Japón va a liberar ya agua radiactiva de la central de Fukushima al Océano Pacífico

Japón se propone verter 1,25 millones de toneladas de aguas residuales nucleares en el Océano Pacífico. Los vertidos, que durarán décadas, podrían iniciarse en unas pocas semanas. Tanto el gobierno como la AIE aseguran que no hay riesgos significativos, pero la alarma global ha sonado.

En Fukushima, Japón, han comenzado las primeras pruebas para liberar el agua de refrigeración limpia, que todavía está contaminada con tritio, de la planta de energía nuclear dañada de Fukushima Daiichi.

El plan es diluir las aproximadamente 1,25 millones de toneladas de agua que contienen tritio y canalizarlas aproximadamente un kilómetro hacia el mar a través de un túnel. El vertido podría comenzar en unas pocas semanas.

Mientras los pescadores y las organizaciones ambientalistas protestan, el operador Tokyo Electric Power (Tepco) enfatiza que el tritio vertido difícilmente cambiará el contenido de tritio natural del Pacífico.

El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9,0 y un posterior tsunami provocaron el mayor accidente nuclear desde Chernóbil en la central nuclear de Fukushima Daiichi, en Japón. Los reactores se sobrecalentaron y se fundieron, liberando grandes cantidades de radiación al ambiente. Más de 150.000 personas tuvieron que ser evacuadas de la zona afectada, que aún sigue restringida.

Para enfriar los reactores dañados, se ha utilizado más de un millón de toneladas de agua, que se ha mezclado con el agua subterránea y el agua de mar que entró en la planta. Esta agua contiene varios elementos radiactivos, como el tritio, que son difíciles de eliminar por completo.

El agua se ha tratado en un complejo proceso de filtración que elimina la mayoría de los radionucleidos, pero no todos. Luego se ha almacenado en enormes tanques dentro del recinto de la central, pero el espacio se está agotando y se prevé que se llene para 2022.

Después de años de debate y consultas con expertos internacionales, el gobierno japonés aprobó en abril de 2021 un plan para liberar gradualmente el agua tratada al océano Pacífico, a partir de este año. El gobierno asegura que el agua se diluirá lo suficiente como para que los niveles de radiación estén por debajo de los estándares nacionales e internacionales para el agua potable y el medio ambiente marino. También afirma que el tritio es poco dañino para los humanos y los organismos acuáticos en pequeñas dosis. El gobierno dice que esta es la opción más segura, viable y rápida para resolver el problema del agua.

La decisión de Japón ha generado una fuerte oposición tanto dentro como fuera del país. La industria pesquera local teme que la liberación del agua afecte a la confianza de los consumidores y a la recuperación del sector, que ya sufrió un duro golpe tras el accidente nuclear.

Muchos países prohibieron la importación de productos marinos procedentes del noreste de Japón por temor a la contaminación radiactiva. Los pescadores también cuestionan la eficacia y la transparencia del proceso de tratamiento y dilución del agua.

Los grupos ecologistas como Greenpeace han denunciado que la decisión de Japón muestra un fracaso del gobierno para proteger a las personas y al medio ambiente de Fukushima.

Estos grupos advierten que el agua liberada podría contener otros radionucleidos peligrosos además del tritio, como el estroncio o el carbono-14, que podrían acumularse en la cadena alimentaria marina y afectar a la salud humana y animal a largo plazo.

La revista Science destaca al respecto que, además del tritio, los isótopos más peligrosos con vidas radiactivas más largas, como el rutenio, el cobalto, el estroncio y el plutonio, están presentes en el 71% de los tanques del agua que se va a verter al Pacífico. "Estos isótopos radiactivos se comportan de manera diferente al tritio en el océano y se incorporan más fácilmente a la biota marina o a los sedimentos del fondo marino", señala Ken Buesseler, químico marino de la Institución Oceanográfica Woods Hole, citado por Science.

Los países vecinos como China y Corea del Sur también han expresado su preocupación y su rechazo al plan japonés.

Estos países acusan a Japón de actuar de forma irresponsable y unilateral, sin tener en cuenta el impacto potencial en el ecosistema marino compartido y en la seguridad regional. Algunos países insulares del Pacífico también han criticado a Japón por la falta de transparencia y consulta previa a la decisión. Piden a Japón que reconsidere su decisión y busque alternativas más seguras y responsables.

La Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) ha respaldado el plan japonés y ha dicho que es seguro y conforme a las normas internacionales. La AIEA ha enviado varios equipos técnicos a Japón para supervisar y asesorar sobre el tratamiento y la gestión del agua contaminada. La AIEA también ha recomendado a Japón que mejore la comunicación y la información sobre el plan, para aumentar la confianza y la comprensión de la población y de la comunidad internacional.

Otros expertos en energía nuclear y en oceanografía han coincidido en que la liberación del agua tratada al mar es una práctica común en otras centrales nucleares del mundo y que no supone un riesgo significativo para la salud o el medio ambiente, siempre que se haga de forma controlada y supervisada.

Estos expertos también han señalado que el océano Pacífico es lo suficientemente grande como para dispersar y diluir el tritio y otros radionucleidos a niveles muy bajos, que no superarían los límites naturales de radiación.

El gobierno japonés espera comenzar a liberar el agua tratada al océano este verano, después de recibir un informe favorable de la AIEA. El proceso de liberación podría durar varias décadas, según el ritmo y la cantidad de agua que se vaya vertiendo.

El gobierno ha prometido que el plan se llevará a cabo con la máxima transparencia y seguridad, y que se harán controles periódicos de la radiación en el agua, el aire y los productos marinos.

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