Recrean la vida en Marte en una cueva de Cantabria
El proyecto que David Ceballos lidera hoy empezó a
fraguarse hace casi cuatro décadas. Aquel niño de siete años que imaginaba que cuando
fuese mayor ir al espacio sería algo habitual fundaba en 2019 una compañía
aeroespacial privada, con capital totalmente español. Su objetivo era ejecutar
misiones similares a las que se desarrollarán en Marte y encontró en una cueva
de Cantabria el lugar ideal para hacerlo. Tres años después, esta empresa
presentará un trabajo sobre el comportamiento humano en entornos análogos para
aprendizajes de futuras expediciones espaciales. Lo hará en el marco de la 73
edición del Congreso Internacional de Aeronáutica que se celebrará en
septiembre en París.
"Se está pensando en establecer una colonia en
Marte y ahí es donde entramos nosotros. El motivo por el que se desarrolló
Astroland es porque el ambiente marciano es muy hostil: temperaturas entre 0 y
-100 grados, fuertes tormentas de polvo… Pero el mayor problema es la gran
radiación estelar. Esto supone que lo más compatible con la vida humana es
establecerse en los tubos de lava. Nuestro objetivo es desarrollar hábitats en
entornos extremos y antes tenemos que equivocarnos en la Tierra. El gran
aspecto diferenciador de Astroland es que somos la única agencia con una
estación análoga permanente subterránea", apunta Ceballos. Esa estación se
encuentra en una cueva de Arredondo, un espacio de 1,5 kilómetros de largo y
hasta 60 metros de alto.
La primera misión se realizó en junio de 2019,
coincidiendo con el 50 aniversario de la llegada del hombre a la Luna. Desde
entonces se han llevado a cabo otras cuatro, menos de las inicialmente
previstas por la irrupción de la pandemia del coronavirus. En ellas han participado
entre cinco y diez personas y la más larga ha durado seis días. La meta de la
siguiente es extenderla hasta los 21 porque cuanto más tiempo pasan dentro de
la gruta, más información obtienen. "Buscamos desarrollar las tecnologías
y las habilidades necesarias para vivir un año de forma autónoma en el planeta
rojo. Ese es el reto", manifiesta el CEO de esta startup. Un año con sus
correspondientes seis meses de ida y seis meses de vuelta, lo que llevará a los
participantes de una futura exploración a estar dos años en el espacio.
En ese contexto, las misiones que lleva a cabo
Astroland presentan tres líneas: la que tiene que ver con la biología, la que
tiene que ver con la ingeniería y, sobre todo, la que tiene que ver con la
psicología. De esta forma, junto a la generación de sistemas que permitan la
generación de cultivos, de energía, de oxígeno, de agua potable o el reciclaje
de los residuos, prima la salud mental. "El factor humano es el mayor
riesgo para que la misión no se cumpla con éxito. Las personas van a convivir
durante dos años en situaciones de estrés prolongado y en espacios
hacinados", alerta Ceballos.
En este punto, la startup cuenta con la colaboración
de Gabriel González de la Torre. Miembro del laboratorio de Neuropsicología y
Psicología de la Universidad de Cádiz, este experto participó en un grupo
internacional apoyado por la Agencia Espacial Europea para estudiar los
aspectos psicológicos de los astronautas. Él será el encargado de presentar en
París el trabajo sobre el comportamiento humano en entornos análogos.
Los astrolanders, como la compañía llama a quienes
participan en sus misiones, presentan perfiles diferentes, desde personal que
se está preparando para ser astronauta a psicólogos, pasando por ingenieros y
científicos de diversas materias. Con la intención de contribuir a la
financiación del proyecto, este también está abierto a personas ajenas al
sector aeroespacial que quieran vivir una experiencia. A través de la agencia
de viajes Nuba y a partir de 2.500 euros hay lugar para aventureros y también
para team building de empresas.
"Van a tener igualmente un papel dentro de la
misión y tendrán que prepararse para ejercerlo. Obviamente a un nivel más bajo
pero siempre atendiendo a líneas científicas reales. Todo lo que hacemos busca
replicar esto en Marte", apostilla Ceballos, quien remarca que esta es
"una iniciativa 100% privada, que ha accedido a un préstamo participativo
que hay que devolver". Ese crédito asciende a 250.000 euros y le ha sido
concedido por el Gobierno de Cantabria a través de la Sociedad para el
Desarrollo Regional de Cantabria (Sodercan).
Independientemente de la procedencia de los
participantes, todos se instruyen inicialmente en un campus virtual.
Posteriormente pasan por una fase de preparación en las instalaciones de la
empresa, con rocódromos, coatching, entrenamiento mental... En ese momento a
cada uno se le asigna un rol. Y de ahí se adentran en la denominada Ares
Station.
"Cuando entran en la cueva ya no tienen
referencias de ningún tipo y de manera habitual van solos, sin ningún guía.
Tienen unos objetivos y deben tomar sus propias decisiones. Se busca generar
situaciones en las que puedan poner en práctica lo aprendido y nos provean de
información. Nosotros lo vamos monitorizando todo desde el Space Center, que es
nuestro centro de control y que está en el Parque Tecnológico de Santander.
Vamos viendo cómo evolucionan, medimos las constantes vitales... Y mantenemos
la latencia de ocho minutos en las comunicaciones, que es la media que tardan en
llegar los mensajes entre Marte y la Tierra", continúa Ceballos. La idea
es darle el mayor realismo posible a la misión, en lo que juega también un
papel importante la sugestión.
Con esa pretensión se ha montado el proyecto, a
falta de poder recrear la gravedad marciana, que supone aproximadamente un
tercio de la terrestre. "Es una de las cosas que no podemos simular. Las
analogías siempre son parciales, no son totales.", reconoce el responsable
de Astroland, que añade que intentan lograr cierto efecto reduciendo la carga
de los trajes: "Si pesan 150 kilos con todo el aparataje, en este caso
pesan 50. El nuestro algo menos, para facilitar los movimientos dentro de la
cueva". Los equipos tampoco van presurizados por el momento, algo en lo
que se encuentran trabajando: "Vamos avanzando poco a poco y cada vez
sacamos más analogías".
Otra vía de investigación pendiente es la de abordar
las enfermedades incluso antes de que se manifiesten, porque, ¿qué ocurriría si
alguien enferma a no menos de 55 millones de kilómetros y en un territorio
hostil? "Siempre intentamos que en las misiones haya alguien con el rol de
médico, que tenga la capacidad de actuar ante determinadas urgencias. Además
tenemos un acuerdo con la clínica Blue Healthcare, cuya estrategia va orientada
a la medicina preventiva. El objetivo es no llegar a enfermar; en la medida de
lo posible, adelantarnos a la enfermedad. Se están invirtiendo miles de
millones en que estemos saludables más tiempo. En los próximos años va a ser
una auténtica revolución".
Y, ¿cuánto falta para que el ser humano pise el
planeta rojo? Elon Musk ha ido retrasando la fecha que inicialmente había
previsto. El magnate fundó SpaceX hace veinte años, dedicada a la fabricación
aeroespacial, y ahora prevé que su nave Starship logre ese hito en 2029. David
Ceballos es más prudente y fija en 2035 la fecha más razonable para que su
sueño se haga realidad. Antes -si no se sigue retrasando- es posible que la
humanidad regrese a la Luna, algo que no ocurre desde 1972, pero "el siguiente
paso evolutivo en la carrera espacial será mandar una misión tripulada a
Marte".
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