Un estudio trata de confirmar la causa por la que un dinosaurio cojeaba

Una tomografía computerizada practicada este viernes al fósil de una fíbula -equivalente al peroné humano- de un terópodo espinosáurido- recuperada en 2005 en Igea (La Rioja), trata de confirmar si este dinosaurio carnívoro se movía cojeando por una patología o por otro motivo e, incluso, si podría tratarse de una nueva especie.

Ello permitirá conocer mejor el modo de vida de esta especie, de la que hay muy pocos registros en el mundo, han informado a Efe dos miembros del equipo que desarrolla este estudio, el paleontólogo e investigador de la Universidad del País Vasco, Xabier Pereda; y el director honorífico del Centro Paleontológico de La Rioja en Igea, Francisco Sáez-Benito.

Esta técnica permite realizar un análisis minucioso de los restos fósiles y lograr detalles micrométricos del interior de la pieza sin necesidad de romperla.

Este hueso, que es la fíbula izquierda, ubicada entre la rodilla y el tobillo, muestra una deformación en forma de "s" y, por su apariencia exterior, da la impresión de que se fracturó y, posteriormente, se volvió a soldar en vida del animal, tras lo que se pudo formar un callo óseo, han indicado.

Si esta "interesante hipótesis de trabajo" se confirma con esta tomografía, se podrá hacer una publicación al respecto porque, según Pereda, proporcionará mucha información sobre el modo de vida de este dinosaurio en concreto e, incluso, corresponder a un nuevo individuo de una nueva especie aún por definir.

Esta tomografía permitirá conocer si el animal interaccionaba con otros ejemplares de la misma o de diferentes especies y lograr un mejor conocimiento del modo de vida del dinosaurio.

Debido al gran tamaño de este hueso -55 centímetros de longitud por otros 2,5 de ancho-, la tomografía ha sido realizada este viernes en la empresa logroñesa Resonancia Magnética, S.A., que dispone de equipos que permiten escanear restos óseos grandes y cuenta con una amplia experiencia en la modelización de huesos.

Según Pereda, los animales y el ser humano pueden enfermar y lesionarse y, a día de hoy, se sabe que algunas de las enfermedades que padecen las personas ya las sufrieron los dinosaurios en la antigüedad y lo mismo sucede con las lesiones traumáticas, lo que explica esta investigación.

Esta nueva técnica y el registro fósil son, para Sáez-Benito, la única vía principal a partir de la cual se puede obtener información sobre la salud de los dinosaurios y, en este caso concreto, determinar si realmente este que se estudia se fracturó la fíbula y, si es el caso, puede pensarse que el individuo se movía cojeando a pesar de haber curado la lesión.

¿UNA NUEVA ESPECIE DE ESPINOSÁURIDO?

Una de las hipótesis que también mantienen es que el animal al que pertenece esta fíbula podría corresponderse con una nueva especie dentro de los espinosáuridos, algo totalmente desconocido hasta la fecha y que sería único para la ciencia.

Los espinosáuridos son un grupo muy particular de dinosaurios carnívoros porque tienen una apariencia muy singular, un cráneo bajo y alargado, que recuerda en algunos aspectos a los cocodrilos.

El equipo de investigación también se ha referido a que, actualmente, a nivel de registro fósil en la Península Ibérica, hay muy pocos casos registrados de patologías en dinosaurios carnívoros, por lo que esta información es "muy interesante".

La tomografía computerizada ha sido un gran avance en los estudios paleontológicos debido a que permite analizar la morfología interna de los fósiles mediante una técnica no invasiva ni destructiva.

Esto es muy importante, ha añadido, porque los restos fósiles no son abundantes y cualquier destrucción o afectación de los mismos sería una pérdida irrecuperable, que debe ser valorada cuidadosamente.

En este contexto, el equipo incide en que esta tomografía computerizada podrá ayudar a conocer si se trata de una enfermedad padecida por el dinosaurio, una deformación congénita o una tafonómica generada por esfuerzos de cizalladura en materiales plásticos, como pueden ser arcillas.

La prueba se completa con un estudio anatómico de los dinosaurios terópodos de Igea y su comparación con otros restos fósiles de la Península Ibérica que actualmente realiza este equipo de investigación.

Se ha referido a que se conocen en diversos lugares del mundo y en la Península Ibérica varios yacimientos con restos de espinosáuridos, pero, en los últimos años, las excavaciones realizadas en Igea han proporcionado bastante material perteneciente a este grupo.

Los yacimientos de Igea, municipio ubicado a unos 80 kilómetros de Logroño, están proporcionando gran cantidad de material de espinosáuridos, por lo que, para estos investigadores, el resultado de esta tomografía y los estudios posteriores que se publiquen son de "un importante valor" científico.

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