La quiebra de una “fábrica de mascotas” le cuesta la vida a miles de animales

 

Fábricas de mascotas. ¿Puede haber algo más aberrante? Pues existe, porque da dinero y, problemas morales aparte, el negocio es el negocio. Y cuando el negocio no funciona se cierra la fábrica y sus dueños salen por patas, abandonando a estos pobres animales a una muerte segura y dolorosa.

Es lo que acaba de ocurrir en As Pontes, A Coruña. De acuerdo con la denuncia hecha por la plataforma Animals´ View, Xaraleira era una empresa dedicada desde 2003 a la cría de pequeños mamíferos como hámsteres, ratones, cobayas, chinchillas, ardillas, jerbos o conejos enanos con destino su venta en tiendas de mascotas. De acuerdo con los datos de esta plataforma, llegaron a criar entre 500.000 y un millón de animales al año.

Hasta que las cosas se torcieron. La empresa entró en suspensión de pagos, y finalmente ha quebrado y cerrado sus puertas, «dejando a miles de animales prácticamente desatendidos tras el despido de los empleados«, afirma Animals´ View.

Según explica su portavoz, la animalista Silvia Barquero, «la totalidad de ellos hubieran muerto de no ser por la rápida acción de varias organizaciones que al ser conocedoras del caso se movilizaron para acudir en su rescate».

No entiendo (ni comparto, ni me gusta) el mascotismo, eso de tener animales encerrados en casa solo porque son muy monos, como quien tiene un coche o una gabardina. Y aborrezco que muchas veces la gente acabe cansándose de esas mascotas, más o menos exóticas, y las abandone, causándoles tanto dolor como desastre ambiental. Pero lo que no tenía ni idea es que pudieran existir fábricas de mascotas, como quien fabrica zapatos.

La recién creada plataforma Animals´ View ha difundido terribles imágenes recibidas de activistas que han accedido al interior de la granja, en las que se muestran las condiciones lamentables en las que malvivían los últimos animales criados en ese lugar.

Las imágenes también muestran el final que se daba a muchos animales que no cumplían los cánones de rentabilidad esperados debido a su bajo rendimiento reproductivo, como hámsters al año de vida y conejos a los dos años). Todos ellos, según los animalistas, «eran gaseados, envasados y congelados para su venta a parques zoológicos como el de Cabárceno, Faunia o el Zoo de Madrid».

No pudiendo quedar como meros espectadores de tanto sufrimiento, el santuario Vacaloura, junto a otras organizaciones animalistas, se han esforzado por encontrar casas de acogida a cerca de 2.000 animales que han rescatado de esas instalaciones desde que en mayo de este año tuvieron noticia de la grave situación en la que se encontraban los pobres bichos.

Los integrantes de Animals´ View proponen en un comunicado de prensa que «es necesaria la concienciación ciudadana para evitar que el impulso que lleva a comprar un animal que se ofrece tras el escaparate de un centro comercial nos haga ignorar la explotación, el sufrimiento y maltrato que padecen los animales tras los muros de las granjas».

Desgraciadamente, se lamentan los animalistas, el texto de la nueva ley de protección animal aprobada el pasado día 1 de agosto en Consejo de Ministros no contempla medidas para evitar la venta indiscriminada de estos animales, como sí recoge en el caso de perros, gatos y hurones.

Desde la plataforma Animals´ View consideran que «esta granja no es un caso aislado«, y ven necesaria una reflexión sobre qué les ocurre a los animales de otras granjas que siguen funcionando a pleno rendimiento, criados sin descanso, pasando sus vidas e

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