Miden en Venus rachas de viento de 360 kilómetros por hora
A pesar de estar cerca de la Tierra y tener casi su
mismo tamaño, Venus es otro mundo. Debajo de su espeso manto de nubes de ácido
sulfúrico, la temperatura en la superficie es de 460 grados centígrados. Esta
temperatura se mantiene por el efecto invernadero de una atmósfera
prácticamente solo de dióxido de carbono. A unos setenta kilómetros más arriba,
nos vamos a encontrar con una tormenta perpetua con vientos que son producidos
por lo que los astrónomos denominan ‘superrotación de Venus’, informa en nota
de prensa el Telescopio Nazionale Galileo (TNG) ubicado en el Observatorio del
Roque de Los Muchachos.
El instrumento NICS, la cámara que observa en el
infrarrojo cercano instalada en el TNG ha contribuido a obtener el perfil más
completo de los vientos de Venus paralelos al ecuador en la parte baja de la
capa de nubes de este planeta. Las imágenes que muestran la noche de Venus
fueron sacadas entre el 11 y el 13 de julio de 2012, mismos días en que la
sonda Venus Express de la Agencia Espacial Europea observó en luz ultravioleta
la parte superior de esta capa.
Uno de los resultados principales de estas dos
observaciones fue la medición simultánea de la velocidad del viento a dos
alturas diferentes separadas por 20 km. Los científicos registraron una
diferencia en la velocidad del viento de unos 150 km/h, soplando con más fuerza
en la parte alta de las nubes.
“Este resultado nos da una importante información
sobre cómo se transfiere la energía desde las capas inferiores de las nubes
para alimentar la superrotación de la atmósfera”, dicen.
Superficie de Venus, observada por la sonda
Magellan, de la NASA, que cartografió toda la superficie del planeta mediante
un radar a principios de la década de 1990. Se pueden ver evidencias de
actividad volcánica y cráteres de impacto. Créditos: NASA/JPL
“Al parecer los vientos se aceleran a medida que
ascendemos a altitudes cada vez mayores. La temperatura a nivel del suelo
alcanza los 460 grados centígrados y produce una radiación infrarroja que
calienta el aire y hace que suba. Esta radiación atraviesa las regiones más
transparentes aproximadamente a 48 kilómetros sobre la superficie. Cuando se
observa a Venus en el infrarrojo, esta luz se emite desde la superficie, y las
siluetas de las nubes, opacas y oscuras, se hacen visibles”, explican.
Observando y siguiendo las nubes a intervalos de una
hora, y utilizando una técnica de seguimiento, los investigadores calcularon
indirectamente la velocidad del viento que empuja esas nubes, alrededor de 216
km/h en la parte inferior de la capa de nubes y en latitudes intermedias,
disminuyendo a la mitad más cerca de los polos. También rastreando estas nubes
se calcularon velocidades del orden de 360 km/h. Otros estudios indican que la
velocidad del viento en la parte mas baja de las nubes es casi constante, sin
diferencias significativas entre el día y la noche. Gracias a estos resultados
los científicos pudieron asumir que la velocidad del viento registrada en el
lado nocturno es la misma en las capas inferiores de la atmósfera del lado
diurno.
“Este estudio también demuestra que las
observaciones realizadas desde la Tierra complementan los datos sacados al
mismo tiempo por las misiones espaciales. A pesar de la menor resolución
espacial, debido a la distancia entre nuestro planeta y Venus, en general es
posible tener una visión global de nuestro vecino, que en comparación con las
sondas espaciales, debido a sus órbitas, no siempre pueden obtener”, subrayan.
Este trabajo fue realizado por un equipo dirigido
por Pedro Machado, Instituto de Astrofísica e Ciências do Espaço (Lisboa)
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