El impacto del asteroide que acabó con los dinosaurios ocurrió en primavera
Más del 70 % de animales, incluidos los dinosaurios no avianos, los pterosaurios y los ammonites, desaparecieron a consecuencia del impacto del gran asteroide Chicxulub en la península de Yucatán, en México. El momento de la colisión marcó el final del Cretácico y de la era mesozoica, conocida como la edad de los dinosaurios, hace 66 millones de años, según los estudios realizados hasta el momento, la mayoría a escalas de tiempo milenarias.
Sin embargo, no todos los seres vivos se
extinguieron después del impacto, un hecho que ha desconcertado durante décadas
a la comunidad científica. Una hipótesis es que la estación pudo haber influido
en la extinción final de los animales, sobre todo en el hemisferio norte, es
decir, que el momento del año en el que se produjo la catástrofe pudo ser
determinante.
Para resolver este misterio, un equipo de
científicos liderado por la Universidad de Upsala, en Suecia, viajó al
yacimiento de Tanis, en Dakota del Norte (EE UU), donde se conservan los
fósiles de esturiones y peces espátula que murieron a consecuencia del tsunami
provocado por la colisión. Estos ejemplares perecieron entre 15 y 30 minutos
después del impacto, según los cálculos de la hora de llegada de la onda
sísmica.
Con su análisis, los investigadores han logrado
precisar que el desastre se produjo en primavera en el hemisferio norte, un
hallazgo que se publica ahora en la revista Nature y
que podría explicar el
patrón de extinciones que siguió tras el choque.
En estos peces, los autores encontraron esférulas de
impacto (formaciones esféricas) únicamente en sus branquias, pero ninguna en su
sistema digestivo, lo que sugiere que fallecieron casi de forma instantánea
cuando el seiche (agua continental agitada por el impacto) provocó una
repentina ola río arriba.
Los investigadores observaron también distintos
patrones de crecimiento tridimensional en el interior de los huesos fósiles
bien conservados de los animales, proporcionando un registro de los cambios
estacionales. “Algunas de sus espinas crecieron de forma muy parecida a los
árboles, añadiendo una nueva capa cada año”, indica a SINC Melanie During,
primera autora del trabajo e investigadora en la universidad sueca.
“Analizamos estas capas en secciones finas y
cuantificamos la fluctuación de las células óseas con los medios de escaneo en
el sincrotrón europeo (ESRF) y vimos que todos estos peces registraban la
estacionalidad y morían exactamente al mismo tiempo: en primavera”, concreta
During.
Estos datos se hicieron coincidir con un registro de
isótopos de carbono de uno de estos peces, lo que confirmó que el impacto
sucedió durante esta estación. “La disponibilidad de alimento estaba
aumentando, pero aún no se acercaba a los máximos registrados anteriormente en
verano”, continúa la científica.
“Ver esto cuantificado es realmente nuevo e
increíblemente informativo para futuros estudios de histología y análisis
isotópico de materiales esqueléticos”, comenta la experta.
Según la investigación, el momento primaveral de
este impacto catastrófico habría coincidido con una etapa especialmente
sensible para las numerosas especies del hemisferio norte que se reproducen y
tienen crías en desarrollo durante esta estación tras los duros meses de
invierno.
Los ecosistemas del hemisferio sur, que fueron
golpeados durante el otoño, parecen haberse recuperado hasta dos veces más
rápido que los del hemisferio norte, señalan los autores. Allí, los animales se
preparaban para el invierno y muchos buscaban refugio para hibernar durante el
invierno.
“Se produjeron los mismos acontecimientos que en el
hemisferio norte, pero probablemente más grupos de animales se refugiaron bajo
tierra, aumentando sus posibilidades de supervivencia”, subraya During, para
quien es probable que la estación del impacto haya tenido un profundo efecto en
las especies que desaparecieron en masa.
Sin embargo, la extinción real duró mucho más que
ese momento. Tras la colisión, se produjo “un enfriamiento repentino de
duración desconocida que, por supuesto, tuvo su propia influencia en el patrón
de extinción”, concluye la científica. Pero al no superar la primavera/otoño
catastróficos, muchos grupos de organismos no pudieron luchar en el posterior
invierno nuclear.
.-+
Comentarios
Publicar un comentario