Tritón: el planeta enano que se convirtió en luna de Neptuno

 

Orbitando alrededor de Neptuno podemos encontrar una de las lunas más peculiares del sistema solar: Tritón. Esta luna es única no por su forma, color o composición, si no por su origen. 

El satélite no se formó en el lugar que ocupa hoy, en la órbita de Neptuno. Tritón se formó en el Cinturón de Kuiper, una región que se extiende más allá de la órbita del gigante helado y de la que forman parte miles de asteroides de tamaños muy dispares pero también algún planeta enano como Haumea, Eris o Plutón. Pero antes de hablar de cómo se conocieron, hablemos de nuestros dos protagonistas por separado.

Neptuno es el cuarto planeta más grande orbitando alrededor del Sol, apenas más pequeño que Urano aunque más masivo que este. Se predijo y descubrió su existencia en 1846, independientemente por John Couch Adams y Urbain Le Verrier, a partir de irregularidades en la órbita de Urano, que había sido descubierto 65 años antes. Está compuesto principalmente de hidrógeno y helio aunque contiene mayor proporción de hielos de amoniaco, agua y metano que Júpiter y Saturno. En su atmósfera se han observado los vientos más rápidos del sistema solar, superando velocidades de 2000 km/h.

A su alrededor orbita Tritón, que acumula el 99.5% de la masa de todas las lunas de Neptuno. La luna fue descubierta apenas 17 días después que el planeta. Recibió su nombre de la mitología griega, pues Tritón era el hijo del dios de los mares, Poseidón, el equivalente griego al dios Neptuno de los romanos. Además de dominar frente a las otras lunas de Neptuno es el satélite más grande del sistema solar con una órbita retrógrada en torno a su planeta. Es decir, Tritón orbita en dirección contraria a la rotación del propio Neptuno. Esto, especialmente para una luna tan grande, nos indica sin lugar a dudas que Tritón no se formó a partir del mismo material que formó al planeta y que debió formarse en otra región y más tarde fue capturado.

En nuestro sistema solar tenemos muchos ejemplos de satélites con este mismo origen. Las lunas de Marte pudieron haber llegado al planeta por este mecanismo (aunque también hay otras posibilidades) y la mayoría de satélites de Júpiter y Saturno se formaron así. Para los gigantes gaseosos estas lunas pueden tener uno de entre varios posibles orígenes. Algunos de ellos vendrán del cinturón de asteroides situado entre las órbitas de Marte y Júpiter. Otros se formarían en el cinturón de Kuiper, el que dio origen a Tritón. Aún otros podrían haber surgido del reservorio de asteroides conocidos como asteroides troyanos, los que orbitan en torno a los puntos de Lagrange L4 y L5 de cualquiera de los dos planetas gigantes. Sin embargo ninguno de estos satélites capturados es tan grande como Tritón, que de hecho es el segundo satélite más grande, en proporción a su planeta (planeta propiamente dicho, no planeta enano), del sistema solar, por detrás únicamente de nuestra propia luna.

Pero claro, la captura gravitatoria de otro cuerpo no es algo trivial, no basta simplemente con acercarse lo suficiente al planeta. Tan solo con un acercamiento lo que conseguiríamos es que el objeto salga disparado en otra dirección y no una órbita estable. Para conseguir esto último es necesario frenar al asteroide (o planeta enano) que queramos capturar. Este frenado suele conseguirse gracias al rozamiento del objeto con las capas más externas de la atmósfera del planeta o con polvo que pueda haber en órbita a grandes distancias. En el caso de Tritón, dado su gran tamaño creemos que tuvo que pasar algo más extremo.

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