Masificación turística en la Antártida: ya hay 74.000 visitantes al año
Si la cima del Everest se ha convertido ya en una
romería que deja el techo del mundo lleno de residuos, el continente más
aislado y extremo del mundo, la Antártida, va por el mismo camino. El número de
turistas (y científicos) que lo visitan no para de crecer. Ahora, un estudio ha
cuantificado su impacto y, por ejemplo, destaca que cada persona que visita la
Antártida causa la desaparición de 83 toneladas métricas de nieve, sobre todo
por las emisiones del transporte que ha debido usar para llegar.
Cada verano, a medida que se retira el hielo marino
que rodea la Antártida, decenas de miles de turistas y científicos acuden en
tropel en barco y avión. El remoto continente se está volviendo cada vez menos
remoto y más accesible: durante la temporada 2019-20, la cantidad de visitantes
turísticos llegó a 74.000, y la gran mayoría viajó en barco.
Las actividades científicas en el continente atraen
también a un número significativo de personas, con más de 70 estaciones de
investigación, que albergan colectivamente a miles de trabajadores.
Esta actividad, que se prevé que aumente en el
futuro, deja una huella física sobre este ecosistema. En su ansia por estudiar
y maravillarse por uno de los últimos parajes casi vírgenes de la Tierra, los
humanos están causando un impacto cada vez mayor, que se puede medir y
cuantificar.
Según el Tratado Antártico, los operadores
turísticos y científicos están obligados a retirar sus desechos del continente
y, de hecho, la basura que generan los humanos se envía fuera para su eliminación
en latitudes más cálidas. Pero algunas formas de desechos no se pueden eliminar
tan fácilmente.
Toda actividad humana desarrollada en la Antártida,
ya sea el uso de taladros motorizados para la extracción científica de hielo o
vehículos de transporte, quema combustible. A medida que se quema combustible
para calentarse o para desplazarse (en barco, sobre todo), nuestras actividades
liberan partículas microscópicas de carbono negro, compuesto por humo y hollín.
En otras partes del mundo, los incendios forestales
y la actividad humana liberan enormes cantidades de carbono negro. Recorre
grandes distancias: el hollín de los incendios forestales de Australia en
2019-20 viajó por todo el mundo. Sin embargo, en la Antártida, que está aislada
del resto del mundo por una fuerte ‘barrera’ de vientos circumpolares, las
fuentes de carbono negro suelen ser más locales.
Una investigación en la revista Nature
Communications ha cuantificado ahora los niveles de carbono negro en la nieve
situada cerca de los asentamientos humanos. Los científicos recolectaron
muestras de 28 ubicaciones en un tramo de 2.000 km de la sección más transitada
de la Antártida, que se extiende desde la península antártica hasta el interior
de la capa de hielo de la Antártida Occidental.
Al analizar la cantidad y el tipo de partículas que
absorben la luz en muestras de nieve, los investigadores documentan cómo el
hollín emitido por los humanos afecta a las propiedades de la nieve antártica
en esas zonas de elevado tránsito.
Todas las muestras tomadas en los asentamientos
humanos cercanos mostraron niveles de carbono negro muy por encima de los
niveles de fondo típicos de la Antártida, una clara señal de emisiones humanas.
Los niveles elevados de carbono negro influirán en
cómo la nieve absorbe la luz, una propiedad conocida como albedo. La nieve con
un albedo más bajo se derretirá más rápido. Como resultado, el contenido de
carbono negro en las muestras de nieve recolectadas podría usarse para inferir
si las tasas de derretimiento de la nieve podrían haber aumentado debido a la
actividad humana.
https://www.epe.es/es/medio-ambiente/20220228/masificacion-turistica-antartida-hay-74-13300060
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