La Antártida estuvo envuelta en llamas durante el Cretácico
La Antártida fue perturbada por frecuentes incendios
forestales directamente asociados con episodios volcánicos activos durante el
final de la era de los dinosaurios, hace 75 millones de años
La Antártida fue perturbada por frecuentes incendios
forestales directamente asociados con episodios volcánicos activos durante el
final de la era de los dinosaurios, hace 75 millones de años.
Paleontólogos obtuvieron nueva evidencia de este evento
a partir de muestras paleontológicas recolectadas en la Isla Rey Jorge, en el
archipiélago de las Islas Shetland, en la Península Antártica, durante
expediciones científicas realizadas por el Instituto Antártico Chileno (INACH)
y el Programa Antártico Brasileño (Proantar).
La primera evidencia de la ocurrencia de incendios
forestales en la Antártida ya había sido comprobada por el mismo investigador
en 2015, en un artículo publicado en la revista Palaeogeography,
Palaeoclimatology, Paleoecology. En 2021, otro estudio para la Antártida
también presentó más evidencia sobre el tema.
Sin embargo, la nueva evidencia que presenta el
estudio desarrollado por la Dra. Joseline Manfroti y colaboradores, durante su
posdoctorado en el Instituto Antártico Chileno, demuestra que la Antártida
efectivamente estuvo en llamas durante el período Cretácico, y la ocurrencia de
incendios forestales fue frecuente. Y estos episodios de incendios estaban
asociados al vulcanismo activo de la época.
El nuevo trabajo se publicó en la revista Frontiers in Earth Science
(1).
Según los autores del estudio, los cambios
ambientales globales se encuentran entre los mayores desafíos para la
comprensión de la humanidad. En este sentido, la construcción de escenarios que
faciliten la comprensión de la evolución ambiental de los más diversos
ambientes del globo es de suma importancia.
"Y esta construcción va más allá de los signos
actuales de perturbaciones en los ambientes, pero también es necesario prestar
atención a estudios que representen una escala temporal más amplia. Por lo
tanto, caracterizar y comprender los ambientes pasados de la Tierra, los
paleoambientes y sus agentes perturbadores. (como el fuego), son herramientas
fundamentales para la construcción de escenarios y modelos que permitan una
mejor comprensión de la dinámica terrestre y ayuden a la conservación de la biota
actual", explica Manfroi.
El continente antártico, por ser considerado el
continente de los extremos, es uno de los ambientes que cada vez más despierta
interés investigador para una mejor comprensión. Además de ser el continente
que presenta las condiciones más desfavorables para el desarrollo de la
biodiversidad terrestre en la actualidad, debido a sus factores abióticos
hostiles (como el frío significativo y la intensidad del viento), también es el
continente que mejor conserva sus características ambientales, siendo un
verdadero laboratorio natural que reúne condiciones excepcionales para el
desarrollo de la investigación en ciencias básicas y aplicadas, lo que lo hace
especialmente interesante desde la perspectiva humana.
A pesar de ser actualmente una gran masa de tierra
aislada en el hemisferio sur, el continente antártico no siempre ocupó esta
posición geográfica. A lo largo de las eras geológicas, se movió y cambió
debido a los constantes movimientos tectónicos, ocupando diferentes posiciones
en el globo a lo largo de su historia paleogeográfica. A lo largo de esta
historia, los ambientes del sur cambiaron significativamente. En tiempos
remotos estuvieron dominados por una gran diversidad de especies que componían
y/o habitaban grandes bosques, los cuales dejaron sus huellas a través del
registro paleobotánico conservado en diferentes contextos geológicos de la
Antártida, con énfasis en depósitos del período Cretácico.
Durante el período Cretácico, tal como ocurre en la
actualidad, los incendios forestales eran elementos moldeadores muy comunes en
los ambientes terrestres.
Además de ser considerado uno de los factores de
perturbación ambiental importantes en diferentes biomas, los incendios de
vegetación pasados se evidencian, entre otras formas, por la presencia de
carbón fosilizado, originado por el proceso de carbonización, que consiste en
la quema incompleta de fragmentos de plantas que se conservan en el registro
geológico. Diferentes factores influyen en la ocurrencia, frecuencia e
intensidad de los incendios naturales en los ecosistemas, desde el clima
estacional, la disponibilidad de material vegetal (combustible), la humedad y las
formas y causas de ignición.
A través de esta investigación se sabe que los
ambientes australes, durante el período Cretácico, también se vieron
perturbados por la ocurrencia de incendios forestales, mucho más frecuentes de
lo que se pensaba, que consumían parcial o totalmente la vegetación. El
análisis de estos fragmentos de fósiles vegetales carbonizados recuperados en
depósitos del Cretácico en la Antártida, especialmente los recuperados en la
Isla Rey Jorge, no solo permitió caracterizar la vegetación quemada, compuesta
principalmente por plantas conocidas como gimnospermas. También permitió el
diagnóstico de los elementos involucrados en la ignición de la vegetación,
posibilitando así la reconstrucción de un escenario paleoambiental de fácil
comprensión.
"El intenso vulcanismo atestiguado en el
Cretácico, que comprende gran parte de los estratos rocosos de la Antártida,
fue también el impulsor de los incendios forestales ocurridos durante este
mismo período. los flujos de lava fundida del vulcanismo activo que consumió la
vegetación, sino el contacto de la vegetación con las nubes de cenizas
calentadas, nubes piroclásticas, que fueron expulsadas por los volcanes, las
cuales fueron preservadas en el registro geológico a través de finísimos
sedimentos volcánicos, tales como tobas volcánicas. Estas nubes de ceniza
calentadas llegaron a los bosques, provocando el inicio de incendios de
vegetación natural", dice Manfroi.
.
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