosión de nuevas formas de seres vivos tuvo forma de pequeñas conchas y caparazones, razón por la cual se la conoce como la Pequeña Fauna con Conchas o SSF (del inglés, Small Shelly Fauna). Esta es la primera vez que vemos en el registro geológico fósiles de esqueletos duros, mineralizados: conchas, espículas, cápsulas, tubitos… Algunos interpretados como caparazones o conchas individuales de organismos de pequeño tamaño, otros como pequeñas partes de organismos mayores. Y por el parecido de estos pequeños elementos con los que tienen animales actuales, podemos sugerir que algunos de estos animales pudieron parecerse a esponjas o moluscos, pero la mayoría de ellos son de afinidades desconocidas / LEER ARTÍCULO COMPLETO

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