Golpe a la exploración espacial: "Sin Rusia habrá que esperar años para ir a Marte"
La guerra de Ucrania y las sanciones a Rusia golpean
todos los ámbitos y la ciencia no es ajena al nuevo escenario mundial. Los
rusos siguen siendo una potencia, especialmente en el sector del espacio, como
herederos de la carrera que la URSS y EEUU mantuvieron durante décadas. Sin
embargo, en la actualidad, la cooperación internacional es más visible en esta
área científica y tecnológica que en cualquier otra y puede quedar gravemente
dañada por el conflicto. El emblema de esa colaboración es la Estación Espacial
Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) y las amenazas rusas sobre
"dejarla caer" muestran cómo, de repente, hemos entrado en una nueva
era.
Al margen de que el futuro de la ISS sea incierto,
otros proyectos espaciales ya parecen heridos de muerte, algunos con
participación española. Es el caso del programa ExoMars, en el que participan
la Agencia Espacial Europea (ESA) y su homóloga rusa Roscosmos, un proyecto de astrobiología
que busca indicios de vida en Marte, presente o pasada. Su primera misión tuvo
lugar en 2016 y la segunda estaba prevista para septiembre de 2022. Sin
embargo, el pasado lunes la ESA publicó un comunicado sobre la guerra y las
sanciones en el que aseguraba que un lanzamiento en este año ya es "muy
poco probable".
Los europeos pretenden llevar hasta el planeta rojo
al rover Rosalind Franklin, que tiene una capacidad sin precedentes para
estudiar la superficie marciana, ya que puede perforar hasta dos metros y
cuenta con tecnologías de visión, desplazamiento y toma de muestras que
supondrían un salto espectacular para la investigación astrobiológica. España
aporta uno de los instrumentos principales, llamado RLS (Raman Laser
Spectrometer), para identificar minerales y biomarcadores, en cuyo desarrollo
están implicados el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y la
Universidad de Valladolid. El problema es que Roscosmos aporta la plataforma de
aterrizaje, denominada Kazachok (es el nombre de un baile ruso y significa
'pequeño cosaco').
"Hay una ventana de lanzamiento hasta octubre
que tiene que ver con la posición de los planetas. Si no se lleva a cabo antes
de esa fecha, habría que esperar otros 26 meses para que la Tierra y Marte
vuelvan a tener las localizaciones adecuadas", explica a Teknautas David
Barrado Navascués, director científico del Centro de Astrobiología (CAB,
CSIC-INTA). En su opinión, la declaración de la ESA revela que es casi
imposible que esta misión se pueda mantener en 2022, porque se ha decidido
anteponer un problema mucho más importante.
Sin embargo, era previsible porque las decisiones en
este campo han ido paralelas a los acontecimientos. Nada más producirse la
invasión de Ucrania y, tras las primeras sanciones de la Unión Europea,
Roscosmos anunció que retiraba a todo su personal del Centro Espacial de
Kourou, en la Guayana Francesa, desde donde la ESA realiza sus lanzamientos. En
total, 87 personas que con su ausencia pueden dejar en el aire algunas de las
misiones más próximas, que dependen de los cohetes Soyuz rusos.
Para abril está prevista la puesta en órbita de dos
nuevos satélites del programa Galileo europeo (equivalente pero independiente
del GPS), que depende de los lanzadores Soyuz. Aunque ya se están buscando
alternativas, el problema es que la familia de cohetes europeos Ariane está en
plena transición del programa Ariane 5 al Ariane 6, que aún está en desarrollo.
Los lanzadores Vega, que son una alternativa para menor masa, tampoco están a
punto. Así que Europa se podría ver obligada a buscar otros lanzadores
comerciales o a esperar.
¿Depende Europa en exceso de las naves Soyuz? Se trata de lanzadores muy fiables, pero la alternativa propia de la ESA, Ariane, también lo es. En opinión del experto, la dependencia solo es relativa, pero en el momento actual puede complicar muchos proyectos, que parecen abocados a la cancelación o a retrasos muy importantes. La clave para explicar la situación es que hasta ahora la política espacial europea ha tratado de integrar a Rusia "dentro del sistema occidental de hacer las cosas", ofreciéndole "una serie de oportunidades de colaboraciones científicas". Europa "sería perfectamente capaz de desarrollar las tecnologías que le faltan o podría utilizar tecnologías americanas, pero hubo una decisión política de intentar aproximarse a Rusia". En general, en otros proyectos internacionales ocurre algo similar. Por ejemplo, EEUU es el financiador principal de la ISS, pero la estación requiere del impulso de naves rusas para mantenerse en órbita (desciende unos 20 kilómetros al mes).
Euclid es otra misión europea que se puede ver
afectada por el mismo problema. Se trata de un telescopio espacial de la ESA y
su lanzamiento está previsto para febrero de 2023 desde la Guayana Francesa.
"Es un proyecto de astrofísica en busca de materia y energía oscuras",
explica el director científico del CAB. En general, "tenemos por delante
una serie de misiones de exploración del Sistema Solar que van a sufrir
retrasos. Incluso si todo se soluciona, la situación va a dejar un poso de
resentimiento y desconfianza", comenta.
https://www.elconfidencial.com/tecnologia/ciencia/2022-03-04/golpe-sector-espacial-espanol-rusia-marte_3384728/
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