Indignación por la matanza de miles de delfines en Taiji, Japón
Cada año, miles de delfines son vilmente asesinados frente a la ciudad de Taiji en Japón. Desde que en el año 2003 la Sea Shepherd Association reveló al mundo los secretos de esta tradición centenaria, millones de personas, empresas, asociaciones, organizaciones y gobiernos han presionado a los nipones para que cese, pero el gobierno sigue permitiendo este horror.
El documental “The Cove, the Bay of Shame”, que ganó
un Oscar en 2010, dio a conocer los detalles de la masacre y el tinglado
económico que hay detrás de esta matanza, puesto que la principal finalidad de
la misma es el ocio, puesto que allí se capturan los especímenes que finalmente
acaban en los delfinarios.
Parece mentira que en pleno siglo XXI aun haya
personas a las que les parece perfecto pagar una entrada, para ver delfines
realizando acrobacias y actos no naturales. Hablamos de la única especie no
humana que puede reconocer su imagen en el espejo, que tiene una enorme
inteligencia y que es capaz de deprimirse y hasta de llegar al suicidio.
Los pescadores de la bahía de Taiji, son los
responsables de la captura y muerte de miles de delfines cada año. y todo ello,
para satisfacer la demanda de los parques acuáticos, ya que un ejemplar
destinado a estos lugares puede costar una pequeña fortuna y su captura está
terminantemente prohibida en el resto del mundo.
Por ello esta es una actividad más que lucrativa, un
verdadero negocio para los pescadores de Taiji que continúa, espoleada por las
exigencias de los delfinarios, que luego disfrazan de ‘educativos’ a los
espectáculos en los que una especie mantenida en cautiverio y con unas
conductas que no le son propias por naturaleza, para que otra disfrute de ello.
Lo que se va a ver allí es a un grupo de delfines
obligados por el encarcelamiento y el hambre, a realizar piruetas y payasadas.
Y cada vez que se abona por ello se está siendo cómplice de la matanza a la que
son sometidos cada año sus congéneres, puesto que para que uno llegue a un
parque acuático, muchos quedan por el camino y son cruelmente asesinados,
generalmente a palos.
De todos los delfines capturados en la bahía de
Taiji, los mejores ejemplares, que son las hembras de la especie Tursiops
truncatus, es decir aquellas que se parecen al tristemente célebre Flipper, son
las que se seleccionan cuidadosamente y se preservan con vida para luego ser
vendidas a precios exorbitantes.
Todos los demás delfines que llegan a la pequeña
bahía de Taiji son masacrados de manera atroz, antes de ser descuartizados,
pesados y envueltos, para acabar en los puestos de pescado locales y en muchos
supermercados como bocados gourmet, bajo el nombre de ‘carne de ballena’.
Un delfín vivo que se envíe a un delfinario puede
reportar a quienes lo capturan más de 100 mil euros, dependiendo de las
características del animal. Uno muerto sólo vale unos 500 euros, pero es un
ingreso extra que los pescadores no desdeñan jamás y que continuará mientras
haya quienes lo compren y consuman.
Para peor la carne de delfín contiene grandes
cantidades de mercurio, tanta que en los mercados de Taiji se ha comprobado que
algunos trozos sobrepasaban en más de 5000 veces los límites permitidos por la
OMS.
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