El huevo fósil de Colonia… no es un huevo
Investigadores que en 2021 reportaron el primer
huevo fósil completo de ave moderna de América del Sur se autocorrigen gracias
a un trabajo de 1972 de colegas argentinos y ahora Uruguay es el país con más
fósiles de cálculos intestinales del mundo.
“Hallazgo excepcional: barrancos de Colonia
proporcionan el primer y único huevo fósil completo de ave moderna de América
del Sur”, titulábamos la nota que publicamos en marzo de 2021. En ella el
paleontólogo Andrés Rinderknecht y el ornitólogo Washington Jones, ambos del
Museo Nacional de Historia Natural (MNHN) hablaban felices sobre el raro huevo
fósil de un ave moderna, es decir, de aquellas que siguieron en el planeta tras
la extinción de los dinosaurios.
Para dar una muestra de lo raro que resultaba el
hallazgo de este huevo por parte del coleccionista Diego Acuña en un barranco
de la playa El Caño, cerca de la capital de Colonia, Rinderknecht afirmaba que
“en Uruguay es mucho más fácil encontrar un huevo de un titanosaurio que el
huevo fósil de un ñandú”. Jones coincidía: “Este huevo, desde el punto de vista
de su conservación, es una cosa súper excepcional”. Y vaya si lo era, incluso
más de lo que pensaban en ese momento.
En un ejemplo maravilloso que muestra cómo en
ciencia la que manda es la evidencia, a poco más de un año de publicado su
trabajo sobre el espectacular huevo, Rinderknecht y Jones publican un nuevo
artículo en el que no sólo reconocen que se habían equivocado, sino que además
el fósil que tenían enfrente era tanto o más extraordinario de lo que
imaginaron.
Titulado “Nunca pongas todos los huevos en la misma
canasta: registro fósil de enterolitos del Cuaternario de Sudamérica”, los dos
investigadores del MNHN le comunican al mundo de la ciencia no sólo que el
huevo reportado en 2021, así como otros dos fósiles también encontrados en la
misma zona de Colonia y que se encuentran en la colección del Museo Histórico
de Florida, “no son realmente huevos fósiles, sino algo mucho más extraño y
casi sin precedentes en el registro fósil: cálculos intestinales de mamíferos”.
¡El huevo resultó ser un enterolito (así es como se denominan estos cálculos
intestinales) de hace 16.000 años! Allí, a su vez, reiteran el llamado de un
trabajo realizado en Argentina medio siglo atrás para prestar atención y no
confundir huevos fosilizados con enterolitos de animales.
Volviendo sobre sus pasos
¿Cómo fue que Rinderknecht y Jones se dieron cuenta
de que había que revisar lo que habían publicado? Podría pensarse que algún
colega paleontólogo, de aquí o de cualquier otra parte del mundo, podría
haberles llamado la atención sobre lo extraño del huevo o alguno de sus
aspectos. Pero no fue el caso. “Fue una casualidad absoluta”, dice Jones.
“Enrique González, encargado en el MNHN de la colección de mamíferos, le
entregó a Andrés una serie de publicaciones de paleontología que podrían
interesarle. Y entre ellas, sin que Enrique lo supiera, estaba la de Teruggi”,
agrega. Ya hablaremos más de ello, pero pocos días antes de esa entrega,
también se dio un hecho bastante fortuito que los llevó a repensar su trabajo
sobre el huevo fósil.
“Poco antes había estado en el Museo Histórico de Florida
y había encontrado dos estructuras que internamente eran idénticas al huevo de
Colonia que habíamos publicado. Una no tenía forma de huevo y la otra sí”,
cuenta Rinderknecht. “Los fósiles venían del mismo lugar de Colonia y cuando
los vi empecé a sospechar que lo que reportamos en 2021 no era un huevo, porque
eran tres cosas iguales, completas, cuando ya es rarísimo encontrar un solo
huevo completo. Encima, una no tenía forma de huevo. Algo raro había”,
confiesa.
“Casi con unos días de diferencia, Enrique nos da
este conjunto de materiales entre los que estaba el artículo de Teruggi y sus
colegas sobre el enterolito reportado en Argentina. Yo tenía en la cabeza los
fósiles que había encontrado en el museo de Florida, y cuando vi ese trabajo
todo cerró”, dice Rinderknecht, quien junto a Jorge Gallas, había estado
clasificando y ordenando la colección de fósiles del museo de Florida.
El artículo publicado en 1972 por Mario Teruggi,
Juan José Bianchini y Eduardo Tonni en la Revista de la Asociación Geológica
Argentina llevaba un título que parecía hablarles directamente a nuestros
investigadores que lo leerían medo siglo después: “Un cuerpo crecionario de
origen animal que semeja un huevo fósil”. En el artículo que ahora publican
Rinderknecht y Jones dicen que este “notable pero poco conocido trabajo” de los
argentinos, en el que “describen un fósil de características similares” a los
tres fósiles que ahora reportan como enterolitos, fue fundamental para
allanarles el camino. Pero claro: no sabían de su existencia cuando analizaron
el huevo que no era tal.
Se trata de un artículo publicado sólo en español
medio siglo atrás, que no tiene una versión digital a la que puedan acceder
paleontólogos que estén ante un fósil similar. “Casi 100% de los paleontólogos
que hubieran visto el fósil de Colonia hubiera dicho que era un huevo, porque
hay un desconocimiento general sobre lo que son los enterolitos y los cálculos
intestinales, a menos que seas un veterinario que trabaja específicamente en
eso. En toda la bibliografía, salvo este trabajo argentino de hace 50 años, no
hay nada”, afirma Rinderknecht.
“En ese trabajo, Teruggi y sus colegas encontraron
un fósil similar y lo primero que pensaron también fue que era un huevo, lo
dieron por sentado. Pero cuando hicieron el análisis químico y vieron la
estructura interna, se dieron cuenta de que no era”, cuenta Rinderknecht.
“Ellos dicen lo sorprendente y parecido a un huevo que es ese fósil de
enterolito. Nosotros llegamos un poquito más tarde a esa conclusión, después de
que el paper de 2021 ya estaba publicado”.
Todo es una suma de grandes casualidades: un
producto de la actividad de un animal se fosiliza hace unos 16.000 años por
procesos que tienen bastante que ver con el azar. La casualidad quiere que allá
por el año 2000 el coleccionista de fósiles Diego Acuña lo encontrara en un
barranco de la playa El Caño, en Colonia. Los paleontólogos a los que consultó
pensaron que se trataría de un huevo de ave. El azar volvió a intervenir.
Rinderknecht se volvió a encontrar con fósiles similares provenientes del mismo
lugar en el museo de Florida. A los días, gracias a un compañero de trabajo, le
llega a sus manos el artículo de 1972 de Teruggi y colegas. Toda esa serie de
sucesos fortuitos tuvo que darse para que hoy estemos hablando de estos
extraños enterolitos, que como son fósiles no del animal en sí sino de una
actividad vital –como las huellas de pisadas, madrigueras, excrementos– se
denominan icnofósiles.
“Para mí es fantástico y es mucho más útil y mucho
mejor que sea un enterolito a que sea un huevo. Porque huevos hay por todos
lados, pero sobre enterolitos fósiles, en todo el mundo, hay una sola
publicación, la de Teruggi, y no es está accesible a la gran mayoría de la
comunidad de la paleontología”, dice Rinderknecht.
Hoy somos el país con más fósiles de enterolitos
reportados del mundo. Con los tres fósiles encontrados en Colonia, el que se
reportó como huevo de ave, que está en el Museo del Indio y la Megafauna, en
Cerros Azules, Maldonado, más los dos que están en la colección del Museo
Histórico de Florida, pasamos a liderar el ranking mundial de enterolitos
fósiles, que desde 1972 dominaba en solitario Argentina. “Triplicamos los
registros fósiles de enterolitos de Argentina”, reconoce bromeando.
“Somos el país con más fósiles de enterolitos...
publicados”, apunta Jones. “Seguramente en colecciones haya muchos más que
están mal identificados”, explica. De hecho, ahora Rinderknecht está convencido
de que un fósil extraño del Cuaternario de Paraguay, que le habían mostrado
hace 15 años, es también un cálculo intestinal. “Estoy seguro de que los
enterolitos son mucho más abundantes de lo que pensamos. Si nosotros en este
intervalo entre que salió el artículo del huevo fósil encontramos tres, seguro
hay muchos más. El asunto es que no se les ha prestado atención”, afirma.
Sucede que los enterolitos, ya no fósiles sino en
animales actuales, no son muy conocidos ni estudiados. “Y eso que los tenemos
muchos mamíferos, entre ellos nosotros, los humanos”, puntualiza Rinderknecht.
“Hay algo de literatura sobre enterolitos a nivel
veterinario en aquellos animales de interés veterinario. Pero aun sobre esos
animales hay pocos trabajos”, amplía Jones. Incluso no es mucho lo que sabemos
de estos cálculos. “Se conoce más la parte fisiológica, pero las causas de por
qué un animal genera enterolitos no es bien conocida”, dice Rinderknecht tras
haber leído todo lo que pudo encontrar al respecto, en su mayoría trabajos
sobre caballos.
¿Cómo se vive con un entorolito del tamaño de un
huevo? ¿El animal que hace 16.000 años padeció este cálculo intestinal habrá
sufrido mucho? “Los caballos, por ejemplo, pueden tener varios enterolitos del
tamaño de este que pensamos que era un huevo. A algunos les han sacado hasta
cinco. Hay caballos que pueden llegar a tener cálculos intestinales tan
molestos que se revuelcan y deben ser operados, así que es un problema médico
para los caballos”, dice Rinderknecht.
“Evidentemente hay un tipo de fósiles que requieren
que tengas un conocimiento muy específico. Como Andrés, podés tener un muy buen
conocimiento de anatomía y a partir de fragmentos, tener idea de a qué animales
pertenecerían determinados huesos. A este tipo de fósiles que se parecen a
huevos, y los huevos fósiles, requieren además de un conocimiento que te da ver
muchos fósiles, toda una confirmación con una serie de metodologías que hay que
hacer”, apunta por su lado Jones. “Eso fue lo que hicimos para este artículo,
todo un trabajo de laboratorio que requiere cierto tipo de especialización que
no es tan habitual para gran parte del trabajo paleontológico”, agrega.
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