Un mar de flores cubre el desierto de Atacama
El lugar más seco de la Tierra es el desierto de
Atacama, que se encuentra a lo largo de la costa oeste del cono sudamericano y
se extiende por unos 1.600 km. Algunas de las estaciones meteorológicas nunca
han registrado lluvia en todos sus años de funcionamiento.
Pero está lejos de no tener vida; Aquí se pueden
encontrar muchas especies que son exclusivas de esta región y que se han
adaptado a sus duras condiciones. Además, Atacama es el hogar de uno de los
fenómenos naturales más impresionantes en promedio una vez cada cinco a diez
años desde mediados de septiembre hasta mediados de noviembre: el «desierto
florido» (literalmente, «desierto florido»).
Después de fuertes lluvias a principios de este año,
una de estas floraciones masivas, que actualmente se está produciendo en el
norte de Atacama, es cubierta con frecuencia por los medios de comunicación de
todo el mundo.
Sin embargo, ¿qué procesos fisiológicos y evolutivos
permiten la enorme variedad de colores, formas y patrones visuales de las
flores que se encuentran en los desiertos en flor? ¿Y cómo perciben toda esta
variedad los polinizadores, principalmente himenópteros como las avispas y las
abejas solitarias de Atacama, que son los beneficiarios de esta extravagancia
visual? Un estudio reciente publicado en Frontiers in Ecology and Evolution
aborda esta pregunta.
«Nuestro objetivo era aclarar los mecanismos
ecológicos y evolutivos que causan la diversidad biológica en ambientes
extremos como el desierto de Atacama», dijo el primer autor, el Dr. Jaime
Martínez-Harms, investigador del Instituto de Investigación Agrícola de La
Cruz, Chile.
«Aquí mostramos que las flores de la gatita
Cistanthe longiscapa, una especie representativa de los desiertos florecientes
en el desierto de Atacama, son muy variables en cuanto al color y los patrones
que presentan a los polinizadores. Esta variabilidad probablemente se deba a
los diferentes pigmentos llamados ‘betalaína’ en el Pétalos de flor.»
A
fines de 2021, Martínez-Harms y sus colegas estudiaron un evento del desierto
de Florida cerca de la ciudad de Caldera en el norte de Chile. Aunque era más
pequeño que el evento actual, los satélites podían verlo claramente. La especie
dominante fue la planta anual C. longiscapa (familia Montiaceae), que floreció
en dos puntos distintos separados por decenas de kilómetros y alcanzó una
altura de 20 cm. A ojos humanos, estas manchas estaban compuestas
exclusivamente por flores moradas y amarillas. Numerosas flores intermedias de
la misma especie (rojizas, rosadas y blancas) crecieron entre ellas,
proporcionando una fuerte evidencia de que los morfos púrpura y amarillo son
variaciones hereditarias capaces de entrecruzarse.
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