El rover Perseverance de la NASA inicia su trabajo más difícil en Marte
La nueva misión del rover “Perseverance” es sin duda
la más importante, porque tiene que subir a un montículo de un antiguo delta
que formó un río marciano para poder allí recolectar rocas que podrían albergar
signos de vida extraterrestre que pudo existir en la superficie del planeta
rojo hace millones de años.
Además, también tendrá que “empaquetarlas” para que
este material tan valioso pueda ser enviado a la Tierra en 2030 para su
análisis en profundidad en los laboratorios terrestres
Precisamente acceder al delta situado en el cráter
Jezero es “el principal objetivo astrobiológico del Perseverance”, según han
explicado los responsables de esta misión espacial de la Agencia Espacial de
Estados Unidos.
El mayor vehículo de exploración enviado fuera de
nuestro planeta aterrizó en el interior del cráter Jezero (de 45 kilómetros de
ancho) el 18 de febrero del año pasado y, desde entonces, sus instrumentos no
han parado de recopilar datos sobre su entorno.
Identificación
Sin embargo, ahora las seis ruedas del
“Perseverance” tienen que subir su mayor obstáculo: una especie de rampa de
acceso a un delta y que hará que este vehículo robotizado suba a una altura de
varias decenas de metros con respecto al suelo del cráter.
Durante este “peligroso” ascenso, la serie de
sofisticados equipos de observación que tiene su brazo robotizado ya realizarán
un reconocimiento para poder identificar las rocas que sean más interesantes de
analizar en este montículo marciano.
Los equipos del “Perseverance” son capaces de
analizar las características químicas de los sedimentos de este delta hasta el
tamaño de un grano de sal y, gracias a ello, los científicos que trabajan en
esta misión podrán averiguar si esta zona de Marte tuvo en el pasado un
“ambiente habitable y qué tipo de vida podría haber albergado".
Perforar Marte
Con esta finalidad, el rover “Perseverance” tiene
previsto, incluso, perforar las tres o cuatro rocas que se consideren más
valiosas a lo largo de su camino de ascenso y descenso al suelo del cráter
donde aterrizó hace 14 meses.
Pero es muy poco probable que el robot, por sí
mismo, puede encontrar una prueba contundente de la existencia de vida pasada
en Marte, a pesar de que sus instrumentos son muy precisos.
Por esa razón, la segunda parte de su misión
consistirá en guardar una colección de las rocas más interesantes para que otra
misión espacial, que se realizará a finales de esta década, las pueda recoger y
enviar a la Tierra para ser analizadas.
"La afirmación de que hay vida microscópica en
otro planeta de nuestro Sistema Solar es una afirmación enorme. Por lo tanto,
la prueba también debe ser enorme", ha advertido Jennifer Trosper, la
directora del proyecto “Perseverance” de la NASA.
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