La tortuga verde se aleja de la extinción
Décadas de esfuerzos internacionales logran revertir el destino de una de las especies más antiguas del planeta, que deja atrás su categoría de ‘en peligro de extinción’ por primera vez en más de cuarenta años.
La tortuga
verde, símbolo ancestral de los océanos y testigo de más de 100 millones de
años de evolución, ha dado un paso decisivo hacia su supervivencia. Tras
décadas en la cuerda floja, cazada sin tregua por su carne, sus huevos y su
caparazón, esta especie marina ha sido reclasificada
por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN):
pasa de estar “en peligro” a la categoría de “preocupación
menor”.
El anuncio,
recibido con esperanza por los conservacionistas de todo el mundo, marca un
antes y un después en la lucha por preservar la biodiversidad marina.
Un renacimiento tras décadas de persecución
Durante buena
parte del siglo XX, las tortugas verdes (Chelonia mydas) fueron víctimas de una
caza implacable. Su carne era utilizada para preparar la tradicional sopa de
tortuga, sus huevos se consideraban un manjar y su caparazón se transformaba en
adornos y objetos de lujo. La presión humana llevó a la especie al borde de la
desaparición.
Sin embargo,
la implementación de leyes internacionales, el cierre de mercados ilegales y
las campañas de protección de playas de anidación han logrado un cambio
profundo. Hoy, las poblaciones de tortuga verde
están en clara recuperación, aunque aún lejos de los niveles
históricos que disfrutaban antes de la era industrial.
“Es una
victoria significativa, pero no el final del camino”, advierten los expertos.
Las amenazas persisten, y los avances científicos se han convertido en
herramientas clave para mantener esta tendencia positiva.
La ciencia al servicio del océano: el papel de ShellBank
Una de las
iniciativas más prometedoras es ShellBank,
la primera base de datos genética global dedicada al rastreo de tortugas
marinas. Creada por WWF y respaldada por instituciones como el Centro Australiano de Genómica de la Vida Silvestre
y el Museo Australiano, esta herramienta permite
identificar el origen de cada tortuga —o incluso de fragmentos de su caparazón—
mediante el análisis de ADN.
Hasta la
fecha, ShellBank ha reunido más de 13.000
muestras procedentes de 50 países, ofreciendo a los
investigadores una red sin precedentes para combatir el comercio ilegal y la
caza furtiva. Esta tecnología permite determinar qué poblaciones están en mayor
riesgo y redirigir los esfuerzos de conservación hacia las zonas más
vulnerables.
Cazadas, atrapadas y comerciadas: las amenazas que no cesan
Aunque el
comercio internacional de tortugas marinas fue prohibido en 1977, las cifras
actuales siguen siendo alarmantes. En los últimos 30 años, más de 1,1 millones de ejemplares han sido cazados
o explotados ilegalmente en al menos 65 países. A ello se suman las capturas
accidentales en redes de pesca, que siguen causando miles de muertes cada año.
En el sudeste
asiático, investigadores de Hong Kong y Papúa Nueva Guinea han utilizado los
datos de ShellBank para trazar mapas genéticos de poblaciones desconocidas,
revelando una diversidad sorprendente incluso en áreas reducidas. Este
conocimiento, señalan los expertos, es crucial para diseñar estrategias de
protección adaptadas a cada entorno.
El legado de un océano vivo
Las tortugas
verdes no solo son una especie carismática: cumplen un papel esencial en los
ecosistemas marinos, regulando la vegetación de los fondos oceánicos y
contribuyendo al equilibrio ecológico. Su supervivencia está estrechamente
ligada a la salud de los mares y, por extensión, al bienestar del planeta.
La
recuperación de la tortuga verde demuestra que los esfuerzos coordinados entre
gobiernos, científicos y organizaciones pueden revertir décadas de destrucción.
Pero también recuerda que la batalla no está ganada. El cambio climático, la
contaminación y la pérdida de hábitats siguen amenazando a las tortugas marinas
y a miles de especies más.
Aun así, el
resurgir de la tortuga verde ofrece una lección de esperanza: cuando la
humanidad decide proteger en lugar de destruir, la naturaleza responde.
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