Detectan terremotos estelares en nuestra galaxia
Una sonda espacial europea capaz de adivinar el
peso, la edad y la temperatura de una estrella con solo mirarla ha completado
el mayor mapa de la galaxia que habitamos, la Vía Láctea.
La Agencia Espacial Europea lanzó esta misión,
llamada Gaia, en 2013 para que alcanzase el segundo punto de Lagrange, un lugar
de observación privilegiado a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra. Desde
allí ha observado 1.800 millones de estrellas para cartografiar gran parte de
la galaxia que alberga al Sistema Solar y a otros 100.000 millones de
estrellas, muchísimas de ellas también con planetas en su seno.
Esta nueva remesa de datos —tomada por Gaia entre
2014 y 2017— completa nuestra visión de conjunto del descomunal disco
galáctico, con un diámetro de 170.000 años luz, pero con un grosor de apenas
1.000 años luz. La inmensa mayoría de las estrellas de la galaxia se agolpan en
esta superficie caracterizada por dos grandes brazos en espiral. El sistema
solar está cerca de uno de ellos, el de Orión.
“Antes de esta misión era como si estuviésemos
dentro de un bosque, solo veíamos árboles, ahora estamos en el cielo y podemos
contemplar todo a vista de pájaro”, explica a este diario el astrónomo
finlandés Timo Prusti, director científico del proyecto. Los responsables de
esta misión de la Agencia Espacial Europea han presentado este lunes los nuevos
datos coincidiendo con la publicación de una colección de estudios científicos
que los analizan en profundidad.
Las distancias en este mapa son apabullantes. Cada
año luz son casi 10 billones de kilómetros. La Tierra y el resto del sistema
solar viajan a 720.000 kilómetros por hora alrededor del centro de la Vía
Láctea, donde hay un agujero negro supermasivo, Sagitario A*. Pero incluso a
esta velocidad tardarán 230 millones de años en dar una vuelta completa. A su
vez, la Vía Láctea es una pequeña isla de estrellas que viaja por la inmensidad
de un universo donde hay otras 100.000 millones de galaxias separadas por
distancias siderales.
El nuevo mapa confirma que el sistema solar está
dentro de la llamada “burbuja local”, una zona bastante despoblada de estrellas
y con una concentración baja de gases y polvo interestelar, lo que permite
tener una visión del resto de la galaxia bastante clara, señala Prusti.
Las lentes de Gaia han observado estrellas naciendo
dentro de una galaxia joven llamada —Gaia-Encélado— que hace 10.000 millones de
años fue devorada por la Vía Láctea. “Hemos descubierto otras galaxias que
también han sido absorbidas por la nuestra. Esto nos ayuda a entender que
algunas galaxias, incluida la Vía Láctea, crecen y evolucionan al asimilar a
otras”, detalla Prusti.
Esta es la tercera tanda de datos facilitada por
Gaia desde su lanzamiento. Por primera vez, la misión aporta una información
clave: la velocidad a la que se alejan o se acercan a nosotros 33 millones de
astros. Carme Jordi, astrónoma vinculada a la misión, explica otra de las
principales novedades. “Ahora no solo conocemos el brillo de las estrellas, sino
que podemos descomponerlo en un prisma de diferentes colores, lo que nos
muestra qué elementos químicos son más abundantes. A partir de ellos sabemos si
las estrellas son muy frías o calientes, si acaban de nacer o tienen ya mucha
edad”, explica la investigadora. Estos datos se tienen ahora de 200 millones de
estrellas, lo que permite identificar las diferentes generaciones de astros que
hay en la galaxia.
Gaia ha alcanzado un nivel de definición con sus
instrumentos que ya puede captar pequeños cambios en la forma de algunas
estrellas. Parece que su superficie se deforma como si hubiese un terremoto.
“De repente sucede un cambio brusco en el interior de la estrella cuyos efectos
se desplazan hacia afuera y modifican las capas externas, igual que un tsunami
remueve la superficie del mar” en la Tierra, detalla Jordi.
Estos fenómenos pueden ser muy útiles para
comprender el interior de los astros, un ámbito totalmente impenetrable para
los telescopios convencionales donde se genera toda la energía de una estrella
a través de fusión nuclear de átomos de hidrógeno para formar helio. Uno de los
mayores proyectos científicos de la actualidad es conseguir producir esa fusión
nuclear en reactores terrestres que podrían generar una energía virtualmente
inagotable y limpia.
La misión Gaia seguirá recogiendo datos de estrellas
y otros objetos dentro y fuera del sistema solar y también más allá de nuestra
galaxia hasta 2025, cuando está previsto finalizar sus operaciones científicas.
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