¿Es posible un Chernobyl en Argentina?
El 26 de abril de 1986 en la central nuclear soviética de Chernobyl ocurrió uno de los peores accidentes de la historia de la industria nuclear.
El accidente nuclear tuvo lugar en la unidad 4 de la
central nuclear de Chernobyl, como consecuencia de una explosión de vapor en el
núcleo del reactor. Los responsables de la central no siguieron las medidas de
seguridad y el combustible de uranio del reactor sufrió daños. Este tipo de
centrales no incluían lo que se conoce como “contención”, una estructura
estanca diseñada para confinar el material radiactivo en todos los estados de
la instalación, incluyendo situaciones accidentales, por lo que la explosión
provocó la dispersión de elementos radiactivos, (plutonio, yodo, estroncio,
cesio, etc.), que contaminaron un área de 142.000 km2. Además, bloques de
grafito (material utilizado como moderador) se incendiaron a alta temperatura
cuando el aire ingresó al núcleo del reactor, lo que generó la emisión de
material radiactivo al ambiente.
Según el análisis realizado por organismos
internacionales, el evento sucedió por una acumulación de errores humanos (ya
sea por desconocimiento o por negligencia), y en parte también por una
deficiente cultura de la seguridad, entre otras causas.
Luego del incidente, la industria nuclear mundial
comenzó una transformación radical para garantizar la operación segura de las
centrales nucleares. Para este fin se creó la Asociación Mundial de Operadores
Nucleares (WANO, por sus siglas en inglés), con el objetivo de promover la
cooperación, el intercambio de experiencias y la excelencia profesional en
materia de seguridad nuclear y radiológica.
A continuación, te contamos porque no puede suceder
un accidente de estas características en nuestro país.
1) El diseño de nuestras centrales
Las tres centrales nucleares argentinas fueron
concebidas de manera muy diferente al modelo de reactores RBMK, desarrollado
por la Unión Soviética.
Tanto Atucha I-II como Embalse utilizan uranio
natural/levemente enriquecido como combustible y son moderados/refrigerados con
agua pesada. En cambio, los reactores como los de Chernobyl eran moderados con
grafito, material cuyas características lo hacen altamente combustible.
Por otro lado, teniendo en cuenta el concepto de
defensa en profundidad, nuestras centrales tienen estructuras de contención
capaces de soportar presión en situaciones accidentales. Atucha I y Atucha II
tienen contenciones esféricas estancas de acero, y una estructura de hormigón
externa para proteger su integridad.
Entre la esfera de acero y la estructura de hormigón
hay un espacio anular. En caso de ser necesario, el aire contenido allí es
recirculado y filtrado, a fin de evitar/reducir emisiones al ambiente.
En el caso de Embalse, a diferencia de Atucha I-II,
presenta una contención cilíndrica. Además, posee un sistema de rociado de agua
llamado dousing, instalado en la parte superior de la contención, cuyo fin es
reducir la presión, en caso de accidente, para evitar el daño de dicha
estructura. También, para alcanzar este objetivo, Embalse cuenta con
refrigeradores de aire distribuidos dentro de la contención.
La central de Chernobyl no contaba con una
estructura de contención, por lo que, al no disponer de esta barrera física, se
produjo una importante emisión radiactiva al ambiente.
2) Nuestra cultura de la seguridad
Las centrales nucleares argentinas cumplen con las
normas establecidas por la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) y los estándares
de seguridad establecidos por organismos internacionales, y son constantemente
auditadas.
La industria nuclear es un sector colaborativo, que
comparte información sobre sus experiencias operativas e intercambia sus
mejores prácticas con el fin de ser una industria más segura.
Atucha I, II y Embalse han actualizado sus
estándares de seguridad y de operación en base a las lecciones aprendidas a lo
largo de los años.
3) Las redundancias seguras
Ante la falta de suministro de energía eléctrica
externa en las plantas, hay sistemas de generación de emergencia. Atucha I
tiene tres generadores diésel mientras que Atucha II y Embalse cuatro. A su
vez, los sistemas de seguridad cuentan con redundancias, lo cual confiere mayor
confiabilidad y robustez.
4) El entrenamiento de nuestra gente
Todo el personal de las centrales cuyo desempeño
implica tomar decisiones que podrían incidir sobre la seguridad de la
instalación, requieren de una licencia individual y autorización específica
otorgada por la ARN, para lo cual reciben entrenamiento exhaustivo y periódico.
Estos permisos deben ser revalidados cada 24 meses. De lo contrario, no pueden
continuar desempeñando sus funciones.
Para el caso de los operadores de sala de control,
parte de este entrenamiento implica cumplir con capacitaciones en simuladores
(réplicas exactas de la sala de control). Allí, se entrenan tanto para la
operación normal del reactor como para situaciones accidentales, en tiempo
real.
5) Los simulacros y la difusión al público externo
El plan de emergencia en las centrales argentinas
tuvo su origen a mediados de la década del 70’. En este contexto, se vienen
desarrollando ejercicios internos de emergencias y capacitaciones. Por otra
parte, se realizan simulacros externos que involucran a la población cercana a
las plantas, a las fuerzas de seguridad, la Gendarmería Nacional, el municipio
y las fuerzas vivas para practicar medidas de protección y situaciones de
evacuación.
Todos los años, Nucleoeléctrica brinda charlas a la
comunidad del área de influencia de las centrales, para informar acerca de la
actividad que se realiza en las plantas y para capacitar a la población ante
una situación de emergencia.
6) El contexto mundial actual de la industria
nuclear
Instituciones como el Organismo Internacional de
Energía Atómica (OIEA), la World Association of Nuclear Operators (WANO), Candu
Owner Group (COG), entre otros, promueven la excelencia en la operación segura
de las centrales e instalaciones nucleares.
Las centrales nucleares del mundo reciben controles,
auditorías e intercambio de mejores prácticas por parte de otras plantas, a
través de organismos internacionales.
En Argentina tenemos una historia de casi 50 años de
operación segura y eficiente en centrales nucleares de potencia.
Esto es posible gracias a las mejoras continuas en
materia de seguridad y al intercambio de información con otras plantas, con el
objetivo de generar energía limpia y segura para el ambiente y, al mismo
tiempo, contribuir a la lucha contra el cambio climático.
..
Comentarios
Publicar un comentario