Un mamut volverá a la vida en 2027
Hace unos 3.700 años pereció el último mamut lanudo
en la isla de Wrangel, entre el mar de Chukotka y el mar de Siberia Oriental,
después de 150.000 años de que esta especie habitara en nuestro planeta. Su
reciente desaparición junto a los restos bien conservados gracias al permafrost
—terreno congelado— ha permitido que este animal sea el mejor estudiado entre
los extintos.
Pero algunos científicos han querido ir aún más lejos
en su estudio. ¿Y si fuera posible “desextinguir” al mamut? Un complejo método
de ingeniería genética basada en un tipo de secuencia de ADN natural podría
lograr una suerte de milagro: devolver al mamut a la vida poniendo las bases
para otros proyectos similares que tendrían por objetivo experimentar con
especies extintas.
A continuación, reseñamos este revolucionario
proyecto de la empresa Colossal en colaboración con prestigiosos científicos de
Harvard, sin olvidarnos de las incontables dudas y dilemas que despiertan
proyectos como este el mundo de la ciencia.
Fue en 2013 cuando George Church —biólogo y profesor
de Genética de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard— planteó la
idea de reconstruir el genoma de especies extintas con base en fragmentos de
ADN obtenido de fósiles. ¿Se podrían reescribir los genes de un pariente vivo
para resucitar una especie extinta? El equipo de Church consideró que sería
posible modificar el genoma de un elefante para engendrar un mamut… o algo
parecido a un mamut.
Y entonces comenzó un accidentado proceso de
obtención de financiación que terminó con Church asociándose a Ben Lamm, dueño
de la empresa de Inteligencia artificial Hypergiant que fundó Colossal para
promocionar el proyecto del biológo de Harvard y su equipo. Paris Hilton o
Thomas Tull —dueño de la empresa que fundó la franquicia de Parque Jurásico—
también han puesto dinero.
Usando una herramienta de edición genética conocida
como CRISPR se ha completado el ADN de los fósiles de mamuts encontrados en el
Ártico con material genético del elefante asiático con el que comparte un 99,6%
de código genético. Para hacernos una idea, el chimpancé comparte con el ser
humano casi 99% de código genético, pero desde luego, no somos iguales, ¿no?
Sea como fuere, Colossal ya se ha puesto como
objetivo 2027 o 2028 como fecha para que el primer mamut lanudo vea la luz tras
crear un embrión viable que será gestado en el útero de una hembra de elefante
africano.
Colossal son los primeros interesados en vender los
beneficios del negocio de la desextinción citando diez objetivos principales de
sus proyectos entre los que se puede destacar la desaceleración del
derretimiento del permafrost, la reducción de la emisión de gases de efecto
invernadero, la restauración de la estepa, el establecimiento de un vínculo
entre la genética y el cambio climático o dotar a la naturaleza de resiliencia
frente a los efectos adversos de la humanidad en ecosistemas vitales.
Buena parte de estos objetivos se fundamentan en la
hipótesis del equipo de Church de que la actividad de los mamuts podrían ser
claves para la recuperación de la tundra de Siberia y el norte de América donde
solían pastar estos animales que eran una suerte de “ingenieros del ecosistema”
los cuales fertilizaban el terreno con sus excrementos, entre otras
repercusiones medioambientales de su presencia en estos inhóspitos
territorios.
Pero hay un objetivo aún más relevante en este
proyecto. Así lo reseña este estudio de la investigadora de la Universidad de
Londres Charlotte Wrigley en el que se sugiere que los criobancos que
salvaguardan material genético de las especies junto a las tecnologías que
surgen de este proyecto pueden ser la clave para dar respuesta a una crisis
futura: la extinción del género humano.
Los riesgos, preguntas sin respuesta, dilemas
morales y sospechas científicas sobre estos proyectos son tantos que no hay
espacio para reseñarlos todos. Además de material ideal para escribir una
distopia en la que animales modificados genéticamente se conviertan en amenazas
para la humanidad y el resto de las especies no extintas, el proyecto de Colossal
despierta recelo en buena parte de la comunidad científica como señala este
estudio.
Y es que ya hay expertos que señalan que lo que
surja de este proyecto no será exactamente igual que la especie original debido
a que falta material genético. Y en la genética no hay un ‘casi’: por lo tanto,
no sería un ‘casi’ mamut, sino un animal diferente, un híbrido.
Así mismo, existen muchas dudas acerca de su
comportamiento social debido a sus extraordinarios orígenes y el propio
padecimiento que tenga el animal al ser expuesto a un escenario para el que no
está preparado, sin olvidarnos de las posibles nuevas enfermedades o las
catástrofes ecológicas que podrían derivar de introducir un animal híbrido en
un ecosistema que también se tendría que adaptar al mismo, quitándole espacio
y/o alimentos a otras especies que convivan en el mismo territorio.
Y luego están los dilemas éticos, tantos que este
estudio los agrupa en cinco dimensiones diferentes y que conllevan largos y
complejos debates sobre los límites de la ciencia, la ambición y la temeridad
humana.
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