Los primeros humanos de la Península Ibérica sobrevivieron luchando por carroña contra hienas gigantes
Los primeros humanos que habitaron Europa hace al
menos 1,4 millones de años eran probablemente omnívoros. Se alimentaban de
plantas, pero también de animales. Más difícil resulta responder al
interrogante de si realmente cazaban sus presas en un momento tan antiguo, o si
la carne que consumía procedía de la carroña de grandes mamíferos. Varios
estudios han sugerido que los tigres de dientes de sable dejaron suficientes
desperdicios de sus capturas que, aprovechados por estos primitivos Homo,
habrían facilitado su expansión por Eurasia.
Pero los pequeños grupos humanos se tuvieron que
enfrentar por esos recursos a otros competidores que deambulaban por el
ecosistema, como la hiena gigante (Pachycrocuta brevirostris). Y parece que en
la Península Ibérica tuvieron éxito entre hace 1,2 y 0,8 millones de años: una
nueva investigación publicada este jueves en la revista Scientific Reports y
liderada por expertos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución
Humana (CENIEH) desvela que este pulso pudo haber empujado a los homínidos a
coordinar sus movimientos, a la cohesión grupal, la defensa, la cooperación y
la comunicación. Incluso formando partidas reducidas y empuñando palos,
lanzando piedras y gritando, pudieron haber evitado que otros depredadores más
grandes se acercasen a sus presas.
El estudio utiliza modelos basados en agentes para
analizar la competencia entre los humanos y las hienas gigantes, la viabilidad
del carroñeo por parte de los homínidos —que habrían buscado restos de carne en
las carcasas abandonadas por felinos como los de los géneros Megantereon u
Homotherium, una especie de jaguar con colmillos curvos y muy afilados, con
forma de cimitarra, o por el jaguar europeo Panthera gombaszoegensis— y el
impacto del tamaño del grupo y la capacidad de carga del ecosistema en estas
estrategias.
"El uso de simulaciones por computadora en
arqueología no es enteramente novedoso, pero sí muy poco frecuente en el
estudio del Paleolítico", explica a este periódico Ana Mateos Cachorro,
experta del CENIEH en paleo-ecofisiología y una de las autoras principales del
artículo. "Los hallazgos sugieren que los primeros homínidos podrían
competir con éxito por la carroña con las hienas gigantes, especialmente cuando
operaban en un tamaño de grupo óptimo. Las principales contribuciones del
trabajo son la estimación de la cantidad de alimento que quedaría en las
carcasas abandonadas por los tigres de dientes de sable y la existencia de un
tamaño de grupo óptimo para los individuos que desempeñaran esta
estrategia".
El experimento científico muestra que cuando el
tamaño del grupo de individuos no era suficiente para dispersar a sus
competidores, solo lograban sobrevivir hasta el final de la Simulación si un
ecosistema con gran densidad de depredadores les brindaba abundantes cadáveres.
Estos resultados sugieren que una estrategia de carroñeo pasivo total, sin
entrar en disputa con otros animales, sería ineficiente en términos energéticos
si se mantuviese en el tiempo. Los homínidos que integrasen grupos muy pequeños
no podrían basar su supervivencia en la carroña como principal fuente de
alimento y dependerían de la fortuna de encontrar los restos todavía
aprovechables de algún mamífero.
En este sentido, los investigadores han identificado
un tamaño óptimo del grupo humano: 13 individuos. "El factor fundamental
es que los homínidos fueran capaces de ahuyentar a las hienas (y a otros
posibles competidores) de las carcasas. Y ello dependía del tamaño del grupo.
Este debe ser suficientemente numeroso como para que la hiena perciba un riesgo
elevado en la confrontación y la rehúya. Pero no debe ser demasiado grande,
pues entonces no habría comida para todos y tendrían que seguir buscando otras
carroñas", valora Ana Mateos Cachorro.
En la Península Ibérica hay varios yacimientos que
incluyen niveles datados en este periodo (aproximadamente, entre hace 1,2 y 0,8
millones de años), como la Sima del Elefante (Atapuerca, Burgos), Vallparadís
(Terrassa, Cataluña) o Barrando de León y Fuente Nueva 3 (cuenca de Orce,
Granada). Precisamente en este último sitio se han encontrado evidencias de
esta lucha directa entre ambas especies por restos de elefantes. No obstante,
los investigadores creen que los homínidos, las hienas y los depredadores
estaban distribuidos por toda Iberia.
El carroñeo era una estrategia que no requería una
tecnología avanzada, sino tan solo cohesión y cooperación grupal. Fue
probablemente una fuente importante de carne y grasa para los primeros humanos
que poblaron Europa, especialmente en invierno, cuando los recursos que
ofrecían las plantas escaseaban. "Como en todos los mamíferos sociales, la
acción conjunta de los miembros del grupo en favor de una estrategia trófica
(alimenticia) puede ser una gran ventaja evolutiva", subraya la
investigador. "A nivel energético, el balance puede ser más positivo,
aunque también puede tener la desventaja de que a mayor número de individuos,
mayor gasto y mayor reparto de alimentos por individuo".
El principal problema que ofrece esta época de
finales del Pleistoceno inferior son la escasez de fósiles en el registro
arqueológico. "Por eso las interpretaciones de distintos especialistas son
a veces contradictorias", cierra Mateos Cachorro. "Las simulaciones
no van a resolver el problema de forma definitiva, pero aportan nuevos
elementos al debate del comportamiento de (los primeros humanos de
Europa".
.-
Comentarios
Publicar un comentario