Rusia investiga un posible defecto de fabricación en sus dos naves espaciales dañadas
Nuevo capítulo en el misterio de las naves
espaciales rusas con fugas. Después de la teoría de los micrometeoritos como
causa de al menos el pequeño agujero de la Soyuz MS-22, y el «daño externo»
sufrido por el carguero espacial Progress MS-21, ahora se suma una nueva
hipótesis: un posible defecto de fabricación. Según contó Joel Montalbano,
gerente del programa de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas
en inglés) de la NASA, en rueda de prensa tras el aterrizaje de una Crew Dragon
americana, Rusia estaría estudiando esta posibilidad.
«Además de desechos orbitales de micrometeoritos, el
equipo y Roscosmos y Energia -la principal contratista en el programa de vuelos
tripulados rusos- están analizando la fabricación», dijo Montalbano. «¿Hay algo
allí? ¿Algo cambió en la producción de estos vehículos? Es exactamente lo que
nosotros haríamos: mirar todos los datos que tenemos».
Los hechos se remontan al pasado 14 de diciembre,
cuando una nave rusa Soyuz atracada en la ISS perdió todo su refrigerante en el
espacio debido a una impresionante fuga. Este hecho motivó una situación
insólita en la estación espacial: tres de los siete tripulantes del laboratorio
en órbita no tenían cómo volver a casa en caso de emergencia. Además, la vuelta
planeada para marzo de los cosmonautas Serguéi Prokopyev y Dmitri Petelin,
además del astronauta de la NASA Frank Rubio -quienes habían llegado a la ISS
en esa misma nave- quedaba en el aire.
Finalmente, desde la agencia espacial rusa,
Roscosmos, se resolvió que una nueva nave sin tripulación reemplazara a la
sonda averiada. Sin embargo, durante los preparativos, el pasado 11 de febrero
se registraba otra fuga en otra nave, esta vez de carga, que presentaba el
mismo problema en un lugar similar. Todos estos contratiempos motivaron la
decisión de Rusia de extender la misión de los tres astronautas hasta
septiembre, con el objetivo de investigar mejor las causas y no entorpecer el
calendario de lanzamientos con naves rusas.
Expertos consultados por ABC señalaban que los
agujeros que mostraban las naves rusas eran demasiado regulares para ser consecuencia
de micrometeoritos, por lo que apuntaban que seguramente el daño se hubiera
provocado en tierra, antes del despegue. La teoría del defecto de fabricación
coincide con esta hipótesis.
A pesar de este posible fallo, Montalbano aseguró
que la NASA confía en la nueva Soyuz enviada para rescatar a los tres
astronautas, si bien la agencia mantendrá sus ojos abiertos ante cualquier
nuevo contratiempo. «La confianza es buena, pero siempre estamos alerta. Es una
de las cosas buenas del programa espacial. Y eso se hace tanto del lado de la
NASA como del de Roscosmos», dijo.
Tras la llegada hace unas semanas de la nueva nave
en la que volverán en septiembre Prokopyev, Petelin y Rubio, llamada Soyuz
MS-23 -con la que en caso de emergencia podrían volver a la Tierra, dando por
finalizado así su 'encierro involuntario' en la ISS-, Roscosmos ha informado de
que la Soyuz averiada aterrizará sin tripulación a finales de mes. Sin embargo,
solo llegará a la Tierra la cápsula en la que viajarían los astronautas, pero
no la parte dañada, situada en la base de la nave, y que se desintegra cuando
ésta pasa a través de la atmósfera terrestre. «Es por ello que los ingenieros
no podrán examinar de cerca el problema», señaló Montalbano.
Algo similar ocurrió con la Progress MS-21, si bien
esta nave se desintegró por completo a finales del mes pasado, poco tiempo
después de haberse hallado la fuga. Se trata de una situación usual: este tipo
de naves siempre se desechan con el roce de la atmósfera.
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