El primer retrato completo de la Tierra desde una nave habitable en medio siglo
Bueno, una foto más de la Tierra, como miles de
otras, dirán algunos.
Esta semana los medios han hablado del lanzamiento
de la largamente esperada y retrasada misión Artemisa 1 de la NASA, la primera
del programa sucesor del Apolo que llevará a los humanos de vuelta a la Luna.
Pero se ha contado de una forma algo confusa. Se ha dicho que el primer
alunizaje tripulado, Artemisa 3, se llevará a cabo en 2024, cuando esta fecha
se retrasó el año pasado a 2025, este año se ha dicho que no antes de 2026… y
contando.
Se ha dicho, ante la pregunta de «¿para qué volver a
la Luna?» —la cual es muy legítima, aunque es curioso que nadie esté
preguntando «¿para qué un Mundial de fútbol?» que va a costar en unas semanas
más del doble que todo el programa Artemisa a lo largo de 13 o 15 años—, que la
razón de este nuevo programa lunar es dar después el salto a Marte.
Pero lo cierto es que la NASA no tiene dinero para
viajar a Marte. De hecho, que yo sepa y a riesgo de haberme perdido algo, solo
las tres primeras misiones de Artemisa están presupuestadas. La NASA tampoco
tiene la tecnología necesaria para viajar a Marte (y sobrevivir allí). Y no es
probable que vaya a tener nada de esto en un futuro previsible. A menos que
muchas cosas cambien rápida y sorpresivamente, Marte aún está a décadas de
distancia, si es que llega a estar. Hablar ahora de Artemisa como peldaño hacia
Marte es una carta a los Reyes Magos. Cuando no un gancho publicitario, como
dicen otros.
Entonces, ¿para qué Artemisa? Ciencia. Exploración.
Desarrollo tecnológico. Aprovechamiento de recursos. Puesta a prueba de un
nuevo modelo de colaboración público-privada con proyección que permita que la
futura exploración espacial se pague sola (o al menos tienda a ello). Hay
muchas razones para ello, aunque su valoración dependerá de las inclinaciones
de cada cual.
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