El volcán Popocatépetl ruge
El 31 de diciembre de 2022, pocos minutos antes de
que México celebrara la llegada del Año Nuevo, el segundo volcán más alto del
país registró una fuerte explosión. Desde entonces, impresionantes imágenes de
erupciones y fumarolas del Popocatépetl circulan en las redes sociales.
El Centro Nacional de Prevención de Desastres
(CENAPRED) informa que, en las últimas 24 horas, se detectaron 133 exhalaciones
acompañadas de vapor de agua, gases volcánicos y ceniza, así como tremores y
explosiones menores. El semáforo de alerta volcánica se encuentra actualmente
en amarillo fase dos.
Hugo Delgado, investigador del Instituto de
Geofísica de la UNAM, aclara que Don Goyo -como suele llamarse al gigante-
entró en erupción en 1994. Si bien ha habido interrupciones con baja actividad,
desde entonces el volcán no ha regresado a un estado de reposo.
En entrevista con DW, el vicepresidente de la
Sociedad Geológica Mexicana detalla los protocolos de emergencia en caso de un
fuerte aumento de la actividad volcánica: el semáforo de alerta tiene los
colores verde, amarillo y rojo.
El nivel amarillo consta de tres fases. En la
segunda, la actual, comienzan, por ejemplo, las actividades de mantenimiento de
refugios temporales, así como la revisión de salidas de emergencia y caminos de
evacuación. En la tercera fase amarilla, se alista el personal de protección
civil con el apoyo del Ejército, y se comienza a preparar a la población para
una posible evacuación. Además, se provee de alimentos, cobijas y camas a los
diferentes refugios. En el nivel rojo, comenzarían las evacuaciones.
Mientras que un comité científico compuesto por
miembros del CENAPRED e investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM) analiza las informaciones procedentes de los sistemas de
monitoreo y realiza un diagnóstico y un pronóstico, el Sistema Nacional de
Protección Civil es la autoridad competente que decide si se deberá proceder a
una evacuación o no, explica Delgado.
¿Y qué
pasaría en caso de una erupción muy fuerte? "Todo quedaría aniquilado en
un radio de 15 kilómetros", responde a DW Robin Campion, vulcanólogo de la
UNAM. Además, se tendría que evacuar a unas 10.000 ó 20.000 personas de las
poblaciones más cercanas.
Hasta ahora, las grandes urbes, como Puebla o Ciudad
de México, se han visto afectadas por pequeñas cantidades de ceniza volcánica
fina que causa, sobre todo, dificultades respiratorias e irritación de los
ojos. En algunas ocasiones, también se tuvieron que cerrar los aeropuertos y
cancelar o desviar vuelos, cuenta el investigador del Instituto de Geofísica.
"En cambio, en caso de una erupción muy fuerte,
en función de la dirección del viento, una capa de ceniza-arena de 1 a 30
centímetros de espesor caería en estas grandes ciudades, perturbando profundamente
y, por varias semanas, el transporte terrestre, el drenaje, los vuelos, la red
eléctrica. En temporada de lluvias, Puebla se vería afectada por inundaciones
frecuentes que depositarían grandes espesores de lodo en las partes bajas de la
ciudad", detalla Campion.
Por su parte, el volcanólogo Thomas Walter, del
Centro Alemán de Investigación Geológica (GFZ, por sus siglas en alemán), hace
hincapié en que el Popocatépetl no es el volcán más preocupante de México,
donde hay al menos 46 centros volcánicos activos, y cita una publicación
reciente de Ramón Espinasa-Pereña, que describe a los volcanes Colima, Pico de
Orizaba, San Martín Tuxtla, El Chichón y Tacaná como los de mayor riesgo en el
país.
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