¿Es cierto que solo utilizamos el 10% del cerebro?
Mientras lees estas líneas, ¿qué porcentaje de tu cerebro estás utilizando? ¿El 10% o menos? Puesto que no se trata de una lectura sesuda, ¿utilizarías una mayor proporción para acometer un cálculo matemático que requiere una gran concentración? Son preguntas con trampa, por supuesto, inspiradas en los mitos sobre el funcionamiento del cerebro humano.
Con frecuencia se relaciona la inteligencia con el
uso de más áreas cerebrales, algo que la neurociencia ha desmentido. También
hay quien se atreve a asegurar que, si fuésemos capaces de emplear todo nuestro
cerebro, tendríamos mayores capacidades e, incluso, llegaríamos a conquistar la
telepatía o la telequinesia.
La afirmación de que solo utilizamos en nuestro día
a día el 10% del cerebro es, según Jesús Porta-Etessam, vicepresidente de la
Sociedad Española de Neurología (SEN) y jefe de sección de Neurología del
Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, “un mito totalmente falso que encima se
achaca de manera falsa a Albert Einstein”. Probablemente, se trata de una
creencia que se remonta a los orígenes del estudio del cerebro, cuando “se
consideraba que las neuronas eran las únicas células importantes y que el resto
-la glía- eran las células de soporte”. Aunque es cierto que la cantidad de
células gliales es muy superior a la de neuronas, hoy en día se sabe que su
función no es la de ser unas simples acompañantes, sino que “también tienen un
papel importante en el procesamiento cerebral”.
La realidad es que “prácticamente en todo lo que
hacemos en el día a día utilizamos todo el cerebro”, asegura el neurólogo. Para
comprobarlo basta con recurrir a una técnica de imagen no invasiva, la
resonancia magnética funcional, que permite registrar la actividad del cerebro
mientras está desarrollando tareas. Así lo corrobora José P. López-Atalaya
Martínez, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en
el Instituto de Neurociencias de Alicante (UMH-CSIC): “Centenares de estudios
en sujetos que estaban realizando tareas cognitivas demuestran que todas las
personas utilizan todo su cerebro”.
En resumen: no utilizamos solo un 10% del cerebro ni
hay gente más inteligente que utiliza un mayor porcentaje. Entonces, ¿en qué se
diferencia el cerebro de las personas con mayor inteligencia? Lopez-Atalaya
considera que, en primer término, “habría que ver cómo definimos la
inteligencia”. Es más, hay quien defiende que no hay un único tipo de
inteligencia. Así, según la teoría de las inteligencias múltiples de Howard
Gardner, la inteligencia no es un
conjunto unitario que agrupa diferentes capacidades específicas, sino una red
de conjuntos autónomos relacionados entre sí. Según dicha teoría, se pueden
distinguir ocho tipos distintos de inteligencia: lingüístico-verbal,
lógico-matemática, viso-espacial, musical, corporal-cinética, intrapersonal,
interpersonal y naturalista. Pues bien, las personas con mayores capacidades en
alguna de estas competencias no tienen una mayor activación de determinadas
zonas del cerebro. El neurocientífico lo ejemplifica con una tarea concreta:
“No se ve más activación en el área de la memoria en personas que memorizan
mejor. Si hay deterioro cognitivo sí, pero en condiciones normales no”.
Porta-Etessam añade que las personas más
inteligentes no lo son “porque utilicen más su cerebro, sino porque lo usan de
una forma distinta”. En este sentido, señala que son así “porque han nacido con
esa cualidad o bien porque han tenido un aprendizaje, ya que todo se puede
aprender”. El cerebro es “la estructura más compleja que existe” y tiene “la
gran virtud de que es pequeño”, ya que tiene un volumen de tan solo 1.400
centímetros cúbicos, es decir, “como dos botellas de vino”.
El ser humano es totalmente dependiente cuando nace
e incapaz de valerse por sí mismo en los primeros años. Pero su potencial es
enorme. “Nacemos como simios fetalizados”, explica Porta-Etessam. “Esto nos
permite ir adquiriendo conocimientos y también la aparición del lenguaje”,
agrega. En definitiva, “el ser humano ha crecido siempre sobre los hombros de
sus ancestros, a diferencia del resto de las especies en las que el aprendizaje
es, o bien instintivo, o bien inmediato”. Sin embargo, una persona nunca parte
desde cero, sino que gracias a la existencia de la cultura se aprovecha de
aquellos conocimientos que ha ido adquiriendo su especie a lo largo de los
siglos y milenios.
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Referencia:
https://cuidateplus.marca.com/bienestar/2022/01/25/utilizamos-10-cerebro-179505.html?intcmp=MODNOT01
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